Hace unos días Suso del Barullo habló, al hilo de los viajantes, de los hoteles.
Yo los odio cordialmente. He trabajado como consultora para un par de cadenas. Vista una, vistas todas. No soporto los hoteles.
Cada vez que tengo que viajar y alojarme en uno me mustio. Alguna noche tonta incluso me pongo a llorar hasta que me duermo. No me pasa nada extraño, es el hotel que me pone muy triste y, como a los niños, el lloro me relaja.
Tengo una sensación de desamparo de la que no me recupero hasta que estoy de vuelta en casa y en mi cama.
Me he acordado de los hoteles porque en inglés son lo que llaman la hospitality industry. Y yo creo que son todo menos hospitalarios.
Los hermanos de San Juan de Dios, para los que he tenido también la suerte y el honor de trabajar, sí que han entendido lo que es la hospitalidad. El acoger a otros. El cuidar de ellos. Es impresionante su labor.
Atalantar decía Joaquín Araujo, desde otra perspectiva, admirado profesor y naturalista. Me encanta la palabra: atalantar. Hay que proteger esa palabra. Y lo que conlleva.
Me dice un amigo muy viajero que en el desierto lo de la hospitalidad es un deber. Si no te acogen, mueres. Por eso siempre que llegas te dan de comer, te ofrecen tienda, no puede ser de otra forma.
Me acordé también esta tarde tras leer un precioso poema de Olga, en su blog Caricias perplejas, de la sensación de abandono de tantas rupturas. Del desamparo en que nos pueden dejar.
Es muy duro, pero quizás hay fríos de amor peores.
Como cuando, en ese espacio de dos, antes de que tenga lugar la ruptura, no nos sentimos acogidos, atalantados, amparados.
No sentirse acogidos en algo creado para atalantarse mutuamente te hace sentir una pena muy honda.
A mí me da igual el vaivén de la pasión y el trepidar, lo digo como lo veo. Vamos, que es divertido y tal, a qué negarlo. Pero que lo que calienta y mantiene el corazón, la vida, es sentir eso que decía Antonio Machado:
"Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido,- ya conocéis mi torpe aliño indumentario-, más recibí la flecha que me asignó Cupido, y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario".
Sé que hay otra sensación de desamparo, quizás más calmada con el tiempo, pero no menos dolorosa. La que se tiene cuando muere la persona que tanto te cobijó, a la que tú también diste abrigo. Esa intemperie merece nuestra delicadeza y respeto siempre.
Qué importante poder acoger, amparar, darnos mutuamente techo o suelo físico, espiritual. Proporcionarnos ese calor lento pero constante de brasas que es la ternura, no sólo la llamarada viva que se apaga pronto.
Hablamos mucho de confort hoy. Hay una multitud de novedades domésticas, y, en los hoteles, mil y una ideas para hacer tu estancia más cómoda y agradable e incluso lujosa.
Pero a mí me sobran jacuzzis y spas y me faltan sonrisas sinceras.
No hay hospitalidad, de verdad. Porque la verdadera hospitalidad la dan las personas y no el servicio estandarizado y frío. Nada peor que la frialdad aunque sea perfecta.
Amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.
Que tengan mucho de hospitalario, por favor. Todo de hospitalario.
En el espacio de dos, de amistad, de familia, hasta de trabajo, si fuera posible.
Démonos calor y cobijo mutuo todos un poco.
Si no, nos morimos, como en el desierto.
Porque fuera hay mucho desierto.
Foto: Hecha por Alberto Guerrero Gil. Ella es Patrapa en Carnota, este verano.
17 comentarios:
me gusta leerte
y encima la foto es naranja
Y a mí visitar tu blog, me encuentro "acogida", eres hospitalario, Toi.
Y la foto es de mi sobrino.
Hay días que ni calor ni ná.
Y ahí estás, viendo venir el vendaval de la vida.
Pasando las de Caín.
...
Y nos inventamos trucos.
A mí me va comerme los colores.
Si la cosa ha ido chunga, me cojo un limón entero, lo parto en dos y me lo como a mordiscos. Chas, chas.
Los labios se te abotargan, pues el ácido cítrico es fuerte. Tú ni caso. Chas, chas. Amarillo.
Si la coyuntura viene torcida, me quedo un rato mirando mis cuadros. El Puente de Triana de Toi(naranja), la Torre de la Catedral de Murcia (siena), La Sibilla Délfica (verde Miguel Angel).
Entre los limones amarillos y los cuadros y láminas que adoro, siento la hospitalidad de los autores.
Hay días que un simple color puede llenar tus atardeceres.
Entre rayos de luz.
Asomándose.
Hay días que ni calor ni ná.
Y ahí estás, viendo venir el vendaval de la vida.
Pasando las de Caín.
...
Y nos inventamos trucos.
A mí me va comerme los colores.
Si la cosa ha ido chunga, me cojo un limón entero, lo parto en dos y me lo como a mordiscos. Chas, chas.
Los labios se te abotargan, pues el ácido cítrico es fuerte. Tú ni caso. Chas, chas. Amarillo.
Si la coyuntura viene torcida, me quedo un rato mirando mis cuadros. El Puente de Triana de Toi(naranja), la Torre de la Catedral de Murcia (siena), La Sibilla Délfica (verde Miguel Angel).
Entre los limones amarillos y los cuadros y láminas que adoro, siento la hospitalidad de los autores.
Hay días que un simple color puede llenar tus atardeceres.
Entre rayos de luz.
Asomándose.
Driver, no es mala terapia los colores. Ahora, comerse un limón... tiene delito.
Un abrazo mío y un lametón de Olimpia
Si no te importa, guapa, soy una perra ilustrada y escribo.
Mira, Driver, majo, a ver si vienes porque ésta no pone su coche a más de 120 así la maten. Es respetuosa con la ley hasta extremos exasperantes. Y yo quiero más ferrari.
Eso sí, de comer hoy me dio bien, huesos de cordero.
Pues sí Olimpia,quiero ir a veros.
Tengo un detallejo para tí.
Ahora trabajo de probador para la revista "Cars & truks", y creo que cuando vuelva tu dueña de Oviedo, me van a dejar el nuevo Lamborgini.
Canela fina.
De cero a cien en un chispín.
...
Tengo un lío de curro que no veas.
Mira las horas que son y ya nos vamos.
Fin de semana: un Madrid-Moscú, para probar cómo respira en invierno un nuevo camión.
Voy a pasar más frío que el Doctor Zivago ése, cuando iba en tren por la estepa.
Dile la Máster, que cuando esté por ahí en los hoteles ésos encadiós, use el truco del Suso.
Un güen cine y un puñao palomitas.
Encima tu dueña es ilustrada, y entiende lenguas extranjeras.
Mírame a mí. Imagina lo que me voy a enterar yo este fin de semana en Moscú, con toas las pelis en checoslovaco ése.
Menos mal que me llevo Moby Dick.
"...luego, aves pequeñas revoloteaban chillando sobre el abismo aún. Una espuma blanca y triste rompió contra sus rígidos mamparos; después todo se igualó, y el gran sudario del mar continuó meciéndose como lo había hecho cinco mil años antes".
Cojo un puñao cedés y me voy a currar.
Tonelás de nieve me esperan.
Deu chiquetas.
"Para la ternura siempre hay tiempo": así se titulaba aquel maravilloso disco doble de Ana Belén y Víctor Manuel. Tengamos ese tiempo, esa ternura. Buen fin de semana, Máster.
Ah, y gracias por lo de "atalantar". Precioso.
"Atalantar", no conocía la palabra, Aurora, es bonita de significado y suena alegre, "atalantar".
Tú eres acogedora y por eso eres sensible a los gestos de las personas y no a las normas de servicio. La bienvenida, además de una cuestión de educación y cortesía, es algo más. Como tú dices, una sonrisa y su calidez tienen algo de refugio frente a tanto frío. Hace mucho frío fuera.
Y muchas gracias por enlazar mi poema, eres de lo que no hay:-)
Un besazo.
¡Buena entrada para una mañanita de sábado!
"Atalantar"...yo la cococía en su acepción navideña cuando a eso de las cinco de la madrugada, y sin sed, cogía la guitarra y cantaba " Atalantar va una burra ,rin,rin, yo me remendaba..."
Querida Máster. Escribo el comentario temblando. Desde la ventana veo cómo se agitan los árboles. El viento ruge. Un pino ladeado parece que va a caerse. Y el tendido eléctrico juega a la comba. Desde siempre he temido más al viento que a la lluvia. Viento huracanado. Veremos cómo acaba...
Bonito post. Real. Estoy leyendo "Elogio a la lentitud", de Carl Honoré. Lo pillé ayer en Carrefour. Cuando te lía pensaba en algún fragmento. Corremos, Máster. Corremos tanto que ya ni nos da tiempo a mirarnos. Si no nos miramos no sabemos a quién tenemos delante, no descubrimos... no nos entra esta pizca de curiosidad para saber qué hay detrás de una cara o de un gesto. Corremos tanto que ni sentados estamos quietos. Nos suena el móvil, repasamos el periódico, los chicos con sus mini consolas van con la cabeza agachada.
La hospitalidad , el acogimiento... no nos lo dan las cosas. Somos las personas las que podemos dar calor. Pero nos está faltando vivir con los demás. Vamos con las mochilas demasiado cargadas, con las agendas demasiado prietas. "Ligeros de equipaje", como decía Machado. Ligeros no para correr, sino para llenarnos de lo que tenemos enfrente y hace siglos que ni nos percatamos.
Para comprender, acoger, amar... quizá deberíamos ralentizar ese reloj que nos empuja. Eso empieza a ser una necesidad.
Besiños, guapa
Este comentario lo he escrito temprano, temblando... Sería el viento. Lo he eliminado y lo cuelgo de nuevo. Me había salido con las palabras pegadas, faltaban vocales... un desastre.
Aurora, gracias.
La foto es especial.
No ha cido en ese error de centrar la figura humana, de hecho colocándola ahí, en la esquina, la enmarca con un inmenso marco naranja que la ensalza más, y nos cuenta más cosas informándonos mucho del aire anaranjado que rodeaba su sombrero y su espíritu.
Hermosa de verdad.
Bien por tu sobrino.
ATALANTAR...
... ahora ya puedo definir algunas cosas mejor. No sabía de esta palabra. Y estoy con la emoción de haber encontrado una palabra nueva que necesitaba, pero yo no lo sabía hasta que la leí.
Gracias Máster.
Estupendo post.
¡cuánta gente por aquí!
Suso (gallego), en Galicia siempre me siento atalantada. Y que conste que el verbo es de Araujo en un libro que no recuerdo el título.
Uf, Olga, gracias, pero tus poemas hay que enlazarlos ... y regalarlos. Pienso que si aquí hace viente ¿qué hará en Zaragoza?
Suso, Balú, mira que eres, desmitificando villancicos, no hay otro como tú para la guasa.
Sunsi, sí, hay que mirarse más. Nos miramos poco y nos vemos ¡menos! (tiene guasa esto porque de aquí al único que he visto es al Driver... que encima es un personaje virtual, pero el más real de todos).
Toi,la luz naranja es porque compré una de esas lamparas como chinas, de poco dinero, y la pantalla era de papel naranja. Hacía muy cálido con la luz esa un poco fría de Galicia.
Ana, Ana, aquí estoy atalantada con Olimpia y viendo "La Misión" que voy a llorar de un momento a otro, seguro. ¡Qué peliculón para esta sábado tan solitario en el Boalo!
Estáis tan misticos e intensos que, la verdad, creo que mejor es hacer un mutis.
Claro que, el mutis, petarda soy hedbannas, no es silencioso, más bien tipo fanfarria.
¿Será que en esta casa la hedbanna nada-pastoril y magna ánima remasterizada es muy atalantadora?
En Tarragona día de viento furibundo, desapacible; yo, en mi despacho, trabajando (bueno, haciendo novillos)
Pepa, no te engañes, sabemos que achuchas al personal, no lo niegues.
"Y soplaré, soplaré y la casa derribaré" que dijo el lobo, primo de Olimpia.... Pero esta casa es de piedra, espero que resista.
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