Bitácora de Aurora Pimentel Igea. Crónicas de la vida diaria, lecturas y cine, campo y lo que pasa. Relatos y cuentos de vez en cuando.

miércoles, 20 de julio de 2022

De cómo el Hermano de la Salle Jesús Puente deja el cazamariposas apoyado en el quicio de la puerta

Delibes tituló Un mundo que agoniza[1] su discurso de entrada en la RAE en 1975. Yo, que veo con pena ese mundo rural en extinción, aunque aún tengo algo de esperanza, observo alrededor otros mundos que agonizan y por los que siento más pena si cabe. Y no sé cuál pueda ser el remedio.

De Urueña y la Santa Espina 

Conozco Urueña desde hace doce años, Villa del Libro[2] en las estribaciones de los montes Torozos, lindando con las tierras de Medina de Rioseco, Tierra de Campos, en la salida del kilómetro 211 de la A6. 

Vuelvo de vez en cuando a esa atalaya de Castilla desde la cual en los días claros se ven los Telenos. Intento ir por primavera, esos mares de amapolas y esos campos verdes que duran tan pocas semanas. No muy lejos está el monasterio de la Santa Espina, con su poblado de casas blancas del mismo nombre, producto de aquella colonización de los años 50, al lado del río Bajoz y su vega bien cultivada que en agosto da unos excelentes tomates, un remanso verde y bien arbolado.

La Santa Espina es monasterio originalmente cisterciense y desde los años 50 Escuela Agraria gracias a un ministro de Franco, Cabestany. Todo esto nos lo cuenta Jose María, un hermano de La Salle, porque en estas dos ocasiones he podido hacer lo que creo que hay que hacer cuando uno visita algo, que es que una persona te lo enseñe. Ni guías escritas, ni audios, ni nada… una persona que ama el sitio, que lo entienda y, a ser posible, que viva en él. 

Y es que aquí quiero hablar de José María y de Jesús Puente, Hermanos de La Salle y que han vivido en el monasterio y estado a cargo del internado de los chicos (y chicas hoy) que van a estudiar a la Escuela de Capacitación Agraria.


José María nos enseña el monasterio 

José María es un anciano encorvado, encorvadísimo, que nos recoge a la entrada del monasterio, de esa valla de piedra blanca, tan bonita, que rodea la finca. Lleva en sus manos un libro gastadísimo, el del profesor Javier Burrieza, que está agotado y no se encuentra ya en ninguna parte. 

Trata el libro sobre la historia del monasterio y de cómo fue hogar para huérfanos gracias a la marquesa de Valderas[3] en el siglo XIX  y los diferentes usos que se la ha dado, a inicios de la guerra civil fue campo de concentración y en él convivían los republicanos presos y los niños huérfanos. 

Antes, mucho antes, el 28 de septiembre de 1559, en este mismo monasterio se encontró Don Juan de Austria, Jeromín, con su hermano, Felipe II, y cuatro siglos antes de dicho encuentro fue Doña Sancha, hermana de Alfonso VII el Emperador, quien lo manda construir en el año 1147, llegando los monjes cistercienses, enviados por San Bernardo, ese mismo año. 

Luego el monasterio fue reformado y tiene añadidos del siglo XVII que se notan perfectamente, según nos explica José María, que nos lo va enseñando en sus diversas estancias, esos claustros tan amplios y remozados cuando hubo muchos monjes y dinero con el resultado de alzar uno… y cegar incluso las ventanas de la iglesia haciéndola más oscura. 


Jesús Puente y, antes que él, Pantaleón

Tras la visita a la iglesia, y como nos dijeron que sí queríamos ver la colección de mariposas e insectos, y soy muy bichera  (por eso sé que soy más aristotélica que platónica, más que las ideas, que estupendo,  observar la naturaleza me parece fascinante) esperamos a la entrada de la sala de los animalejos a que viniera el encargado, que es otro Hermano de la Salle y que se llama Jesús Puente, un nombre que no se nos puede olvidar porque era el de un presentador de la tele y así se presenta este Hermano, con gracia, también mayorcísimo, con esa mirada azul lechosa y desvaída que algunos ancianos tienen.

Abre la puerta de la sala de las mariposas y deja lo que vemos que es un retel o cazamariposas apoyado en el quicio de la puerta con mucho cuidado, porque ha estado cazando mariposas hasta hace un rato, y se pone a enseñarnos la colección maravillosa que hizo otro Hermano de la Salle, Pantaleón, ya fallecido. 

En ambas visitas que hacemos, con mi amigo y su mujer francesa, y con otros amigos luego, nos quedamos todos impresionados de la extensión y calidad de la colección, de las explicaciones de Jesús Puente… y con el mandado de que le busquemos unas cajas de 11 cm por 5 de alto, transparentes, para poner más mariposas, no ya en esas cajas grandes donde hay varias, sino en las individuales. 

Nos cuenta el mundo de los intercambios de mariposas, de cómo algunas están protegidas y no pueden ya cazarse, de cómo algunos estampados famosos son de mariposas (hago una averiguación con mi compañera de máster, Teresa Serrano, sobre un estampado que me pide Jesús Puente que qué diseñador lo ha utilizado, y claro, Teresa lo sabe y se lo digo a Jesús en nuestra segunda visita, y quedo estupendamente, gracias, Teresa).
 

Un mundo que agoniza

Estoy triste porque en la última visita me dice el dueño de la librería Alcaraván de Urueña que los Hermanos de La Salle se van el próximo 18 de junio del monasterio, ya son sólo tres y muy ancianos. 

¿Quién enseñará como ellos el monasterio, las mariposas? Y, sobre todo, ¿cómo va a vivir Jesús Puente en una ciudad como Valladolid, que es donde la mandan, sin poder ir a cazar mariposas? 

Las órdenes religiosas, muchas de ellas, son ese otro mundo que agoniza lleno de personas impresionantes, inteligentes, generosísimas, hoy ya pocos y ancianos. Gran parte de nuestra cultura, de lo que somos o fuimos, en sentido amplio, no se entiende sin ellos, guardianes, investigadores, cuidadores, un larguísimo etcétera. 

Y yo me pregunto qué podríamos hacer y cómo esa riqueza, todo ese legado, no ya el material, el humano, podrían conservarse.


(Texto adaptado originalmente incluido en "Gabinete de curiosidades", trabajo- memoria personalísima para la asignatura de Historia Cultural de Occidente del Máster de Humanidades de la Universidad Francisco de Vitoria). 

[1] Recientemente reeditado por editorial Páramo

[2] Las Villas del Libro son iniciativas de dedicar algunos pueblos a los libros, en España está Urueña en Valladolid y ahora Urroz e Navarra. En Reino Unido tienen a Hay-on-Wye.

[3] La Marquesa de Valderas, luego también Condesa de la Santa Espina, Susana Montes y Bayón, es otro personaje muy interesante. https://dbe.rah.es/biografias/57455/susana-montes-y-bayon