Bitácora de Aurora Pimentel Igea. Crónicas de la vida diaria, lecturas y cine, campo y lo que pasa. Relatos y cuentos de vez en cuando.

lunes, 17 de enero de 2022

El click


Debería llamarlo de otro modo, porque, además, se equivoca con ese otro click de las redes sociales. Y además da idea de que somos seres mecánicos, máquinas. Como la expresión esa de "recargar pilas" y otras que utilizamos. 

Me llamó la atención que nos lo explicara Sánchez Palencia en el Máster, ver al ser humano como una máquina, resortes, tubos, das aquí, aprietas en ese otro lado y obtienes un resultado.  

Y no.

Con el click quiero referirme a ese momento en el que ves algo de un modo que no lo viste antes. O lo ves por primera vez, de repente. Y, en su caso, cambias, te pones al tajo. O continúas en ese tajo con más brío. 

Me pasó estudiando latín en el BUP (que voy a volver a estudiarlo, sí, a ver si tengo tiempo este verano). Estás en un túnel largo, oscuridad, hasta angustia, quisieras tirar la toalla. No entiendes absolutamente nada. Y, de repente, empiezas a ver la luz al final. Y sales del túnel. Y puedes mirar por la ventana. Y distingues algunos perfiles, árboles, campos. El click interno, el resorte, el ver por fin algo. Entenderlo. Darte cuenta. Ya no soy que me persiga alguien dándome la vara o insistiendo en explicarme algo, o yo agotada sobre un libro, es que ya lo veo, ya lo entiendo. Ya. Ya. 

Pasa en otras cosas (en Lógica, aymimadre). Tengo fe en que podré. 

Y pasa, también, en la conciencia.

Hoy hablé con varias amigas y familiares. Estoy triste. Estoy cansada. Y estoy casi sin esperanza. 

Yo no he educado a nadie, vaya esto por delante. Así que no sé nada. Pero la sensación que tengo es que hasta que por dentro un niño, un adolescente, no entiende, no "ve" eso que le repites tanto -y no hablo de "contenidos formales"-  no hay nada que hacer. Salvo seguir insistiendo con paciencia y rezando. Y esperar al click. Me dicen M y S que se producirá. Yo sólo espero que no sea demasiado tarde. 

Aprender para saber, porque es importante saber, saber por saber y para no ser un ignorante. No ser un ignorante por no serlo, finalidad fundamental y primordial. Y secundariamente para que "cueste" un poco a los demás pisarte. Eso también es importante. 

Lo sé. Es "mejor" una sociedad de ignorantes. De ignorantes pendientes de una pantalla. O de la tripa. O de los bajos. Soma para todos. Los siervos de la gleba revisitados. En eso estamos, en que siga habiendo esclavos. Por eso no se habla de esfuerzo y hay una compasión mal entendida y tramposa en el mejor de los casos. Y en otros, conspiraciones aparte, hay una trama bien armada: cuanto más ignorantes, más manipulables y mano de obra más barata. El ideal: pobres e ignorantes... creyendo que son libres por "tener" dos chorradas ligadas a fontanerías varias. 

Vi con ellas "Los miserables". Me dijo Gonzalo "pero qué cosas se te ocurre que vean". Me importó un guano. 

Carne de cañón. 

Ves la apisonadora acercarse. Y no puedes hacer más. Porque es ya el click suyo, el interno, el que debe sonar antes. Y sin ese click, sin que lo entiendan y se pongan al tajo, no se puede hacer ya nada. 

Lo sé: habitualmente las personas hacen lo que saben y lo que han visto, lo que les han enseñado, lo que les rodea por goleada. Sustraerse es en muchos casos un milagro. A veces pasa. Y otra no pasa. 

Pero sí, no somos máquinas. Hasta las programaciones mejor hechas fallan. 

Ya no es el click, pido un milagro. 

1 comentario:

Obdulia Bercedo dijo...

No es magia. Son las ganas de abrir los ojos, de querer ver. Pero cuánta falta hacen las personas que, pacientemente, sirvan a ese noble fin que es poner tiempo, atención y afecto para ellos.