Bitácora de Aurora Pimentel Igea. Crónicas de la vida diaria, lecturas y cine, campo y lo que pasa. Relatos y cuentos de vez en cuando.

lunes, 22 de febrero de 2021

Fuegos artificiales en la playa

Hace año y medio nos acogieron en San Sebastián a las niñas y a mí mi prima Asun y por extensión Gloria y Javier. Llegamos casi al final de la Semana Grande, pero pudimos asistir dos noches a los fuegos artificiales desde la playa de la Concha, la gran final o lo que fuera. 

He recordado esos fuegos tan bonitos, tan espectaculares, pin, pan, pun, cascada, y luego otra cascada, y cuando crees que ya se acaba, otra más, y otra, hasta llegar a la final, una flor tras otras, como dientes de león desde arriba, desde el puerto, ya no sabes desde dónde vienen. Y de repente la oscuridad de nuevo porque se acaban. Fin. 

Aquella ilusión en la cara todavía de Vikka y Zoryona andando de vuelta a casa. Y yo, una vez en la cama las niñas, intentando distinguir las estrellas desde el balcón. Esas que en Ávila tan bien veo. Cuanto más oscuridad hay, cuanto menos iluminación artificial, mejor se ve el cielo. Pero son tan bonitos los fuegos, tan espectaculares, son una gran belleza. 

También me ha venido a la cabeza el final de la "En busca del fuego", una película estupenda, brutal y cierta, un hombre y una mujer primitivos, vestidos de pieles, y el hijo que esperan -ella le ha enseñado a copular de frente- mirando la luna, el infinito ante ellos. También ella le enseñó a reírse. Lo que se dice una compañera. 

Todo esto lo he recordado al hilo de la lectura del diario "Un ser de lejanías" de Francisco Umbral que encargué al ver el documental que sobre el escritor han hecho y que está estupendamente (la vi en Filmin).

A veces algo resuena con fuerza, hay un eco que te mueve a leer a alguien. Y en este caso fue ese alejamiento de las cosas o del mundo, o al revés, el alejarse uno del mundo, esa sensación que de modo creciente se puede tener y no sabes qué fue primero: ¿el mundo dejó de interesarse en "tus cosas" o fuiste tú el que ya no te interesan "las cosas del mundo" o lo que sea? Creo que ocurre a medida que se cumplen años y que ves que el final se acerca. 

Leí de un tirón este fin de semana a Umbral, las últimas páginas ya el domingo por la tarde mientras escuchaba a Andrés Amorós y unas canciones francesas preciosas, y naturalmente tristísimas, en un podcast de esradio.  Cita el propio Amorós al inicio de su libro "Maestros y amigos", que tanto me está gustando, a Pascal y ese "Le moi est haïsable" y luego a Montaigne "Soy yo mismo la materia de mi libro". 

Doy la lata a dos hombres buenos y amables. A mí la amabilidad me interesa. Y me parece más costosa, que implica más trabajo y habilidad, más costuras y remates y silencios, la escuela de la (búsqueda de la) luz que la de los maravillosos fuegos artificiales que nos dejan con la boca abierta. 

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