Bitácora de Aurora Pimentel Igea. Crónicas de la vida diaria, lecturas y cine, campo y lo que pasa. Relatos y cuentos de vez en cuando.

miércoles, 1 de octubre de 2025

El amor primero

"Escribe el ángel de la Iglesia de Éfeso. Conozco tus obras, tu fatiga, tu perseverancia, que no puedes soportar a los malvados y que has puesto a prueba a los que se llaman apóstoles, pero no lo son, y has descubierto que son mentirosos, tienes perseverancia y has sufrido por mi nombre y no has desfallecido. Pero tengo contra ti que has abandonado tu amor primero. Acuérdate pues de dónde has caído... "

Me quedo pensando ante este texto del Apocalipsis 2, 1-5 estos días, el amor primero, que me viene continuamente al corazón mientras leo a Antonio Pareja Pascual y su "Invisible Pablo" sobre un profesor, un texto al que he llegado tras su libro de poesía, "La hermosa pobreza", y el de "Historias de la pequeña ciudad". Con los tres he disfrutado mucho (gracias a EGM). 

Ese amor primero por Cristo, también por el marido, por la enseñanza, por la catequesis, por todo eso que es respuesta a una llamada... y lo fácil que es que se "olvide" en tantos sentidos, o que quede ensombrecido por el peso de la vida, de las dificultades. A veces sólo es cansancio, hartura, acumulación... Me ha gustado muchísimo "Invisible Pablo" porque me ha recordado ese amor primero que hay que alimentar, que dar calorcito, al que echar pequeños palitos que mantengan el fuego encendido.

Tengo que escribirle al autor agradeciéndole sus libros. 

***


Son los últimos días de Anita, no puede más, 16 años casi. Voy organizando las fotos, cuando llegó aquel 19 de diciembre de 2015, que parecía una galga de tan delgadita. Me dieron la perra que ellos quisieron en la Protectora, yo nunca elijo, explico cómo vivo y que me den la perra que ellos crean mejor, ésta vino con cinco años, como me pasó con Pepa y Olimpia, lo mío son las perras de edad "madura".

La veo saltando la valla de nuestra casa (metro y ochenta cm., no sé cómo lo hizo), comiéndose enterito aquel cocido para cuatro que me dejé en la cocina aquellos primeros días. Luego ya bañándose feliz en Carrofeito, andando hasta Brieva, plantada siempre en mitad de la cocina a ver qué caía. 

Han sido sólo este año y el anterior los del deterioro, el no poder subirse ya al coche, poner una rampita y ni con esas, los paseos cada vez más cortos por ese jadeo continuo, pincharla a ver si el dolor se le hacía más soportable.

Me está costando mucho este adiós. Algunas horas parece que está mejor, luego vuelve a jadear agotada, convulsiona con pequeños espasmos, el cuerpo lleno de quistes, no se sostiene en las patas traseras, se resbala y se cae sobre el culo. Sin saber bien qué pasa se me queda mirando, se queda también mirando al infinito a menudo. Duerme agotada luego todo el día después de noches dando vueltas por el dolor. 

Las tres reglas de Anita: estar encima de mí (literalmente), estar a mi lado... o saber dónde estoy. Mi trocito de tierra animada tan querida. 

***

Me censura X una foto del retablo del Monasterio de Santo Tomás en Ávila, esa maravilla de Berruguete, también me censura una fabada que hago con lo que me trae Cuca. Me avisan que no pueden ver las fotos, me da la risa. ¿Será el Cristo que corona desnudo arriba del retablo? ¿Y en la fabada la grasilla del cerdo flotando provocativamente? 






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