Ayer en clase de yoga hicimos un ejercicio muy largo para desbloquearnos.
Solemos tener la espalda hecha puré, demasiado rígida, con nudos diversos en cuello, en los hombros, muchos están hechos en el denominado "elevador de la escápula", los omóplatos, las cervicales. Están tan bien trabados que deshacerse de ellos cuesta mucho. Son posturales y aunque te los quite un fisioterapeuta con varias sesiones, tú solita te los vuelves a provocar.
Por eso las clases de pilates son tan buenas, te ayudan a corregir posturas. O las de estiramientos, te desentumecen. O las de yoga, escuchas a tu cuerpo de verdad, te haces más consciente.
Lo más curioso es que los nudos físicos, los bloqueos, a veces corresponden a nudos y bloqueos interiores, o, al menos, están mezclados.
Lo de llevar un peso en la espalda a veces es algo físico, es cierto, y otras muchas es una preocupación tan grande que te curvas literalmente, físicamente.
Tener miedo te hace contraerte, físicamente también. Haber sufrido te hace cerrarte, de mente, de corazón, de cuerpo, de todo junto o por separado. Pasa.
Algunas veces te das cuenta que hay bloqueos interiores cuando das vueltas una y otra vez al mismo hilo conductor, cuando repites la misma acción para volver a encontrarte en un callejón sin salida, el mismo lugar dónde te atascaste la última vez. Qué curioso.
Como el haiku que escribió mi hermano , algo así como "Tengo una china en el zapato. Me molesta mucho. Pero ¿qué sería de mí sin la china?" Con algunos bloqueos y nudos sucede así. Son molestos y teóricamente nos gustaría deshacernos de ellos. Pero a veces es un dolor tan familiar que da seguridad, como la queja.
La queja a posteriori puede ser hasta cómoda, es terreno conocido y promueve una cierta literatura de la compasión propia y ajena, muy reconfortante a veces. Una queja más bien retórica que nos mantiene entretenidos mientras dejas el bloqueo de lado, sin solucionar, o insistes machaconamente en él.
Vuelves así a la mala postura que te provoca el nudo, el bloqueo, no tanto por mal hábito como por costumbre. Y cada vez más agarrotada, no más libre, tampoco más consciente, al revés.
Hay pesos que tenemos que llevar, cargas que vienen con la vida y, sobre todo, con cómo es cada uno. Nuestro propio peso a veces nos tira de un lado o de otro, por aquí o por allá. Se hace más evidente.
Soy muy optimista y sé que siempre podemos aprender. Aprender a llevar mejor el peso, a no tirar o empujar siempre del mismo lado. Incluso a desbloquearse y hasta a deshacer una madeja de la que no sabes ni dónde está el cabo.
Hay un agarrotamiento propio de no dejar ir, ni irse.
De apegarse y no sólo a cosas materiales, más obvias y fáciles de detectar.
Un sutil y fuerte hilo interior que, como una marioneta, tira de nosotros por dentro y nos contrae de nuevo.
Ayer salí llorando de yoga. No era de dolor, era de relajación.
El ejercicio de desbloqueo físico tenía que ver con liberarse del afán de posesión, con apegarse. Sonará new age, pero me da igual.
Que linda! Es así
ResponderEliminarCreo firmemente en la causalidad, por ejemplo, si hacemos o vivimos en donde deseamos somos felices, si cuidamos nuestro cuerpo y nuestra mente, ellos se encargarán de agradecerlo y nosotros nos sentiremos mejor hacia adentro y hacia fuera.
Como encontrarnos o reencontrarnos a través de "palabras" familiares.
El meollo del asunto está en la autorregeneración cotidiana y eso es una labor cotidiana, es nuestro compromiso.
Bs
Lane
Hablamos hoy si quieres, estoy "menos agarrotada"... laboralmente hablando y físicamente también ;-), en el resto seguiré trabajando. Ánimo que la tesina te va a salir fenomenal, ya verás. Y lo más importante: vas a aprender con ella. Un abrazo
ResponderEliminarEres genial Aurora.
ResponderEliminarQué facilidad tienes para transmitir!
Me encantaría llorar de relajación.
Un abrazo.
¡Qué bonito el haiku de tu hermano!
ResponderEliminarUy, Javier, venía de tu casa, qué casualidad. La he encontrado muy limpita, pero me metí en una habitación al fondo. A veces me gusta "trastear" en entradas pasadas, no estar en la que "toca"..., ya lo saben otras bitácoras, otros amigos.
ResponderEliminarLo de llorar de relajación ... veré que puedo hacer, hablaré con Tamara ;-). Mientras tanto ¡lloremos de risa que no está nada mal!
Un abrazo y gracias siempre por venir y comentar.
Aurora
Es el haiku que define a mi propio hermano: perfeccionista, trabajador y, a la vez, preocupón. Su china son las preocupaciones: si no las tiene... es como si no es él.
ResponderEliminarTengo que pensar en un haiku que te defina virtualmente hablando. Esto es, por lo que te conozco de lo que escribes. Mira, es una buena idea. A ver si me sale.
Un abrazo, mañana hago otra vez caldo gallego, viene tiempo frío ;-)
Aurora
Llorar de relajación, madre de Dios, debe ser la única causa por la que no he llorado en la vida. Estoy pez en estos asuntos relajantes, pero voy a abrir mi mente y voy a empezar a considerarlos de otra manera;-) Si a ti te funcionan, a lo mejor me podrían funcionar a mí.
ResponderEliminarY vas a una marcha que no te alcanzo: con respecto al post anterior, yo tengo muy claro que quiero estar "prohibida" este verano pero no hago más que saltarme el régimen, no encuentro la fuerza interior que me haga resistir el hambre. Y en primavera me entra más. ¿No te sabrás algún truco? En fin, namasté, maestra;-)
Que opinas del síndrome del nido vacio.... Este fin de semana está en la Tertulia.
ResponderEliminarPaz
pacobailacoach.blogspot.com
Entrada muy interesante, Aurora. Tiene dos o tres lecturas, como poco.
ResponderEliminarNunca he conseguido relajarme... ni con las clases prepartorias para el parto. Así que ... se me ha puesto la piel de gallina sólo de pensar que has llorado de relajación.
Enhorabuena. Por el post. Por saber tranmitir tan bien. Por volver a tocar el tema de la china en el zapato. Por los nudos que pueden dehacerse si eliminas... ¿los debería?. Guapa por dentro y por fuera.
Un beso. El Boalo ... también se merece un beso. Un buen lugar que te ha encontrado o tú has encontrado.
¡Caray con lo de llorar de relajación. La única vez que me sucedió a mi fue una tarde en Tarragona, después de unos días con un estreñimiento horrible y duradero,me dieron un supositorio de GLICERINA SUPERTROUPER 100, y lloré de relajación.
ResponderEliminarLo tuyo me parece más interesante.
Consigo relajarme conduciendo.
ResponderEliminarVa el tom-tom y me dice que gire a la derecha. Giro a la izquierda. Le veo sudar recalculando la ruta.
...
Pongo una cedé de fanky,veo a la policía municipal agitar sus autoritarios brazos y me imagino que bailan.
...
A veces me pilla atardeciendo en un polígono industrial o en un cinturón de circunvalación.
El asfalto es gris, pero se mueve.
La línea del horizonte vira del azul al naranja.
Suena Pausini o Supertramp.
Las curvas se toman mejor.
Las trayectorias se vuelven colores.
Los colores música.
Y la música luz.
...
En una carretera cualquiera.
Un día como otro.
Gratis.
Prosaica que es una: fregar, con energía y manualmente, con esfuerzo físico.
ResponderEliminarDespués, incluso sonrío.
Interesante el tema de la queja autocompasiva, de la queja retroalimentada.
Y, sí, de acuerdo; hemos de tender a estar "abiertos", propensos al apredizaje y menos pre-ocupados, ensimismados. Liberando el "almero".
Pepa, he de coser tus palabras a mi cabeza. Porque estos nudos y bloqueos de hoy me están ensimismando...
ResponderEliminarMe las llevo un ratito... pero que bien cosiditas... ;))
"...hemos de tender a estar "abiertos", propensos al apredizaje y menos pre-ocupados, ensimismados. Liberando el almero."
Saludos a todos.
Hola, Olga, ¿así que tú también eres del género lloróna? Uf, nos hemos juntado el hambre con las ganas de comer ;-). Ya sabes, te paso los kleenex cuando quieras que siempre los llevo a mano ;-)
ResponderEliminarPerdón por el ritmo, pero es que esta semana no puse la entrada diaria por eso de que he tenido viaje y clases "intensivas", todo a la vez. Así que ayer puse una por la tarde y esta mañana otra, es como si fallara el día que no pongo la entrada, fíjate que tontería, y lo echo de menos, además. Me ha creado un hábito ya...
Tú eres una mujer prohibida, así de natural, por lo que el gimnasio te sobra, bueno no, que me reí mucho con tu entrada del Mens sana (in corpore in sepulto diría mi difunto padre de guasa).
Un abrazo, guapa. Y desde luego que Namasté...
Hola, Paco, mucho tiempo sin saber de ti. Mira, yo, de nido vacío mal puedo opinar: el mío me lo estoy haciendo ahora ¡y ni Olimpia ni Tana tienen pinta de irse! Un abrszo
ResponderEliminarAurora
Perdona Sunsi, pero no puedo imaginarme que un parto sea "relajado" ni con epidural, vamos. Es metafísicamente imposible, te sacan un niño de la tripa opor un sitio muy estrecho, vamos, que ni con yoga ni que te hipnotice Tamara ;-)
ResponderEliminarEn cualquier caso lo más relajante es hablar con las amigas por teléfono o, ya la bomba, presencialmente ;-) guapa...
Un abrazo
Suso, como ves lo de llorar de relajación a todo el mundo le parece raro. Pero ¡me has quitado todo el climax zen, por Dios, mira que eres!
ResponderEliminarUf, Driver, conducir y encima con música de Frank Sinatra, pongo por caso, ya es la bomba. Carretera y manta (y sin plan alguno), de lo más relajante.
ResponderEliminarHacer croquetas, Pepa, también relaja. Cocinar en general... Pero ¿fregar? me pone de una mala...
ResponderEliminarQue conste que la queja o ventilar viene fenomenal a veces. Pero es otra cosa, los bloqueos o nudos propios pueden desembocar a veces en Chantajesa los demás. Lo he visto.
chantaje
ResponderEliminarA ver si ahora...
De los nervios me ponen las croquetas, hacerlas y envolverlas.
ResponderEliminarCocinar me gusta, mucho, a veces me relaja, otras, no.
Cuando estoy muy cabreada (o sea, casi siempre) fregando se me va la mala leche por los poros, esto, como el squash, pero en prosaico.
Ventilar, reconozco que ventilo mucho: aquí, en el despacho, con una caña (bueno, eso antes, ahora con Vichy)
En verano, nadar mar adentro.
Y en cuanto a la retroalimentación de los nudos, los bloqueos y demás, siempre atenta la mente, que diría Driver.
Ana... que no te encuentro. Y a veces liberamos mejor el almero de a dos... Un abrazo, guapa.
ResponderEliminar¿Tu cabreada? Por Dios, qué dura te tratas ;-)
ResponderEliminarTranquila que de las croquetas me encargo yo... y de fregar tú.
Pues en eso de atenta la mente estoy yo, y mira el Driver que así sin nada... la deja tranquila pero atenta. Sin moverse un pelo...
¡CAPITAN, OH CAPITAN!
ResponderEliminarTe encuentras doblando el Cabo de Hornos por primera, y tal vez, única vez.
El choque de dos Océanos es virulento y potente.
Eres un capitán adulto, condición necesaria, pero no suficiente.
Nadie te enseñó a efectuar la maniobra.
La derrota de tu nave es aleatoria.
Son los vientos y las olas quienes marcan el ritmo frenético.
Miras el manual de navegación, más que nada para tranquilizar a tu segundo.
Tú no sabes ni dónde tienes la mano izquierda.
Ni la derecha.
Y de pronto la ves.
La gran ola asesina.
Barrunta desde donde la vista te alcanza.
Va avisando, más que otra cosa para que reces tus últimas oraciones.
O tal vez tus primeras.
Una enorme montaña de espuma de la altura de un gigante.
El segundo te pregunta algo, pero no eres capaz de escuchar.
El bramido de la ola es tan intenso, que supera los decibelios del miedo.
Y ahí es cuando sólo tienes la opción de hacer una maniobra, sólo una.
Desarbolas el velamen. Aumentas revoluciones. Enderezas la trayectoria. Cierras las escotillas y te encomiendas a los cielos y a los infiernos.
Por ese orden.
Y cuando consigues escuchar la pregunta del oficial.
-“¿Qué hace capitán?”-
Tú le dices la verdad, pues su vida está en tus manos.
-“¡¡Lo que haría el abuelo, la maniobra de un oficial de la Armada!!”-
Y te diriges de frente a la ola asesina.
A toda máquina.
Seguro de que es la mejor opción.
Tal vez la única.
Atenta la mente.
Driver.
Driver, guapetón, que me vienes a unas horas los sábados que ni sé...
ResponderEliminar¿Duermes? De verdad te digo que por Dios, que duermas... Te llamo a ver qué tal vas...
Aurora
De Olimpia a Driver
Hoy me toca escribir a mí, Aurora está demasiado ocupada con el cocido y las labores domésticas propias de su sexo. Que sepas, Driver, que te echamos de menos, que tienes que conocer a Tana y que aquel viaje en Ferrari nunca lo olvidaré. Mi mente está atenta, como la de toda perra ... y relajada a la vez. Nada como ser perra para no tener bloqueos ;-)