Bitácora de Aurora Pimentel Igea. Crónicas de la vida diaria, lecturas y cine, campo y lo que pasa. Relatos y cuentos de vez en cuando.

sábado, 26 de febrero de 2022

La huida como respuesta

Ucrania, la guerra. Tengo intereses en esto. Intereses personales, claro. Dejo la geopolítica a muchos expertos, que hay cientos al parecer y saben muchísimo siempre. 

No entendemos de qué pasta están hechos. 

Nosotros lo olvidamos ya hace mucho tiempo. 

Que hay corrupción allí, y no sólo en Rusia, no me lo tiene que recordar nadie. He estado allí, lo he visto, lo sufro desde hace mucho tiempo.

Pero es como si me dices que hasta que no seas "impecable" puedes morirte, que a mí plin,  que te den, Ucrania. 

Ofreces lo que tienes. Tu casa. Que vengan. Llegad a Polonia y os vamos a buscar. 

Da igual. No quieren. No sé si es que no pueden simplemente. Creo más bien que es que no quieren. No quieren. 

No lo entienden. No entienden que lo que les digamos es "huye". Y nosotros no les entendemos. 

Occidente ofrece la huida. La lleva ofreciendo mucho tiempo. Personal y colectivamente. 

Huye. 

Huye de lo que te suponga un esfuerzo. No huye ya de lo que te pudiera acarrear la muerte. No, ni llegamos a esos extremos, por Dios. 

Huye de... todo lo que sea decirte no a ti mismo y decir sí a algo más grande que te supera. 

Huye de los hijos.

Huye del compromiso.

Huye de estudiar (aprender se aprende siempre divirtiéndose, yuju)

Huye de tener un empleo, tú, hijo, ten una carrera. 

Los empleos son para los bobos, y tú eres enorme, chaval. La gente de bien tenemos carreras que nos llenan, nos realizan

Lo de dinero para poner algo sobre la mesa es de pobres y de gente que no se entera

Huye de tu mujer cuando sea pelma. 

Huye de tu marido cuando no sea lo que tú esperas. 

Huye, yo te entiendo y te preparo un lugar caliente. Y si ese lugar no te parece suficientemente confortable y sigues teniendo miedo, huye. 

Huye siempre y como sea. 

Yo comprendo perfectamente que no puedas con esto, con estos exámenes, con este petardo de jefe, con este abuelo. 

Ay, Dios mío, los abuelos, los viejos. 

Huye de este niño que tú no esperas. 

Huye de la patria. 

La patria es un invento, y aunque exista (de existir), pagamos a terceros (que tenemos al margen, es feo eso de las armas, etc.) 

Huye y canta conmigo para que todos seamos buenos. 

*****

De repente ni las matemáticas (que no aprenden y cada año volvemos a ellas), ni esa pregunta que siempre les hago "¿Qué quieres ser de mayor?" y que desde hace años no encuentra respuesta (para mi desesperación, soy totalmente imbécil, esto es lo que hay, soy una redomada imbécil)  tienen sentido. 

Tiene sentido todo su silencio, ese silencio eslavo, espeso, cerrado, que una mediterránea (idiota) no entiende. 

Quedarse es su respuesta. 

Ellas se quedan. 

PD: Y hoy en mi cabeza, también y muy especialmente, esas que hasta el final cuidan de alguien, hasta la muerte, con un infinito cariño y dando su vida. Porque no ha huido. Ya sabes tú quién eres. Eres todo un ejemplo. Justo lo que necesitamos en estos momentos: no huir, quedarnos. Aprender a quedarnos. Querer quedarnos. 


1 comentario:

Obdulia Bercedo dijo...

Qué innecesarios los grandes gestos cuando lo verdadero y auténtico se definen en ese desgranar lento que es la vida cotidiana.
Y me alegro de leer textos que denotan no solo cabeza, sino corazón.

Un abrazo.
Teresita.