Todos los días a eso de las ocho sé que no debo de llamar a ninguna amiga o sobrina con niños pequeños. Comienzan los baños y las cenas de muchas de ellas y el teléfono molesta. Tengo que esperar más adelante y a veces la cosa se complica, se me pasa llamar, lo dejo para el día siguiente a ver si las pillo.
Todos los días también a esa misma hora quienes tenemos padres y ancianos cerca comenzamos a notarles inquietos, depende también del tipo de persona mayor que sea. La vida se les puede hacer muy larga a algunos, lo queramos o no ese es también el tema.
Mi madre se revuelve en su sillón, aunque esté viendo la tele, y, aunque yo no esté, ya se sabe que hay que darle de cenar a las 8, como mucho a las 8.30 o se le hace todo interminable, se desespera pensando eso de "Y en esta casa ... ¿cuándo se cena?"
El otro día compartía con amigas experiencias de ancianos y sus manías que se juntan con las nuestras en un tejido de pequeñas cosas nimias, tontas, a veces divertidas que hacen la convivencia y la familia un conjunto de anécdotas a veces muy parecidas.
"Le dijimos a mi padre con mucha prudencia que mi hermano, su hijo, había muerto. Pensamos que le íbamos a dar un disgusto gordísimo, que de esa no iba a recuperarse. Siguió adelante, como si no le afectase. Luego caímos en la cuenta. Está tan mayor que no es que no se entere, es que le supera ya tanto todo, ha vistoya tantas cosas que es su modo de reaccionar a estos años."
Recordé algo más. Una tarde triste, tristísima hace un año casi. Una noticia que te descoloca, ya sabemos que entre salud, amor y trabajo las malas noticias pueden ser terribles, durísimas, que te quiten el hambre y las ganas durante meses. Y la vez...
A la vez, si tienes un anciano cerca, seguro que te pregunta sea cual sea la noticia que han recibido a eso de las ocho u ocho y media... "Y en esta casa... ¿cuándo se cena?".
Benditos ancianos, benditas cenas, como benditos sean los baños y las otras cenas de niños que nos hacen seguir viviendo a veces sin darnos cuenta.
Un viejo refrán dice: "Hay que estar al caldo y a las tajadas".
ResponderEliminarY es cierto que, aunque los asuntos trascendentes nos ocupen la cabeza, hay que seguir atendiendo a la intendencia de cada día.
Saludos.
Los viejos ... yo tengo una tía soltera de 84 años que me repite -ellos se repiten mucho¡¡- constantemente que es muy dura la ancianidad, incluso cuando estás con gente que te quiere ... y aunque frecuentemente me parece pesada y reiterativa, me temo que tiene razón.
ResponderEliminarHay ancianos que se conservan de maravilla y son un pozo de sabiduría, saber estar, una fuente de aprender si uno lo sabe aprovechar.
En otros el alzheimer, los olvidos, el parkinson ,... ha hecho estragos, y existe con ellos el peligro de la indiferen cia, del arrinconamiento, ...
Juan Carlos, una se pone a pensar y la verdad es que creo que no hay nada más trascendente que bañar a niños y hacer cenas. Lo digo para los que movemos papeles de un lado a otro, que es básicamente lo que hacemos algunos entre los que me encuentro... (o esa sensación tengo a veces). Otra cosa será para los que hacen cosas trascendentes como ponerle a uno un corazón nuevo, hacer puentes, casas, enseñar a gente... etc.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte y gracias por leer y comentar. Yo sigo sin recuperarme de los gogos esos... Me dejaste de piedra.
El tema Modestino, ¡ay!... es ... que ya somos viejos algunos - o cerca- y "ya" nos repetimos, por lo menos me repito una barbaridad. ... ¿Cómo era cuando hablábamos seguidos y nos acordábamos de cómo se llamaba todo el mundo?
ResponderEliminarModestino, como tu tía soltera esa soy ya, me temo.
Y hay personas mayores no obstante que están teniendo una excelente vejez sin problemas económicos (que no es moco de pavo), con sus hijos cerca y pendientes, con casa, sin enfermedades serias... y bueno, pues sí, sin marido, hijo, pero que es que eso ya no podemos hacer nada. Ya lo sentimos, de verdad, muchísimo.
Te cuenta gente que hace asistencia domiciliaria y enfermeras lo que hay en Madrid en el centro y otros barrios y te estremeces: gente que no recibe visitas jamás, que no sabe ni dónde viven sus hijos, casas que se les caen a pedazos, gente que no come bien o no come porque se olvida o incluso no tiene dinero. Etc., etc., etc. Como para dar gracias muchos y saber lo que se tiene.
Un fuerte abrazo, jurisconsulto y buen findesemana en tu sillón de orejas ese de la foto je je...
He convivido con mis abuelos toda la vida y ahora que soy yo la madre, veo como mi pequeña y mi abuelo de 86 años se entienden como no lo hacemos ninguno. Siempre me dice que hacerse viejo es hacerse transparente y, a pesar de no poner muchas veces las cosas fáciles, es el tiempo el que les da una magnificencia que las arrugas, los achaques y los reproches no enturbia por más que lo intenten.
ResponderEliminarPreciosa entrada Aurora, un beso.
Yo tengo a mi madre que gracias a Dios está en forma aunque empieza a tener problemas de memoria (67 años). Espero en el futuro estar a la altura de las circunstancias y cuidarla como es debido. El problema seré yo, ya que no tengo hijos, pero bueno, no vale la pena conjeturar sobre el porvenir pues la vida no sabemos cuándo se acaba. Un fuerte abrazo y feliz fin de semana.
ResponderEliminarLa hora de la cena es sagrada... teniendo casa y habiendo cena que llevarse a la boca.
ResponderEliminarEs importante no olvidar la hora de la cena. También es importante no olvidarse de los que no tienen
ni hora ni cena.
Cena bien, Aurora.
Cuando leí el primer párrafo de tu post, recordaba una amiga mía que tuvo tres hijos muy seguidos, y que decía que los finales de tarde en su casa eran un verdadero triatlo familiar. Y tenía mucha razón. :)) Mi padre era una persona brillante, interesantísima, un conversador impecable - y ahora, muy mayor, desarrolló una capacidad increíble de "oído selectivo". Es divertidísimo, y el creo que se divierte mucho también, pienso que ha querido hacerlo durante toda su vida, era la típica persona sin la menor paciencia para tontos, sin manifestarlo jamás. Le quiero un montón.
ResponderEliminarDos cosas:
ResponderEliminarrelativo a los ancianos: Miss Daysi me esta matando, Santo Job dame paciencia... ya te contaré, ya. El caso es que me quiere tanto y tan incondicionalmente que me siento un peaso perro si no desarrollo con ella 1.000 veces mas paciencia que con nadie (quitando mi hijo, que también me ha hecho sorprenderme, dicho sea esto alejandome todo lo posible de la cursileria facilona)
Relativo a tu frase: "Le dijimos a mi padre con mucha prudencia que mi hermano, su hijo, había muerto. Pensamos que le íbamos a dar un disgusto gordísimo, que de esa no se iba a recuperar. Siguió adelante, como si no le afectase. Luego caímos en la cuenta. Está tan mayor que no es que no se entere, es que le supera ya tanto todo, ya ha visto tantas cosas que es su modo de reaccionar a estos años."
Miedo me da darme cuenta de que estoy desarrollando una capacidad de encaje y resignacion que pa'qué, porque la actitud del señor ese me resulta sospechosamente familiar. Ayayay, me parece que voy a tener que me terle unos buenos quiebros de cintura a la pequeña crisis existencial que me temo se me acerca. La he visto de reojo...
Besos. Cuanto me gusta cuando haces ensayo. Ya lo sabes.
Tenemos una cita pendiente, Aurorisima, guapérrima!
Niños y ancianos, dos inocencias que necesitan rutina y cariño. La rutina y el cariño, los niños, los ancianos, todo aquello a lo que te debes, el trabajo, nuestros propios sueños... a veces yo no tengo ya de dónde dar. No tengo. Pero también "la vida nos sujeta porque precisamente no es como la esperábamos".
ResponderEliminarUn beso, Aurora.
Agotado y feliz (pero agotado).
Bendita la vida, querida.
ResponderEliminarY bendigo también (cual estafetero de mi pueblo) cada uno de los besos que te envío. Muchos, muchos, muchos.
Pensaré en tu estupenda entrada esta noche cuando bañe a los niños. Un beso, Aurora.
ResponderEliminar¿Y que me dices cuando se les olvida que han cenado y te echan la bronca porque no les das de comer?
ResponderEliminarHay personas en las que eso llega a ser una obsesión, quizás sean fijaciones de duros tiempos que les tocó vivir o las propias de supervivencia que quedan cuando olvidamos los corsés culturales.
Una lástima.
Rocío, guapa, me imagino a tu abuelo con tu hija, a veces los extremos (en edades) se llevan estupendamente y te da mucha alegría. Yo recuerdo al hijo de alguien subiéndose a la cama del bisabuelo, encamado el pobre desde hacía mucho tiempo, tan campante, le parecía lo más normal y no le impresionaba nada. Mañana voy al teatro a Kafka y la muñeca viajera, te contaré... Y acabo de ver una crítica de Brujo que está en Madrid y se me han puesto los dientes largos, me encanta...
ResponderEliminarJosé Miguel ¡qué suerte una madre tan joven! una mujer a los 67 años suele estar estupendamente, así que que Dios te la guarde por muchos años. Voy a visitarte ahora a ver si hay algo macarronico o no macarronico en tu blog... (feliz fin de semana... me imagino el viento que tendréis por Cádiz...)
ResponderEliminarJavier, qué razón, ay Dios. En fin, eso, que es suerte cenar, tener cena, tener casa, tener hora, rutina ... poder quejarnos hasta de la rutina o al revés, refugiarnos en ella. Me paso también por tu casa que hace tiempo y no sé si hay entrada nueva tras las piedras y los chozos esos...
ResponderEliminarAnnemarie, yo me quedo alucinada muchas veces del ritmo y la logística doméstica de muchos amigos y familiares. Todavía recuerdo en casa de una amiga malagueña a las 7.30 de la tarde después de trabajar dando clases, con 4 hijos, madre, marido, etc. y yo de invitada que dice... "voy a hacer pasta"... Y se pone la tía a hacer pasta natural, de la de verdad... Y yo con los ojos como platos... Ah, y tenía también perra, y cabra, y madre (con permiso, no es la última, pero vamos para que te hagas idea)... Y ella, como si nada, hala... Jodér, eso sí que son fuerzas de la naturaleza (y su santo otro santo bañando niños mientras tanto).
ResponderEliminarPor Dios bendito, hay gente que tiene talentos a mansalva...
Y otra cosa: lo de tu padre... qué bueno ... ese no soportar a tontos y que no se note, joé, qué bien ¿no?
ResponderEliminarAsier, en fin, hay gente a la que se os junta el bebé y la abuela. En fin, que lo estarás haciendo genial, venga, un abrazo. Y que ya sabes dónde está tu casa "a Madrid" que dirían los franchutes, luego siempre podemos discutir ... que ya sabes lo bien que lo pasamos.
ResponderEliminarOlga, ya, y es verdad... que hay veces que, como le pasa a Asier y a tantos, es como si te tirán por abajo los niños... y por arriba los mayores... y dices ¿y yo cuándo? Ayer tuve reunión de amigas (10) y ese fue uno de los "temas" así de pasada... que salieron. Natural, la vida. Pero luego también te planteas la cantidad de gente que está sola, solísima, no sé, que tira del carro totalmente sola... Algunos tienen con todo de lo que tirar... pero también en quién apoyarse...
ResponderEliminar(El jamón de Teruel me lo mandas a mi domicilio, ya sabes que trabajo en casa básicamente)
(Señoras, señores, Olga Bernad tendrá en breve su novela Andábata en las librerías. Pondré la crítica aquí en cuanto esté en ellas, yo la he leído ya, comentada fue devuelta a su autora, soy entusiasta pero también sincera y no digo lo que no pienso ni en público ni en privado... Es DIVERTIDÍSIMA, yo me lo pasé genial leyéndola, estoy segura que va a ser un éxito... )
Juanma, besos de vuelta también con bendiciones, y que conste que te copié y cada vez que envío algo le digo al de correos que me eche un par de ellas al sobre. Soñar es gratis, y es estupendo entrenarse en el no, no pasa nada. Se gana peso con el no, se hace uno más fuerte. Así que, en el "peor" de los casos, se crece.
ResponderEliminarPero nos veremos, es que estoy segura.
Ridao, de baños y niños podrías tú hacer una entrada o muchas... Mira, el otro día pensando en amigos con niños me acordé de un almohadón que compré para mi casa y luego regalé a una amiga y que ponía "You can't scare me, I have children", se lo llevo una de mis amigas con niños chicos, tengo varias. Es un dicho inglés o americano, ya ni sé, que es algo así como "con niños ya no me asusto de nada y aquí me las den todas" ...
ResponderEliminarPues eso, de valor va la historia esa, creo. No sé, me parece que más allá de la logística que muchos os gastaréis... hay valor y mucha alegría. Joé, ¡qué suerte! ¿no?
Ay, Dorda, manías hay tantas... No sé, ... ¿y lo de tener que llegar a todos los sitios media hora antes? ... Y lo peor: cuando te ves con las manías de tu padre o madre... ¡a los 40 años! (horror, terror, pavor... que tienes todavía 40 años más para que esa manía se te haga más y más grande...
ResponderEliminarTambién pasa que la gente muy mayor como es lo fijo que tienen y se entretienen a veces con poco... pues es lo que les "llena" el día: el desayuno, la comida, la cena... En fin, o "Amar en tiempos revueltos"... a las 4.
Sin hijos y con los padres viviendo aún en sus respectivas casas, no tengo la experiencia directa, pero sí que recuerdo cuando pasaba los fines de semana con mis abuelos... Siempre surgía lo del horario de la cena.
ResponderEliminarMaravillosos recuerdos.
Un saludo.
Alegre Opinador, gracias por venir. ¡Qué cenas en casa de los abuelos! Yo me acuerdo de un abuelo de unas primas mías que era de esos hombres mimados mimados por su mujer ... y que se enfadaba cuando había fruta y queso de postre, nada más... ¡Cómo que no hay postre! se quejaba... tronchante era... Y luego pidiendo que le acercaran las tijeras... que estaban a dos pasos en la mesa...
ResponderEliminarAy qué hombres a veces, cómo se les mima...