Uf. Pero qué bien nos ha hecho Dios, por Dios (valga la redundancia), y la biología. Suya es también ¿no?
Tenemos yemas en los dedos con mucha sensibilidad. Pero el tacto no está sólo ahí, recorre toda la piel, el organo más grande del ser humano. No en vano cuando alguien nos cae bien decimos que es cuestión de piel. De hecho, ésta acerca más a las personas a veces que las ideas, y nos puede alejar también una simple cuestión de piel.
Uno de mis recuerdos infantiles es el médico de cabecera calentándose las manos antes de tocarte la tripa, delicado que era el señor. Al tacto de las primeras cosas que notas es la temperatura de la otra persona. Algunas madres besaban en la frente para ver si teníamos fiebre. Un monito va de un robot que solo lo alimenta a otro que le da calor pero no le da de comer: tras mamar en uno, se acurruca en el del calor, lo vi en un documental.
Necesitamos el calor que da el tacto, pero también el simple tacto. Por eso, más allá de que nuestras madres nos hayan dado el pecho, nos han acunado, tocado y achuchado mucho. Hay familias donde el cachete se intercambia con una facilidad pasmosa con el achuchón, la caricia y el beso, quizás por eso no queden traumas.
Hacer manitas. Será antiguo, suena infantil, pero es de la cosas más bonitas, casi olvidada. Es un tacto incipiente, tímido a veces, otras nada inocente. Qué pena que se pierda, qué prisas y qué poco... tacto.
Una caricia. De nuevo, una de las cosas más sugerentes que hay. Qué mal se acaricia a veces, algunas personas ni están acostumbradas a ello o se olvidan. Te das cuenta a menudo que lo que necesita alguien no es que le hablen, le den explicaciones o darlas, está pidiendo en el fondo que le acaricien, que le calmen con el tacto, desde un niño hasta un adulto.
Tacto que nos hace distinguir una seda de algo que no lo es. Si se tiene tacto, se sabe bien, no te cuelan un rayón, fibra artificial, por seda. Parece pero no es, tus dedos te lo dicen.
Al tacto las hojas de los árboles, con pelitos de un lado, del otro superficie lisa, tacto del musgo o de los pétalos de una flor. La naturaleza hay que tocarla también, no sólo mirarla, oírla y olerla. Arena de playa, tacto primero en los pies, tan agradable a veces. Agua de río heladora o de mar, más cálida, acostumbras la piel al frío empezando por los pies y las muñecas.
Tacto del terciopelo, del charol, del borreguito de unas plantillas (qué gustito), del pelo de Olimpia, del algodón, de la lana, o del mohair. Tacto también de esos jerseys que picaban tanto en la infancia y que odiabas.
Superficie lisa y ligeramente basta del vidrio, tacto poroso de los cacharros de barro, de la piedra o de la madera buena, maciza. En cambio, las piedras preciosas al tacto no dicen nada, son frías, da que pensar.
Pieles muy arrugadas, transparentes y finas, se rompen como un cristal. Hay que tener cuidado con esas pieles de anciano, cualquier roce hace herida con facilidad y luego tarda en curar. El otro día vi un anciano que acariciaba a su mujer en la residencia de mayores de la urbanización, se me saltaron las lágrimas tal era la ternura con la que lo hizo. Pensé que teníamos que acariciar más en general y a las personas mayores especialmente, necesitan de nuestro tacto porque les tocan ya poco. Y da pena, se vive mal sin el tacto humano. Quizás por eso hay que comprender cosas que parecen incomprensibles, sucedáneos de caricias de cariño. Habrá de todo, pero también hambre de tacto humano.
Manos rugosas, callosas, de trabajador, de esas en las que te puedes columpiar. Manos de algunas amas de casa, pequeños callitos en los dedos de tanto fregar y hacer, por mucho lavaplatos que haya. Manitas de niños, pequeñitas, no les cabe nada en ellas, hacen cosquillitas siempre. "Del cotín del cotán, de la vera vera van, del palacio a la cocina ¿cuántos dedos hay encima?" Sugiero el juego con niños, ellos con sus dedos en tu espalda, luego al revés, les encanta: ni sabes ni saben cuántos dedos hay, es sorprendente, no la adivinas nunca.
Tener piel, no una coraza. Piel que conecta, no que aisla. Capaz de sentir no sólo el cambio de temperatura, sino otras pieles, otras personas, a veces con una piel dura o simplemente distinta a la de una. La respuesta quizás no es endurecer y enfríar la propia, aunque como reacción o defensa es lo que nace a veces. ¿Cómo éste, ésta, no siente lo que siento, como yo lo siento? Es tan personal el tacto que no tiene mucho sentido extrañarse de que otro no sienta lo mismo o del mismo modo, que no lo perciba. A veces es mejor recostarse en tactos afines, uno se puede empeñar en vano en lo que simplemente no está de Dios. De ideas diferentes se puede discutir, de sensibilidades, de tacto, es totalmente inútil. Y nos empeñamos pese a todo.
En cambio sí creo en tener cuidado para mantener la temperatura y, con ella, la del ambiente, que es cuestión también nuestra: las personas damos calor o frío, esto último como los fantasmas, a una habitación, hacemos subir unos grados o los bajamos. En cierto sentido la piel es como la conciencia, como la consciencia. Hidratada, flexible, en la temperatura adecuada, que es tibia - la del cariño, quizás la de la caridad-, tiene sensibilidad para poder percibir. Seca, rígida, fría, choca más con otras pieles, es incapaz de conectar con el exterior, con las personas. Y no es cuestión siempre de la piel ajena, es de la propia. A veces hay que volver a regular el propio termostato, ponerse a diario nivea, aceite de almendras, rosa mosqueta o aloe vera, tanto da.
Dios bendiga nuestro tacto, nuestra piel, no sólo las yemas de los dedos, que también.
Nota: publicado ya el 2 de enero de 2009.
9 comentarios:
Aurora... ¿cómo vas? He entrado dos veces a tu blog hoy y me lo he encontrado completamente cambiado... ¿Experimentando?
¿Cómo va la novela?
Besos
La novela y la otra cosa -abuelitas malditas- van bien. Cambio el blog porque me canso ;-) y además porque yo necesito letra más grande ;-)
Para tacto y piel:
http://www.youtube.com/watch?v=r9lDPAW9DAM
Suave viento frio en la cara, al salir de casa. Y lluvia fina ...
Me encanta la canción, me hace mucha gracia "dime si quieres que te lleve a un sitio caro, a ver si aceptan la cartilla del paro", Dios mío, qué actual, acabo de oir las noticias y dan ganas de no sé qué... Con Dios, Sarracena, "como te pases te lo advierto muñeca, esta vez no te voy a rescatar"... ;-)
Lluvia y viento finito, no del que te tira o ese horroroso de Zaragoza o Pamplona, que vas como volada por la vida ;-)
Un abrazo, Lumroc
La piel que comunica, que no es coraza aislante, eso es lo que nos hace falta. En cada cultura, sin embargo, eso de tocarse está muy reglamentado, hay que andar con cuidado y no meter la pata...
Una abrazo.
Ja, ja.....................
Miedo me das, hedbanna, miedo me das....................
Ja, ja.....................
Miedo me das, hedbanna, miedo me das....................
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