Las personas somos
seres reales, no virtuales
La realidad no es un like, un dm, un grupo de whatsup
(trescientos buenos días, cuatrocientos mensajes). No son solamente palabras,
mejor o peor dichas, más o menos afortunadas. Tampoco son fotos con filtro o
sin él. Eso son "retazos" de realidad, rastros, pequeños espejuelos, y, a veces, pueden ser malinterpretados,
magnificados, ser tramposos, oscuros, engañosos, llámalo zeta.
La realidad es mirarse a la cara, a los ojos. Es saber
cómo respira el otro. Cómo come el otro. Cómo trata a un camarero o a su madre,
a un niño o a un perro. Es también no
comunicarse verbalmente. Sé que esto tiene pésima prensa actualmente, pero,
con perdón, no hace falta comunicarse todo el rato ni con las amigas, ni con el
marido -menos- ni con nadie. Moriríamos si nos “comunicásemos” todo el tiempo. La cosa
va mal si hay que hablar o decir todo el rato (ese es otro problema, mea culpa,
del uso abusivo de las redes).
La realidad, con todos mis respetos por los gustos de cada
cual, me parece a mí que no es “calentarse” durante meses, hasta años (póngase
calentarse en el sentido que Vd. quiera, emocional o como sea, a veces
mezclados) creándose una imagen del otro (de uno mismo para empezar, ese cuento
que te cuentas de quién eres) sujeta con alfileres y luego llevarse las manos a la cabeza. Tampoco es creerse que
alguien es un amigo porque compartes un grupo de wasap en el que todos nos
saludamos cada mañana o salimos cada seis meses.
No son las redes, son
las personas
Al igual que las mujeres reales tienen curvas, las personas
reales se arriesgan a conocerse si hay posibilidades, interés y no una ensoñación o un dar(se)
vueltas, un marear la perdiz. Sí, claro, hay amistades maravillosas por carta, ahí están 84 de
Charing Cross o las cartas de Sender y Laforet. Pero es que esas
correspondencias no tienen nada que ver ni en contenido ni en tono con el
ambiente virtual, intenso, abigarrado, rápido y sin ese tempo que exigen las
relaciones. Toda relación exige tiempo y tempo, su tempo.
El caso es que, con todo, no seré yo quien no crea
precisamente en las bondades de la técnica, de las técnicas, si se ponen al servicio
de lo humano. Son las personas y cómo usamos las técnicas y para qué lo que
importa. El cuchillo no es ni bueno ni malo: puedo matar con él a mi hermano o
utilizarlo para ir deshuesando un pollo para rellenarlo.
La soledad es muy
perra
La soledad es muy perra.
Esta es una de las verdades más universales a los 12, a los 20, a los 50 y a los
80. Alguien me lo recordó no hace tanto: no sólo está la soledad del anciano,
hay muchas soledades escondidas y abiertas. Sí, claro, quedarte un ratito
tranquila –y sola- en casa cuando tienes 3 churumbeles –o peor, adolescentes- es un sueño comprensible y deseable. Pero creo
que todos podemos entender que aquel “no es bueno que el hombre esté solo” del
Génesis no tiene sólo una referencia básica a lo mucho, muchísimo, que nos
necesitamos hombres y mujeres, y en concreto a una mujer o a un hombre específicamente, sino a
que ningún hombre, como decía Merton, es una isla. Las personas no somos islas
afortunadamente.
En el mundo virtual se puede dar una apariencia fantástica de
compañía, de grupo compartido o de encuentros personales, de coincidencia de intereses,
afinidades, etc. Muchos entornos virtuales son un patio en el que siempre hay
una silla de enea con alguien sentado a la puerta. Y es agradable,
naturalmente. Creo que lo virtual puede ayudar en las relaciones
sociales siempre que acaben siendo eso, relaciones, no un mundo paralelo. Y, si es un mundo paralelo, ser
consciente de sus bordes, de dónde acaba y dónde empieza.
Yonkis emocionales
Lo virtual facilita enormemente esa necesidad de chutes
emocionales que parece caracterizar a veces la vida sentimental, la vida, de
los hombres y mujeres de este siglo XXI. Se puede vivir de chutes, ser yonkis de las emociones, lo somos a veces. El
ámbito virtual es perfecto para chutarse continuamente: enamoramiento,
autoestima, sentido de grupo, pertenencia, etc.
Necesito el subidón de un enamoramiento, que es más bien ese
“infatuation” de los ingleses. Pero es que también, tras ello, puedo hasta
necesitar casi de igual manera ese otro chute de "desgracia", de bajón, de
sentirme incomprendido, solo, que los demás no han estado a la altura de mis
sentimientos, que se equivoca él o ella porque yo sí amo y actúo correctamente.
Llegamos a identificar querer a alguien con esta droga dura del estar abajo o
arriba continuamente.
El narcisismo además encuentra un apoyo estupendo en las
redes: lucirse, ser el centro, necesitar la aprobación, "el casito", que te digan que qué rica o que qué mona los del sexo opuesto -de esto hay bastante-, tener un público, una
audiencia. Se pueden generar fácilmente monstruos de gente normalísima, personas que se
escaman si alguien deja de decirles algo, si no obtienen respuesta
inmediatamente o la respuesta que ellas quieren. Se juega con fuego sin saberlo. Luego se llora. Y vuelta a la montaña rusa, chute y chute.
El tercer nombre de
los gatos
Los gatos tienen tres nombres, y el suyo, el verdadero, no te lo
dirán, no pueden transmitirlo siquiera, es un gran secreto.
Sólo Dios sabe cómo nos
llamamos cada uno realmente. Para aproximarnos algo hace falta saber que pisamos siempre suelo sagrado y, a la vez, no andarse siempre o esconderse por las ramas digitales.
EL NOMBRE DE LOS GATOS
Ponerle nombre a un gato, no te asombres,
es cosa complicada y no banal.
Seguro que piensas que estoy muy mal,
pero es que un gato ha de tener tres nombres.
es cosa complicada y no banal.
Seguro que piensas que estoy muy mal,
pero es que un gato ha de tener tres nombres.
De ponerle el primer nombre se encarga
la familia. Serán nombres de gente
común: Pedro, Gabriel, Ana, Vicente.
Ya veis, la lista puede ser muy larga.
la familia. Serán nombres de gente
común: Pedro, Gabriel, Ana, Vicente.
Ya veis, la lista puede ser muy larga.
Claro que
algunos prefieren la opción
de emplear nombres más rebuscados
de emplear nombres más rebuscados
en los
eufónicos tiempos pasados:
Electra, Godofredo, Napoleón.
Electra, Godofredo, Napoleón.
Pero los gatos, que son muy soberbios,
han de emplear apodos contundentes
que les ayuden a ir entre las gentes
con paso firme y sin perder los nervios.
han de emplear apodos contundentes
que les ayuden a ir entre las gentes
con paso firme y sin perder los nervios.
Son nombres que no podrás pronunciar
sin trabucarte: Munkustrap, Walstato,
Bombabulina, Explorer. Cada gato
ostenta así un nombre particular.
sin trabucarte: Munkustrap, Walstato,
Bombabulina, Explorer. Cada gato
ostenta así un nombre particular.
Queda otro
nombre, pero no hay accesos.
Sólo el gato conoce el tercer nombre
Sólo el gato conoce el tercer nombre
y nunca lo
dirá a ningún hombre
por mucho que lo mimen con mil besos.
por mucho que lo mimen con mil besos.
Así que,
cuando a un gato ensimismado
contemples, es seguro que, coqueto,
en su mente repite el gran secreto,
como un mantra sagrado
contemples, es seguro que, coqueto,
en su mente repite el gran secreto,
como un mantra sagrado
impronunciable
pronunciable
pronuncimpronunciable
inescrutable, hondo, singular,
su Nombre de verdad.
pronunciable
pronuncimpronunciable
inescrutable, hondo, singular,
su Nombre de verdad.
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