Bitácora de Aurora Pimentel Igea. Crónicas de la vida diaria, lecturas y cine, campo y lo que pasa. Relatos y cuentos de vez en cuando.

domingo, 6 de septiembre de 2009

"A que no me pillas, Juliopardos"



"A que no me pillas, Juliopardos" mi sobrina con cinco años tuvo ya su primer pretendiente, Julio Pardos, amigo de mi hermano, ya para siempre Juliopardos, todo seguido, nombre y apellidos en uno que es único.

Apoyada en el quicio de una puerta, Carmen le provocaba para jugar diciéndole eso, "A que no me pillas, Juliopardos". Cuenta Diana, la novia de Juliopardos, que así conoció a la niña, gritándole a Juliopardos, muerta de risa, "A que no me pillas, Juliopardos, a que no me pillas". Uf, de verdad, cómo se apuntan maneras desde chiquitita.

El caso es que Juliopardos y Diana vinieron a mi casa el sábado a comer. Con mi hermano Juan y Silvia, con Carmen y Javier, mis sobrinos. Una hora escasa antes se habían ido Teresa, Agustín y Marta y Carlota, la niña. Esta casa a veces parece un vodevil, entran unos por una puerta y salen otros, pero vamos siempre vestidos en público, eso sí.

Tuvimos el viernes cena con Jesús, Feli y su hija, Marta, guapa y buena la niña como un sol, vecinos de aquí al lado, qué contenta estuve porque vinieran a comer salmón. Se quedaron a dormir luego mi gente de Madrid ,casi lo hago yo en vivo y en directo tras la cena, un desastre. Otro día lo cuento, lo pasamos muy bien y no matamos al topo que he descubierto que tengo. Al final pretendo la convivencia pacífica, el equilibrio ecológico, tener a Jesus y Feli cerca ayuda a verlo así, a entenderlo. Creo además que es una hembra y muy discreta, sólo un par de montañitas de tierra. Ya se sabe, la naturaleza es suelo sagrado para mí, quizás me traiga suerte la topo de marras, veremos. Mi jardín es católico, no protestante, todo manga por hombro, no es el caso de que haya que matar a la topo por salvar un huerto maravilloso, un bonito rosal de una extraña rosa fruto de cruces complicadísimos, o el cesped que ha costado doscientos años para conseguirlo. Va de otra cosa esta casa, todo un poco caos. La topo que se quede si quiere, ahora es que me hace hasta ilusión que lo haga.

Mi hermano Juan tira a preocupón. Calificar a un hermano de protector es una redundancia, todo hermano se preocupa por su hermana. No es que mi otro hermanos no lo sea, es que está en política y ahora tiene menos tiempo, pero también lo es. El caso es que Juan quiso aliarse con Juliopardos y Diana, que viven en El Escorial, para convencerme que me vaya a vivir allí que hay más gente, está más poblado, hay tren, etc. Era su objetivo real este sábado al venir, lo sé.

Venden mi casa del Boalo. En teoría se acaba el contrato de alquiler el 6 de noviembre, y a algunos les preocupa que pase otro invierno en la pica del monte, son unos exagerados. Yo ni me inmuto, ya me moveré cuando toque. Quedan dos meses, pueden pasar muchas cosas en dos meses, aparte de que el alquiler está bajando y cuando más tarde alquile, mejor; siguiendo, porque vamos a ver si vende la casa al final, con la que está cayendo; y continuando porque, no teniendo yo nada por delante y nada por detrás, tengo una libertad de movimientos -y una rapidez si quisiera- que poca gente tiene y la utilizo, claro. Y no me agobio jamás, faltaría más. Estoy viendo otras casas, por supuesto, pero con calma y sin prisas. Voy, las miro y pienso, ya es mucho y hay tiempo.

Viene Juliopardos como un señor inglés, casi me le imagino diciendo "Doctor Livingstone, I presume". Sombrero de panamá precioso y ya ligeramente raído, bermudas, camisa rosa y una guasa hispana pasada por esa lejanía anglo de hombre muy leído además. A Diana le (la?) conocí ayer, morena de esas guapas gaditanas, encantadora, lista y buena, me gustaría mucho más si no fuera por lo mucho que me gusta Juliopardos, ay. Estoy segura que vamos a vernos más ahora que han venido a casa.

Quería Diana entablar una competición de muerte de moscas con los matamoscas que he comprado, los más efectivos, nada de spray, los del palmetazo esos: uno para ella, otros dos para mis sobrinos. Dije que si era en silencio que bueno, luego no dormí siesta, escribí, podía haber empezado la tercera guerra mundial que me daba igual, me aislo por dentro y ni me entero.

Juliopardos es encantador. No me voy a poner como mi sobrina a decir "A que no me pillas Julipardos" porque además está encima Diana y ya competir con dos, una morena y una rubia, ambas más jóvenes, aunque no tanto, pues no. Pero es de llevárselo a casa o quedárselo una temporadita.

Para empezar, se come todo lo que le pones en la mesa, bueno, no todo, se llevó la mitad de gambones que sobraron y no pusimos a la plancha. Dejó un testimonial de ensalada de garbanzos con comino y me dice el mamón "es que me daba vergüenza". Tendrá cara dejarme una cucharada con 4 garbanzos que ni para el ratón Pérez, cómo traga el tío. Es agradecido Juliopardos, una cosa estupenda en esta vida, una gran virtud, como comerse lo que hoy hay en la mesa, lo que toca ese día, lo que te ponen delante

Para seguir, tiene conversación para dar y tomar, sabe de todo, da gusto oírle hablar. Eso sí, es bastante ágrafo, según me dice mi hermano, o sea, como mucha gente que verdaderamente sabe, escribe muy poco, él se dedica a leer, 6.000 libros que tiene su biblioteca. Por Dios bendito, ¡qué complejo y cómo debería tomar nota en lo de escribir menos! Por cierto, leerá la tesis en breve, va a ser todo un acontecimiento, porque Juliopardos es mucho Juliopardos.

Se quedó enamorado de mi casa, del lugar, Diana también, y fue rápido, casi al bajarse del coche, se les notó un montón, les cambió la cara. Le salió el tiro por la culata a mi santo hermano y a mi cuñada que estaba también en la conspiración esa de "Movamos a Aurora del Boalo". Les dejé preparar a todos la comida, estaba escribiendo y a veces me dan ráfagas, y como dice todo el que pasa por aquí con cierta gracia cuando pido permiso "nada, nada, Aurora, estás en tu casa". Yo intento hacer lo que me pete y pretendo que los demás hagan lo mismo, vengan, coman, se bañen, duerman la siesta, lo que quieran, mientras todo el mundo esté vestido en público, eso todavía lo tengo claro. Huy, lo he dicho dos veces, me lo tengo que ver esto, especialmente después de escribir playas civilizadas, lástima que la psiquiatra de la familia no pueda tratarnos a los propios.

Hicieron la ensalada, contaron todos los trozos de patatas cocidas y de salchichas que había, estas cosas le encantan a Juliopardos, hacer porras y juegos de este tipo con los niños, que naturalmente le adoran, "A que no me pillas Juliopardos". Luego gambón a discreción, pero ni pudimos acabarlo, helados, conversación y de vez en cuando yo que desaparecía para escribir algo o a pensar. "¿Qué haces ahí?" "Pienso, es que estoy pensando" se extraña mi hermano de verme con la mirada suspendida y en blanco en un rincón del jardín, sola. Como mejor escribo y trabajo a veces es con gente saliendo y entrando, o mejor dicho, pienso. Estoy pensando mucho y sola lo hago bien, pero la compañía de otros, su presencia, incluso en la distancia me ayuda mucho, realmente sola no estoy tanto.

Juliopardos, Diana, estáis siempre invitados, no os tengo que hacer ni caso, como ya habéis visto. Sé que querríais hacer el cambio, veniros a esta casa y que me vaya a la vuestra, pero de momento ya veremos. Y sé además que no os movéis con 6.000 libros ni de broma, lo vuestro sí que es equipaje.

No hay prisa por nada, para nada. El tiempo es en todo y siempre el mejor aliado, corre a nuestro favor habitualmente. Pienso al contrario que muchas personas en esto, lo sé. Y además me pasa como a Juliopardos en parte, que creo que al final en la mesa de alguien te acaban poniendo gambón y te lo comes y te lo llevas casi porque sí, a qué correr, por Dios. "Hierba que está para ti, no hay vaca que se la coma".


Llegó Alejandro con Tana, que está enorme, cuando ya se habían ido todos. Quería ver a la perra mi sobrina, que realmente era su dueña sentimental. Pena, no les pilló. Tenían prisa por no sé que, que si el viaje es muy largo, que si ir al Escorial primero a dejar a Juliopardos y Diana y luego a Madrid. No sé, les parecía todo muy largo y se fueron pronto, yo es que estoy acostumbrada al ir y venir, claro. Otro día será. Lo dicho, hay tiempo.

Me encanta el tiempo. Y el atmosférico que estamos teniendo, también. Fresquito ya. Qué gusto.

PS: Mañana vuelvo a lo corto, lo prometo, esto se lo debía, bueno, no debía nada, me salió así, para Juliopardos. Y para Diana, por supuesto.
No permito hoy comentarios porque conozco a algunos habituales y me van a dar la vara como pretendía mi pobre hermano, y no me voy a dejar. Soy muy escurridiza. Y por si acaso.

Las fotos son de A. Schifferstein.

No hay comentarios: