Una de las cosas más diferentes que tiene mi tía es que nadie sabe bien qué hace, a qué se dedica.
Mi madre, por ejemplo, da clases en la universidad de lo que ella piensa que ya no le interesa a nadie. Tiene pocos alumnos, pero está todo el día de arriba y abajo. Sin embargo, yo creo que en el fondo le gusta mucho enseñar precisamente eso que no sirve para nada, le hace más ilusión. A mi madre le va mucho nadar contra corriente. Es tan contreras como mi padre, pero de otro modo. Mi padre, ya lo he contado, es psiquiatra, no hace más que trabajar en el hospital y luego pasa consulta en otro sitio por la tarde. Siempre comenta que él en esta sociedad tiene mucho que hacer y que nunca le faltará trabajo.
Tía Marta actuó en una serie de televisión que tuvo mucha fama. Era de un supermercado. Hacía de una chica que trabajaba de cajera. Allí empezó y acabó su carrera de actriz. Luego trabajó en el cine, detrás de las cámaras. Después, como ayudante de un fotógrafo en Londres tras casarse. Cuando volvió a España estuvo en casa enferma, no salía casi. Al poco de ponerse buena de nuevo empezó en algo relacionado con el arte, en una galería. Luego quiso volver a estudiar y se matriculó en una escuela de teatro para hacer creo que dirección de arte, que es quien controla las cosas que salen, el decorado y eso, la dirección que no es de los actores, sino de lo que tú ves en la pantalla o en el escenario, según ella me ha explicado. Así ha estado una temporada, pero no lo ha llegado a terminar. Le quedan sólo dos asignaturas que mi padre le anima a que acabe.
"Y tú, Marta, … ¿qué haces ahora?” es la pregunta que más le molesta a mi tía cuando se la hacen en las celebraciones familiares, en alguna boda, en reuniones de amigos de mis padres.
“La hacen con retintín, parece que no hago nada solo porque no tengo un trabajo de 9 a 6 como el resto de los mortales… ” se queja ella.
“Eres muy susceptible, Marta, no es así. Es que es muy difícil seguirte con tanto salto. La mayoría de la gente está acostumbrada además a que uno sea una cosa toda la vida, médico, ingeniero, profesor, secretaria. No lo hacen a mala idea ¿sabes?... ” Mi madre intenta explicarle lo que pasa, la anima para que no se sienta dolida o rara.
En el fondo a mi tía Marta sí que le importa lo que piensan de ella, yo creo que al final no tiene tanta cara. A mí me parece que a ella le gusta sentirse algo diferente a los demás, pero no demasiado.
A mi abuela por lo visto no le hacía ninguna ilusión que mi tía fuera actriz, más bien nada. Opinaba que era una profesión muy inestable y que su hija ya lo era bastante. Por eso discutían, según me ha contado mi padre. Antes de morir, mi abuela le dejó una casa a mi tía para que no estuviera agobiada por si no ganaba suficiente dinero con eso del teatro. Además encargó a mi padre que cuidara siempre de su hermana, pasara lo que pasara.
Mi abuela me han dicho que murió de cáncer cuando yo tenía tres años. Fue todo muy rápido y tía Marta se quedó con el abuelo que estaba muy triste en la casa. Entonces en el verano siguiente el abuelo conoció mejor a Doris, que es inglesa, y se consoló bastante. Doris vivía en Mallorca, era de las vecinas de mi abuela, aunque más joven que ella, unos años mayor que mi padre. Al final del verano dijeron mi abuelo y ella que se casaban y que se quedaban los dos a vivir en Mallorca. Doris dijo que a Madrid no venía ni atada.
Tía Marta entonces decidió que ella también se casaba con un novio que tenía entonces, el que llamamos ahora “el innombrable”. Era actor también, y salían y eran novios un rato, pero luego no, lo dejaban y volvían otra vez. Y así estaban, cogiéndolo y dejándolo, según me han contado. Eso dice mi padre que es muy mala señal antes de casarse. Pero mi tía Marta estaba muy sola y muy necesitada. Se había quedado, como dice mi madre, “desangelada”, sin su madre con la que discutía tanto. Y sin su padre, que primero estuvo muy triste, pero luego ya no, porque encontró a Doris que le hizo caso y se enamoraron los dos. Eso pasó, se enamoraron.
Mi padre dice que entiende que su padre se casara. Opina que la soledad es muy dura tengas la edad que tengas, estés o no acostumbrado a vivir o estar solo, mucho peor si has estado acompañado toda tu vida como el abuelo, que se casó a los veintipocos años y se quedó viudo a los sesenta y tantos.
Doris es mi abuelastra y no es mala, solo que es muy distinta a como era mi abuela y ha costado algo en la familia acostumbrarnos a alguien tan diferente, se nos hace raro. Pero ella no nos cae mal ni nada.
En la boda de mi tía Marta yo llevé los anillos. Fue en la playa. Ella llevó un vestido de campesina con las zapatillas de esparto como si fuera pobre. Justo lo contrario que otras bodas en que yo he estado donde todos vamos de punta en blanco. Parecía que estábamos de picnic o de paseo, decía mi madre.
Ahora todas las fotos de la boda de mi tía Marta están cortadas por donde aparece el innombrable. Hace raro verlas así, con ese hueco donde él estaba.
Intento incorporarme a tu nueva serie narrativa. Parece que promete mucho. Muchas gracias por todo, Aurora.
ResponderEliminarUn abrazo.
El "innombrable" es un personaje más universal y peligroso de lo que solemos pensar. ¿No crees? ¿Po ahí van los tiros, por él?
ResponderEliminarBesos.
Vamos a ver en qué queda, JM, gracias por leer. Un abrazo.
ResponderEliminarNo tengo ni idea de por dónde va a salir Elvira con esto y si el "innombrable" lo es o lo fue por algo serio o, como ocurre a veces en algunas rupturas él o ella -los "ex", en definitiva- acaban siendo los "culpables" e "innombrables" para la familia contraria o la pareja que dejan.
ResponderEliminarHay de todo en esta vida.
Bueno, la verdad, Juanma, es que sí lo sé. La historia está casi hecha aunque no esté escrita entera. Quiero un poquito de intriga si es que puedo. No soy capaz de crearla como otros hacen, según veo ;-) Un abrazo. (Marta, en cualquier caso, no es ningún chollo como ahora veremos...)
Estimadisima Aurora: ¿Me podrias decir una sola familia que no tenga un innobrable o una innobrable? No, si al final me engancho al relato.
ResponderEliminarnada más atractivo que dedicarse a lo inútil, el triunfo último de la estética sobre la ética.
ResponderEliminarSaludos.
Naranjito, creo que las hay. A veces los innombrables lo son de verdad, y otras se hacen innombrables por razones diversas. Creo que hay de todo en todas partes. Hasta familias más avenidas que otras o con más suerte u otras circunstancias, con personas que caen mejor o peor pero sin ningún innombrable. Abrazos y gracias por leer. Seguimos esta noche o mañana.
ResponderEliminarJuan Carlos, me ha hecho mucha gracia lo que has comentado, aunque siempre he pensado que no hay nada bueno sin belleza (ni verdad, las 3 unidas, es la educación recibida ¿sabes?). Un abrazo, estoy pensando lo que es has escrito, no creas... le doy vueltas.