Decido ir al cine el lunes. Duran poco algunas películas en cartel. Voy al Renoir a ver Chéri antes de que la quiten. Creo que intenté leer la novela hace muchos años. El caso es que la recuerdo vagamente.
Nada más empezar me acuerdo de otra película, la de Chanel, sobre la que escribí hace un año. Y la diferencia que hay entre una mantenida –alguien que da afecto y sexo a un solo hombre a cambio de la protección económica de él- y una prostituta –alguien que se acuesta con cualquiera que pueda pagarle por hacerlo-; no es lo mismo y a menudo se confunden. Chanel fue, por ejemplo, mantenida una temporada por el barón Etienne de Balsan y luego por Boy Capel del que sí estuvo muy enamorada. La protagonista de Chéri es una prostituta, Lea, de alto nivel de la Belle Epoque, contemporánea, por cierto, de Chanel en sus inicios. En este caso mucho Poiret y todavía muy poco Chanel, excelente puesta en escena, vestuario, exteriores e interiores.
El caso es que Lea de Lonval es una cortesana casi retirada interpretada por Michelle Pfeiffer. Es riquísima, ha hecho una fortuna considerable, como también la ha hecho otra colega, Madame Pelaux, Kathy Bates, ésta ya ajada, gorda y cruel, mala hasta decir basta. Lo hace la Bates de muerte, está estupenda. Pues bien, esta Madame tiene un hijo de 19 años que pone literalmente en manos de Lea porque le preocupa al parecer que el chico no acabe de “centrarse”, aunque ella realmente no se ha ocupado nunca de él. Ese hombre joven es Chéri, así le llama Lea.
Yo no recuerdo bien si en la novela Chéri tenía ese amaneramiento que le hace tan repelente y tan poco atractivo como hombre. Si de eso se trataba el actor da el tipo fenomenal. El sujeto es un chisgarabís de espanto, débil, inconstante, un niñato, un inmoral y encima lerdo, o al menos así pintado me pareció a mí, quizá es solo mi mirada. Eso sí, da mucha pena lo de que su madre no le haya hecho ni caso nunca, muchísima, pero no tanta.
No es que tengan un lío Lea y Chéri, es que dura 6 años su relación. Vamos, parece que se aman. Ella lo mantiene ese tiempo. Joé, pues sí que debía de amarlo. El caso es que transcurridos esos años a él su madre lo quiere casar con la hija de otra prostituta que está en la profesión todavía, muy ocupada, y quiere deshacerse de la lata de su hija Edmée, una pobrecita que acaba de salir del colegio y que no sabe de la vida nada. Y les casan a ambos. Lea la pobre sufre una barbaridad porque quiere a Chéri de verdad, pero le deja ir hasta elegantemente. Eso Michelle lo hace de muerte. Pero él, malo y cruel como su madre, trata a su mujer como un borrico, un animal, como el cerdo que es. Muy literario y todo lo que se quiera, pero es de tirar el tipo, lo abofetearías tú misma por mucho que no haya tenido madre. Lea se va a Biarritz, que es muy bonito, a ver si se le pasa la pena y se lía con otro tipo también joven, que ya es afición al tema, y no por dinero, sino porque realmente está muy colgada de Chéri y parece que es el modo que tiene de intentar olvidarle, yéndose a la cama, aún sin amor ni tampoco con dinero de por medio, con otro, aunque luego pasa de este último joven, porque le acaba por aburrir al poco. El caso es que… en fin. Sigue la película y la novela pero no voy a destriparla... ya es bastante.
Así visto y contado… parece todo una inmoralidad y lo es, como es también una historia de amor muy interesante en el fondo. Pero creo que no es la inmoralidad que se piensa, ni quizá tampoco del todo la historia de amor que muestra. A ver si lo puedo explicar, porque la película, coñas aparte, no lo puedo evitar, me ha gustado mucho. De verdad que me ha gustado, es muy buena, como lo es la novela. Es la vida, por Dios, por eso hay que reírse un rato y pensar otro, ambas cosas preferentemente.
Chéri es la historia del amor (no vamos a poner adjetivos como “loco” o "de madurez”, etc, porque sería limitarlo… y es lo que no creo que se merezca esta historia) como una posibilidad que se tiene o se abre, que se plantea sin plantearse. Más bien una posibilidad que te (nos) "encierra", de poca o nula libertad y mucho miedo al que uno o una se pliega ante el paso del tiempo, la soledad y la decadencia propia, o sea, la vejez. Es también el modo en que un amor puede ser manipulación soterrada, admitida desde luego, mutua incluso, aunque a veces de la parte que ama más a la que ama menos, aunque pueda parecer lo contrario.
Que Cheri sea mucho menor que Lea es, más allá del dato en sí, menos sustantivo de lo que parece. Es otro modo de expresar esa otra “minoría” más patente de alguien en otros temas, para empezar en inteligencia y en corazón, -él no tiene ni de una ni del otro- de modo que Lea se hace la maestra de él. Un papel de madre y guía que, como se sabe, resulta muy sugestivo en pareja, como lo es el de papá, mentor o hasta salvador de la otra persona si fuera Lea un hombre y Chéri una mujer. Esto sirve para muchas cosas. En esta historia para que ella le retenga un tiempo, no mucho, aunque sí bastante: él es bastante corto o quizá no, quizá muy bueno en la cama o lo que sea, ya me lío hasta yo de por qué duran tanto tiempo... En otros casos esto de salvador - salvado (papá o mamá y niña o niño) es variado: paso revista y te repito lo que he hecho por ti, dónde te encontré y hasta dónde te llevé, lo mucho que te amo y te he amado, etc. Lea es más elegante, pero tiene eso dentro también, aunque no lo diga ni manipule cuando podría hacerlo muy fácilmente. De nuevo esto la Pfeiffer lo borda, aunque ya lo he dicho dos veces, pero es que impacta. Pero Chéri le llega a reprochar a ella el papel de madre que ha tenido, porque está en la relación, claro, y al final no le mola tanto al que es "hijo" (protegido, protegida, lo que sea) aunque parezca que le es cómodo. Y ella le acaba dando la razón, la pobre. Aunque en cambio no parece dolerle tanto el ser madre y no tanto compañera, curioso esto.
Que Lea sea una prostituta retirada tampoco es relevante en sí, creo. Sí lo es el hecho de que es la parte más experimentada, por así decirlo en “amores”, y que debería, teóricamente, ser más cauta en ellos, estar ya casi como inmunizada a ese "fall in love", que mira que lo dicen bien los ingleses. Y no lo es, es la que parece que ama más que la “contraparte”. Ese amor que describe Colette es un amor donde precisamente la categoría humana del otro, su peso, su calado humano, no importan absolutamente nada: cuanto menos sea el otro por dentro, cuanto menos valga, a veces es mejor, más se puede crecer uno en el fondo y a la vez engañarse con la baratija de algo, sea juventud, belleza u otra cosa externa. Porque es sobre todo el miedo quizá lo que parece mover a Lea a amar a Cheri de ese modo desesperado, incomprensible, tanto por la experiencia de ella como por “los valores” de él, que ya digo que está pintado como un chisgarabís de espanto. Porque es ella la de calidad humana por goleada, con todo lo es y la novela lo demuestra. De nuevo aquí la actriz da el do de pecho, también porque ya digo que al otro ser humano te dan ganas de llevarlo al jardín de infancia y que empiece por el principio de todo. O quizá simplemente: que tenga una madre que le quiera primero, así no tiene que buscarla luego ni estar tan desvalido afectivamente hablando.
Es muy interesante ese aislamiento en el que vive un amor así. Aquí se explica porque ella ha sido una prostituta y estaban aisladas socialmente. Pero si se piensa un poco se puede ver ese rastro de aislamiento, a veces deseado, otras doliente, de esos amores como éstos, ese no necesitamos a nadie, querer ocultarse por necesidad o por prudencia. Pero también porque un amor así, de ese calibre y perfil, se tiene que vivir de ese modo, aislados, es lo que demanda: el dramatismo, la aventura y ese profundo romanticismo de lo que tiene que quedar opaco a la luz pública. En fin, la leche. Si un amor es público es como menos, ya se sabe.
Al final el amor así visto es como una fuerza imparable, un destino al que uno no se puede enfrentar de una manera libre y consciente, con corazón, pero también con cabeza. Es un ciego esclavo por ese miedo tan humano y comprensible ante la vejez sola, también como una tarea de extraña y manipuladora maternidad cuando no se ha podido ejercer en su caso, eso desde Lea. Desde el otro, de él, Chéri, como una necesidad entre voluble y enfermiza, nada atractiva, de alguien que no ha madurado, incapaz de tomar una decisión como una persona, que no tuvo en su día la madre que necesitaba: de algo propio de un niñato bueno solo para la cama pero sin nada más detrás, o sea, poquísimo, me parece. Nada que ver pues con un hombre de verdad, un compañero en todo el sentido de la palabra compañero. Joé, Lea, guapa, ¡tantos años para caer en algo tan malo y tan elemental! Pues para eso la carrera te ha servido de bien poco. Yo creía que las putas de alto nivel eran más listas, más sabias. Y luego además con esa casa en el norte y la otra que tú tienes en París, con todo eso y tú ya, a tu edad, ¿te buscas ese tipo de problema? Si fuera un pedazo de tío que te tuviera como una reina se entiende, pero ese niñato, por Dios... Pues nada: continuamente pasa esto. Por eso es tan buena esta novela.
En fin, los franceses y otros son capaces de escribir estas cosas y bordarlas de tan reales que parecen.
Se pueden cambiar el sexo de cada personaje, las edades, la época, la profesión de ella o cómo es Chéri en concreto, que la historia se podría hasta repetir bastante, me parece. No sé, he creído ver detrás de ella el rastro de algo más permanente, a menudo más constante y más aterrador por ser más cercano. Claro que habrá quienes hablen de que Chéri al final es "solo" una historia de sexo, pasión o fuerzas similares. No sé, creo que, aunque fuera así, en ello suele haber todo lo que explico. Pero quizá es solo mi mirada, quizá analizo demasiado y me río otro tanto. Insisto, es buena la historia, y la película, y se puede ver llorando pero también muerta de risa, o a medias, es lo más aconsejable.