“Si se ha muerto su padre... ¿por qué no lleva Vd. luto?”
La pregunta me salió del alma acostumbrada a que, cuando alguien de la familia se moría, las mujeres vestían de negro una temporada. Eran los años sesenta todavía, y vi entonces en mi colegio a la primera persona que no vestía de luto ante una muerte cercana.
“El luto se lleva por dentro” me contestó la profesora.
Me quedé pensando. Cuando llegué a casa le pregunté a mi madre.
“El luto se lleva por dentro, sí, pero también por fuera. Es para mostrar nuestro dolor y también para que los demás lo sepan y nos traten con cuidado, con delicadeza. Se nos ha muerto alguien y pedimos que nos quieran de una manera diferente, Aurora.”
Tras aquella profesora del colegio empecé a ver a otras mujeres que no lo llevaban. No hubo censura en las palabras de mi madre, solo una explicación diferente.
El luto teñía la vida antes. Pese a que las fotos eran en blanco y negro, otras sepia, se veía claro que abuelas y bisabuelas se pasaron de negro muchos años, media juventud, casi toda la madurez y gran parte de su ancianidad. Hijos que no sobrevivían, abuelos, padres y hermanos que morían, muerte por todas partes, constante, presente y recordada. De negro eterno casi en tantos pueblos pero también en ciudades.
La obligatoriedad del negro como todo lo que sea por norma es cosa mala. Pero sentir una pena por una ausencia de cualquier tipo y mostrarlo, porque es así como te sientes y deseas que te traten, creo que es respetable.
La pregunta me salió del alma acostumbrada a que, cuando alguien de la familia se moría, las mujeres vestían de negro una temporada. Eran los años sesenta todavía, y vi entonces en mi colegio a la primera persona que no vestía de luto ante una muerte cercana.
“El luto se lleva por dentro” me contestó la profesora.
Me quedé pensando. Cuando llegué a casa le pregunté a mi madre.
“El luto se lleva por dentro, sí, pero también por fuera. Es para mostrar nuestro dolor y también para que los demás lo sepan y nos traten con cuidado, con delicadeza. Se nos ha muerto alguien y pedimos que nos quieran de una manera diferente, Aurora.”
Tras aquella profesora del colegio empecé a ver a otras mujeres que no lo llevaban. No hubo censura en las palabras de mi madre, solo una explicación diferente.
El luto teñía la vida antes. Pese a que las fotos eran en blanco y negro, otras sepia, se veía claro que abuelas y bisabuelas se pasaron de negro muchos años, media juventud, casi toda la madurez y gran parte de su ancianidad. Hijos que no sobrevivían, abuelos, padres y hermanos que morían, muerte por todas partes, constante, presente y recordada. De negro eterno casi en tantos pueblos pero también en ciudades.
La obligatoriedad del negro como todo lo que sea por norma es cosa mala. Pero sentir una pena por una ausencia de cualquier tipo y mostrarlo, porque es así como te sientes y deseas que te traten, creo que es respetable.
Luto y duelo, ambos desterrados de este mundo donde todo va tan rápido, donde no hay tiempo apenas para una pena sentida, honda y larga, por frivolidad y superficialidad tantas veces. Y con buenas intenciones otras tantas, ese “tienes que salir y animarte”.
PS: Y por contraste, que también cabe, pongo la foto de dos cuadros a los que nos quedamos mirando largo rato el domingo, esa maternidad tan blanca, y la otra, agitanada y negra, ambas tan bonitas. La vida y la alegría que no falten ni en el luto ni en el duelo, es posible tener un poco de todo.
PS: Y por contraste, que también cabe, pongo la foto de dos cuadros a los que nos quedamos mirando largo rato el domingo, esa maternidad tan blanca, y la otra, agitanada y negra, ambas tan bonitas. La vida y la alegría que no falten ni en el luto ni en el duelo, es posible tener un poco de todo.
(“Maternidad” y “Joaquina, la gitana” de Joaquín Sorolla y Bastida están en el Museo Sorolla de Madrid, calle General Martínez Campos)
Llevar luto como decisión personal por querer mostrar dolor por la pérdida de un ser querido es una postura respetabilísima, lo malo, como siempre, es la cerrazón, el hacerlo por el qué dirán, el estar vigilando para luego criticar ... ay, la condición humana¡¡¡¡
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo con Modestino. Creo que se abusó tanto de lutos superpuestos que fueron perdiendo su significado y luego hubo una especie de reacción, ya nadie lo llevaba. Sin embargo, originalmente fue una idea delicada: hacer saber a los demás, sin hablar, que has sufrido una pérdida, que estás triste. Mostrar dolor y respeto por fuera, sentirlo por dentro.
ResponderEliminarPreciosas maternidades en blanco y negro, y maravilloso museo. Da gusto mirar.
Abrazos.
Siempre cautivaron mi atención esas abuelas rurales, tan de negro por fuera...y de pieles tan blancas por dentro.
ResponderEliminarCon el tiempo descubrí otras viudas y abuelas, blancas por fuera, entre las gentes musulmanas. Y también me cautivó ese atuendo radical.
De blanco o de negro, total. Porque la muerte es apagarse una vida, o porque la muerte es quedarse en blanco eternamente.
Saludos (en colores animados, a ser posible) Aurora.
"No hubo censura en las palabras de mi madre, solo una explicación diferente..." ¡Qué fácil es confundir ambas actitudes hoy en día, en este mundo tan tolerante, o eso dicen!
ResponderEliminarMe ha gustado tu reflexión de hoy, Aurora.
Besos
Claro que sí, Modestino, de acuerdo, las imposiciones son malas y no te digo ya lo de incinerarte en la pira funeraria como en la India, la burrada ;-)).
ResponderEliminarPero hace ya mucho tiempo que el luto no es imposición en España, al menos en las ciudades donde yo vivo. Y es entonces, cuando tú quieres llevarlo, porque alguien que quieres se ha muerto, tienes pena y no quieres que se te pase en parte... Como otros lutos, que no son ni de negro ni por muerte, pero que quieres estar así, sin vestido negro pero de negro, sin la muerte de alguien pero con su muerte.
Un abrazo, jurisconsulto. Y qué razón tienes con las críticas de antes... que ahora pueden ser al contrario. No se permite ni el luto ni el duelo en tantas partes, es que no se deja...
Ay, Olga, desde luego, por extensión se perdió el sentido, y por su intensidad, y por las malditas "formalidades". Pero una cosa son las formalidades y otras las formas que a veces ayudan tanto. No sé, ese "te acompaño en el sentimiento" cuando es verdadero, o el duelo externo e interno cuando pierdes a alguien, algo que creo que ayuda a pasar la pena es eso, pasarla, por dentro y por fuera...
ResponderEliminarComo diría aquel Jodo petaca... Tendría que haber dejado esto para noviembre y no para marzo con este sol que hace, qué desastre....
¿Te acuerdas de que el blanco era el color de luto de los chinos, Javier? Seguro que tú leíste Pearl S. Buck... lo contaba muy bien. Y en cambio el rojo se utilizaba para los niños chicos, una cosa que antes te chocaba ... y ahora te da igual, los vestimos de todos los colores casi (y no el rosita, el azulito, el amarillo, el blanco...)
ResponderEliminarSaludos de colores (tengo al rinoceronte y al megaterio para dártelos... literariamente hablando, of course)
Tato, muchas gracias. Mi madre es la persona menos censora y más liberal, de verdad, por dentro, que conozco. Ya me gustaría que se me pegara algo de ella (pero, por si acaso, ... te leo ;-), quizá así también se me pegue por otros lados). Un abrazo.
ResponderEliminarMi abuela se pasó, como dices, media vida de luto, entre tantas muertes de tanta gente, que los niños morían muchísimo, como lo soportaban las madres? Sé que no olvidaba nunca, y eso que era una mujer muy alegre y muy independiente, el casting perfecto para Miss Marple. Era encantadora, una super querida abuela, y temible, y además el negro le iba de maravilla. :))
ResponderEliminarMe acabas de dar la clave para entender el luto.
ResponderEliminar"Tienes que salir y animarte" la frase que no sirve más que para decir algo de forma frívola, como dices.
ResponderEliminarEl proceso de duelo es muy personal y cada uno lo hace como puede, a su ritmo y a su manera, con blanco y negro o con colores.
Maravillosas estas telas que has escogido de Sorolla, gracias por esta estupenda entrada.
Un abrazo.
Yo también leí a Pearl S. Buck. Incluso disfruté lo mío con sus historias de chinos ambiciosos, allá por el pleistoceno. Mea culpa.
ResponderEliminarUn abrazo.
Annemarie, me he reído con tu abuela, la verdad es que hay abuelas geniales, desde la abuela tipo boy-scout (yo tengo una tía así, haciendo yoga y llevando a 200 nietos a todas partes), hasta la tranquila y mullida que es "escalada" por los nietos de gordita que está...
ResponderEliminarComo todo, está bien si nosotros lo elegimos y sentimos, pero no si nos lo imponen de una u otra manera.
ResponderEliminarMe alegro, Cotta, pero ha sido mi madre ;-) quien te lo ha dado. Un abrazo.
ResponderEliminarMontse, sí, cada uno a su modo y a su ritmo, y ahora con la primavera hay que respetar especialmente algunos duelos ajenos o hasta propios. Un abrazo, y esa madre recién parida con el niño en la cama nos dejó enternecidas...
ResponderEliminarSombras chinescas... ¿te acuerdas de aquellas mujeres tan calladas, tan sumisas? Ay, qué lecturas aquellas...
ResponderEliminarAhí, Dorda, ahí... lo que echo de menos no es la obligación, ni mucho menos la formalidad o la ¿costumbre? siquiera del luto...
ResponderEliminarEs el ritmo de una pena lo que a veces falta, el poder tener ese "tempo" de acostumbrarte a una ausencia por un lado y, por otro, también ese pedir de un modo visual... "queredme de modo más delicado, que lo necesito ahora, estoy triste, ¿sabes?"
Un abrazo y que conste que me acuerdo de las ausencias perrunas que lo son también, y no remontan fácilmente, no. Por eso, un abrazo.
Antiguamente había mujeres en los pueblos que se ponìan de luto con veinte o veinticinco años y entre hermanos, padres, hijos, marido, etc., acababan por morirse vestidas de negra. Lo malo era, como dicen arriba, que no lo hacían por decisión personal, sino porque si no lo hacían ¡ay de ellas!
ResponderEliminar...las mujeres, han hablado mucho al vestirse.
ResponderEliminarAhora no hay tiempo de hablar con calma; la moda impone cambios hasta dos veces por temporada.
Una amiga joven que quedó viuda hace tres años, me contaba que no podía vestirse de color. No quería. Cuando pasó un año y empezó a oír lo de "tienes que salir y animarte" no veía la forma de hacer entender que su duelo no había terminado y que no le hacían bien aunque fueran bienintencionados.
El cuadro de la maternidad de Sorolla, es un abanico de blancos que ciega y envuelve. No me fijé tanto en el de Joaquina...y me hubiera gustado.
Una bonita reflexión, Aurora. El luto parece, efectivamente, excluido de nuestras vidas. Ya se empezaban a echar de menos tus entradas. Un abrazo.
ResponderEliminarQué bonita tu entrada Máster!
ResponderEliminarMe encanta la Casa Museo de Sorolla. El primer cuadro me impactó especialmente en la última exposición de Sorolla en el Prado, me quedé pegada largo rato saboreándolo. Con su tamaño (es enorme) y colorido podría parecer tan vacío y sin embargo llena tanto!
Me has recordado que después del luto, venía el "alivio", ¿no? esa gamma de grises y algún destello malva asomando..como diciendo: me duele todavía, pero la vida sigue.
Por otro lado, como decía una parienta mía, no eran tontas las abuelas, que el negro favorece bastante, y si tienes que ir de luto de por vida, por lo menos ir guapas! (¿Lectura superflua o eterno femenino?)
Lo cierto es que el duelo busca el oscuro con avidez, en el vestir, en el pensar, la tristeza tan honda y la nada tan cerca..sin querer te fundes en negro.
Claro que sí, Miguel, como dice Olga acabó perdiendo el significado. Y es cierto que entre pitos y flautas, como ya he escrito, se pasaban media vida de luto.
ResponderEliminarPero, a la vez... ¿no te parece que hoy no queda hueco para la pena, para la tristeza? Digo hueco real, permiso, darse permiso, y que te lo den, para llorar, para hacer duelo y llevar luto.
Hoy nos hemos pasado al otro lado, me parece. Es la cultura de tapar como se pueda el dolor, que no salga, hala, hala, a que se te pase pronto... y si no es que eres raro.
En fin, que tienes razón, por supuesto, pero que a la vez lo que escribo, me parece, no es reivindicación de nada formal, sino de que la pena, el dolor, el duelo, el tempo o tiempo de la tristeza es, especialmente en las ausencias por muerte u otras causas, necesario.
Y más, Lolo, mucho más que 2, de hecho se fabrica en muchas partes y se pone en las tiendas (caso se Zara, por ejemplo) en función de lo que se consume, de la demanda, moda pronta, lo llaman además. Y luego la cruise collection, esa primavera anticipada o quinta estación de las marcas de moda potentes de lujo, esa ropa para irte de crucero o similar...
ResponderEliminarEntiendo a tu amiga, no sabes cómo...
El cuadro nos encantó a una amiga y a mí, bueno, nos emocionó ese ver al bebé en la cama, como te lo ponían antes, cuando se paría en casa. Es la mujer del pintor, por cierto. Y qué observadora, es verdad, qué de blancos distintos tiene... no había caído yo, gracias.
JM, Olimpia manda sus respetos a Quequi, bloguera envidiable, y ambas perras sin duelos y sin lutos aunque respeten los nuestro ;-)
ResponderEliminarGracias por venir. Sé que la alegría gaditana es compatible con la pena, no se destierra la primera porque haya el segunda, a veces todo puede convivir de una manera extraña...
Y sí, voy más lenta con las entradas, creo que debo ir más lenta en todo y serlo ;-), aparte de que tengo mucho trabajo. Gracias por pasarte.
Ay, Elena, qué recuerdos lo del alivio, gris, algo de blanco y malva luego, me parece recordar, tengo que preguntar a mi madre.
ResponderEliminarEn cambio no estoy de acuerdo con que el negro favorezca cuando se es mayor.
Una chica joven aguanta toda de negro estupendamente, pero a las mujeres mayores nos come demasiado la cara, y si estás muy flaca pareces una mosca o una cucaracha. Al menos hay que ponerse algo de color cerca de la cara, en el cuello por lo menos, salvo que vayas muy pintada y con pendientes vistosos o un broche, algo, que pueden salvar el negro en personas mayores.
Casi me inclino más por el tipo Miss Marple o el modelo vieja inglesa con flores rosas, malvas y azules claros... y gato ;-), será menos latino o mediterréneo pero favorece más, creo.
Eso sí, el negro es un color socorrido, limpio (bueno, porque se notan menos las manchas, vamos), y elegante. Y a veces se quiere una fundir en negro, simple y llanamente eso, como en el cine, fundido en negro.
A las mujeres mayores "NOS" come demasiado la cara??!! De verdad que ni por tu pluma, ni por tu foto del perfil diría yo que eres una mujer mayor!
ResponderEliminarCreo que la vivencia del negro impuesto en aquellos años podía ser particularmente dura para las mujeres jóvenes, y de ahí el intentar darle la vuelta y verle la parte positiva..al menos favorecidas. De abuela (las que llegaban a mayores, no muchas hace no tanto tiempo) quizá ya no se echaba tanto de menos presumir y se asumía el oscuro con más resignación. "De jóvenes hay que arreglarse para gustar y de mayores para no disgustar.."
El luto exterior me parece totalmente respetable, pero es verdad que ha sido como una cárcel negra para muchísimas mujeres. En mi casa, mi abuela nunca llevó luto por nadie y hay que tener en cuenta que falleció, hace casi diez años, con noventa y tres de edad. Ella era de las del luto por dentro, por supuesto que doliente, pero también íntimo y personal.
ResponderEliminarBesos, Aurora.
El luto exterior me parece totalmente respetable, pero es verdad que ha sido como una cárcel negra para muchísimas mujeres. En mi casa, mi abuela nunca llevó luto por nadie y hay que tener en cuenta que falleció, hace casi diez años, con noventa y tres de edad. Ella era de las del luto por dentro, por supuesto que doliente, pero también íntimo y personal.
ResponderEliminarBesos, Aurora.
Alegre Opinador, sí, tienes razón, lo de dentro siempre es lo importante, lo de fuera sirve en la medida en que sirve a lo de dentro ¿no? Un abrazo y gracias, te has recorrido las 4 últimas entradas, mira que eres amable...
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