"Os he dicho que no, y no es no" Manolo nos reñía por lo que fuera, nosotros obedecíamos. Era el portero, calva reluciente, uniforme gris con botones plateados. Demasiado para una casa de pocos posibles, Antonio Arias 6. Vivíamos en el bajo, casi sotano, desde el cual veíamos las piernas de quienes pasaban, calentito en invierno, bastante fresco en verano.
Hora de la siesta, siempre sagrada, con el calor se abrían las ventanas donde no daba el sol para que algo del aire del patio, más fresco, corriera por las casas. El resultado era que todo lo que pasaba en cada piso acababa siendo de conocimiento común de todo el vecindario.
"Tápame, tápame, tápame, tápame, tápame que tengo frío..."
Era un cuplé de toda la vida, de Raquel Meyer, creo, que todavía se cantaba a principio de los 60. En general se cantaba, era un hábito hoy olvidado. Se cantaba a menudo por la calle, cuando se limpiaba, cuando se cocinaba, en el mercado. Era la costumbre: las mujeres cantaban en cuanto te descuidabas.
Yo recuerdo toda mi infancia con mujeres cantando, contentas o tristes, pero siempre cantando.
Insistía la vecina aquella desde algún lado de la casa con el "tápame..." mientras otros intentaban echar la siesta en aquel agosto madrileño tan pesado.
"Tápame, tápame, tápame, tápame, tápame que tengo frío..."
Por fin se oyó a alguien que sacó la cabeza tras la ventana ya cansado y con un acento de Madrí (sin d, o sea, castizo) gritó a los cuatro vientos de aquel pequeño patio:
"Por Dios bendito, que la tape el que sea, que la tapen... por lo que más quieran, pero que se calle, que estamos intentando echarnos la siesta y así no hay quien pueda..."
Se hizo el silencio, se oyeron algunas risas, y la mujer calló, no sabemos si destapada o tapada por alguien misericordioso que le hizo caso.
9 comentarios:
:))))))) Un abrazo!
Genial relato, me encanta ver como con pocas palabras, sólo las necesarias, se puede crear un escenario en el que se desarrolla un hecho realmente divertido, me has hecho soltar la carcajada imaginando la escena ja,ja!
Prueba fehaciente de lo que han cambiado los tiempos: antes el portero decía algo y se le obedecía; ayer, un reportaje de TV denunciaba que a los porteros de las piscinas de Madrid les dan hasta en el DNI.
Un abrazo.
Aurora: Tu relato demuestra que la siesta es sagrada, en Madrí, en Cái, en Sevilla, o donde sea. El señor que la mandó a callar bueno, tu relato mejor.
Precioso relato.
Un abrazo,
muy divertido!
Un beso,
Irene
Un abrazo, portuguesa ;-)
Montse, gracias, la escena se completa con hombres que dormían la siesta en camiseta, un abrazo fuerte. Y no había aire acondicionado, ese ruido ahora constante ... sólo corrientes, oscuridad en la casa... y en pueblo botijo.
JC, no tenía ni idea de lo que cuentas... pero claro, va en línea de lo siguiente: el portero de mi casa, el de hace unos meses, decía que no era su cometido impedir que subieran gamberros a la azotea a tirar piedras (literal).
Naranjito, si hay algo sagrado es una siesta. Mira que me gusta... Supongo que por el sur además es necesaria de 4 a 7 aproximadamente ;-)
Lumroc, qué alegría leerte de nuevo, cuánto tiempo, gracias siempre.
Irene, guapa, ¿dónde estás? te imagino leyendo y escribiendo, NO lo dejes...
una lastima que hayan perdido la costumbre de cantar...yo canto mucho (y mal, malisimo) pero es maravilloso. Anoche sin ir mas lejos, mi hija de 5 años y yo empezamos un dime que te dire de esos cotidianos. Para suavizarlo, le dije cantando..."a ver si recoges todooo lo que tiraste al pisoooo!"..ella, dispuesta, me contesto tambien cantando..y asi estuvimos como 15 minutos, el dime que te dire se convirtio en un punto guajiro. Por supuesto que solo recogio cuando pare en seco la tonada y chille: "recoges eso ya" que a ella igualmente le dio graciass (le debe haber sonado a final rockero) y no recogio nada.
Otras veces cuando la estoy por dejar en la escuela me dice: mama, no cantes eh.
Me has alegrado la costumbre de cantar, que yo pasaba desapercibida de mi misma! gracias!
saludos!
tania jose
www.albinovino.com
Tania, gracias por venir . Me ha encantado tu historia, las madres wue cantan sois ya la repera, qué bonito y qué divertido acaba aguajirándose ;-)
Las mujeres que cantan en casa son una bendición. Se ha perdido eso como saludar en el autobús y hablar con el de enfrente, una pena.
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