Bitácora de Aurora Pimentel Igea. Crónicas de la vida diaria, lecturas y cine, campo y lo que pasa. Relatos y cuentos de vez en cuando.

sábado, 6 de enero de 2024

Inocencia e ilusión (la verdad...)


 Hace unas semanas en clase de literatura infantil y juvenil me sorprendió mucho la opinión de otra alumna, partidaria ella de decir "la verdad" a los niños sobre los Reyes (o Santa Claus). Aludía a razones diversas que los niños se sentían estafados luego, que no confiarían en los adultos más, me pareció todo aquello una solemne bobada. Y, sobre todo, una faena de órdago a la grande para los niños y para los propios adultos indirectamente. 

El caso es que he comprobado estos días que hay otros como mi compañera de estudios. Es lo que tienen las estupideces en la actualidad: viajan más rápidamente. 

Soy partidaria de la realidad y de la verdad y ambas tienen diversas caras. La fantasía es una. La imaginación otra. La ilusión y la inocencia infantiles las más importantes. 

La ilusión y la inocencia son dos grandes verdades y realidades, vamos. Y salvaguardarlas es un deber individual y colectivo. Así que me bato en duelo por los Reyes y, de igual modo, por otros temas que no son secundarios y que tienen que ver con ello. 

Es curioso comprobar hoy cómo es posible que se difundan las mentiras más "estructurales" (un hombre no es un hombre, una mujer es quien se siente mujer, ser mujer es ser víctima "per se", todo hombre por el hecho de serlo es sospechoso y un potencial violento, etc.) y, a la vez, defender... ¿que hay que contarles a los niños que los Reyes son los padres porque... patatas?

De cenizos y aguafiestas está el mundo lleno y los woke, al final, son los peores, precisamente porque la realidad, como es, y la fantasía que ésta incluye y que no limitamos a la infancia—, son motivo de maravillarnos. Y de vivir, sencillamente. 

Es motivo de maravilla que una familia pueda hacer malabares y con 8 globos y 3 vasos de leche y sus galletitas en un plato sea posible que el zapatito o el calcetín de cada enano tengan al lado un juguetito la mañana del 6 de enero. 

Es motivo de maravilla, también en la infancia, que los niños "se inventen" amigos invisibles, que crean en duendes y en hadas, que un río hable y un puente y un arbolito le escuchen, que la mejor mascota para tener en casa pueda ser, contra todo pronóstico, un elefante

Es de agradecer que mi marido haga "comedia" cuando está triste para que yo no me preocupe justo en un mal momento, o que tal amiga haga bromas sobre su situación absolutamente desesperada para quitar hierro, aunque se eche a llorar un poquito más tarde y veamos cómo se puede hacer frente a este desastre. 

La vida adulta, la convivencia, la amistad, el matrimonio... están llenos también de pan, amor y fantasía, si no, serían absolutamente insoportables. 

Por las verdades importantes. 

Por las mentiras necesarias, las que son verdad

La verdad es paradójica, que diría Chesterton. Quien no lo entienda así es que es un zoquete. 

Brindemos, amigos, y que calle tanto petardo cenizo capaz de contar a un niño que los Reyes no existen y los que, a la vez, intentan convencerte de que a los niños a los 6 años hay que explicarles diversas fontanerías sexuales "porque son verdad". A veces son los mismos inaguantables, coinciden, habrá que preguntarse por qué.


2 comentarios:

Miguel Mesleón dijo...

La mayoría ni tienen hijos ni los piensan tener, pero sermonean a los demás sobre lo que deben hacer con los suyos con una facilidad...

Máster en nubes dijo...

Bueno, hay de todo. A mí es que apena mucho ese afán en tratar a los niños como adultos.