jueves, 1 de enero de 2009

Gusto


Creo que a medida que te haces mayor disfrutas más con la comida y con la bebida. No sé bien a qué se debe. Quizás estamos más tranquilos, tenemos menos prisas y saboreamos mejor. No lo sé realmente. Sólo sé que es así por familia y amigos: cuanto mayores nos hacemos, más nos gusta comer bien. Y beber. No es que comamos y bebamos más, sino mejor.

El gusto es un sentido apasionante. La pena es que hoy muchas cosas ya no saben. Hemos sacrificado sabor por apariencia visual. Tal es el caso de muchas verduras y frutas y, especialmente, de los tomates. Otros alimentos, porque se cocinan y sazonan del mismo modo, se hacen demasiado y pierden su sabor. Matamos también sabores originales llenos de matices a base de excesos de azucar o sal.

Muchos niños, y no pocos adultos, no saben reconocer un buen solomillo, distinguir un pescado de otro, por no mencionar las verduras, sus sabores se reducen a un estrecho rango, siempre toman lo mismo. Como en otros sentidos, si no se ejercitan con cierta variación de registros, el gusto también se hace duro, romo, pierde finura. De tanto guarrear, la gente llega a la mesa desganada. De tanta chuchería, el paladar no puede apreciar o distinguir, se embota.

Sin embargo, hoy tenemos acceso, si queremos, a muchos más sabores, esa es la verdad. Aunque puedan estar adormecidos por neveras, hormonas y producción en serie. Los kiwis son bastante recientes, mangos y papayas igual, descubrí la rúcula hace pocos años, los lichis también, el vinagre de Módena lo empezamos a utilizar con Arguiñano, y así un largo etcétera de frutas, verduras y productos de la industria alimentaria, muchos estupendos. Repaso con mi madre qué comía ella de pequeña y lo que come ahora y la diferencia es evidente.

Una de las cosas que más le agradezco a Sergui, profesor en El Carnaval, es habernos enseñado cómo un plato debe combinar -si es posible- sabores que vayan a los lados laterales de la boca y otro que despunte hacia arriba, hacia el paladar. A sazonar. A saber caramelizar. A probar nuevos sabores: el hinojo, por ejemplo, anis y regaliz en una verdura con pinta de cebolla. A dejar un poco más tiesas las verduras para que sepan más. He entrenado el gusto y puedo apreciar mejor cosas que ya me gustaban y otras nuevas insólitas. No hay nada comparable al jamón ibérico, sólo alimentado con bellota, y a la vez, como una exploradora, te atreves con el chutney y otras variaciones geográficas y de fusión. Es como la música.

Cuando dejas de fumar, uno de los grandes placeres es recuperar el sentido del gusto, agudizarlo. Si uno quiere abandonar el vicio, temerá engordar, pero, con cuidado, de lo que se trata es de recompensar y darle un nuevo placer al gusto tan machacado por el tabaco. No en cantidad, sino en calidad. Se lo merece. En mi opinión es la mejor manera de dejar de fumar: dándose gustazos culinarios. Si se afina, y no se pasa uno de cantidad, solo el placer que te produce de nuevo el gusto te hace olvidar el tabaco poco a poco.

Es estupendo paladear ese sabor amargo que raspa la garganta del aceite de oliva virgen extra, tan bueno por la mañana. Descubrir la pimienta rosa o el comino sazonando los garbanzos. Apreciar ya no sólo el sabor o el aroma en boca, sino también las texturas diferentes: crujiente masa de brick, espumas, cremas bien ligadas o salsas bien emulsionadas.

Somos hombres porque cocinamos, somos distintos porque cocinamos también distinto: cocina árabe, india, china, todas deliciosas. Nos metemos en la boca las cosas más variopintas. "Todo lo que vuela y no es un avión y todo lo que tiene patas y no es una mesa" decían en China. Y era verdad.

Tengo sólo dos amigos que no disfrutan con la comida. Carlos no tiene olfato y sus papilas gustativas no funcionan, le da igual lo que coma. Una desgracia como otra cualquiera, pero él lo lleva muy bien y se toma una papilla para cenar como un bebé, y tiene ya casi 60 tacos. Otro, David, se dedica a la política y siempre dice que no le interesa comer, que le da igual: mala cosa.

Es estupendo poder disfrutar del gusto, y si es en compañía mejor siempre.

11 comentarios:

  1. Que hambre!!!

    A mi me encanta comer, no comer en cantidad sino degustar, probar diferentes sabores. Siempre tuve cierta debilidad por presentar en mi mesa una selección de tapas en vez del consabido primer y segundo plato.

    El gusto y el olfato parecen sentidos secundarios, pero no lo son. Pueden proporcionar tanta satisfacción como escuchar música o contemplar el mar.

    Me parece muy oportuno que alguien se haya encargado de reivindicarlos, je,je.

    Gracias por pasarte por mi blog.

    Un saludo.

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  2. Totalmente de acuerdo contigo.
    Y una buena reflexion para comenzar el año...

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  3. Te digo como lo...¡Qué hambre! Es tarde y aún no hemos puesto ni la mesa. Estos días son un desorden.
    No soy nada cocinillas y he disfrutado mucho estos días que han estado mis cuñados de Badalona. ¡Qué bien cocina Olga! Y además dice que cocinar la relaja...

    Jamón ibérico de no sé cuantas bellotas y un cava brut nature... catalán. ¡Ah! Y un buen queso... fuerte. Con eso soy feliz, de veras.
    Pero me encanta todo lo que explicas y me están entrando ganas de dejar de fumar y de apuntarme a un cursillo de sabores.

    Gracias, Máster.

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  4. ¡ay, los placees de la mesa!

    Cocinar rico, comer bien, apreciar lo diferente..........

    Un pecado, hedbanna, un pecado

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  5. Gracias, Lo, por devolverme la visita, me encantó tu poesía, de verdad, totalmente de acuerdo contigo: si tenemos 5 sentidos asumo que podemos disfrutar con todos, de verdad.

    Sunsi, envidia me das, porque yo viviría a veces de queso (y vino). Da gusto tener cuñadas que cocinen, uno puede relajarse ¿verdad?

    Y pecado, hedbana, Pepa, na de ná.... Al revés, si el buen Dios nos ha creado con sentidos es para que los disfrutemos a tope, nos podía haber hecho como los insectos, pero no, que tenemos 5 y bien despiertos.

    Estoy preparando otro blog que espero que sea coral... y va de todo esto. "Y no dosifiques los placeres, si puedes derróchalos", no irá de glamour o cosas caras -para eso ya están las revistas femenins y los suplementos dominicales- sino de los 5 sentidos, de los placeres diarios (sin dinero.. y sin tiempo, jo, jo, jo) y cositas así.

    Hala, que me voy a ponerle la mascarilla a Josianne, que me reclama...

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  6. Ya son tres los amigos que no disfrutan de la cocina:yo soy el tercero.

    Para mi comer es echar comida por el agujero de la cara. No me entero de casi nada. Necesito sabores muy fuertes- quesos, embutidos...-y le echo a todo picante pa enterarme.

    Es de cuna, de fumar desde temprana edad, y de algo asociado al cabolo, pues me sucede lo mismo con gamas de colores, que los confundo.

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  7. Epicúreas estamos ...........

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  8. Y Manuela, Suso, ¿qué hace? ¿se lo come todo como tú, en plan fuerte, o le echa sal y pimienta a lo tuyo?

    Pepa, ya verás lo que estoy preparando, me lo estoy pasando DA'BUTEN!!!

    Hoy estuve en una perfumería (Nadia, Diego de León 47) y no sabes quéeeee placerr...... Le van a poner los Reyes a Josianne un pedazo de perfume que tiembla el misterio... Vamos, va a salir a la calle y a cienes le van a seguir los tíos ... que ya le seguían. Va a ser el paso definitivo.

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  9. Aurora, mucho y muy hondo has escrito durante mis achaques

    tendré que intentar ponerme al día
    de mientras, voy al menos deseándote feliz año, aunque igual ya lo he hecho... si los varones solemos estar con la caraja imaginate si le sumas fiebre... buenísimo eso de que en navidad todo te lo dan hecho al enfermito...

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  10. hola, Toi, he escrito mucho y no todo bueno.

    A veces me entran arrebatos, cabreos cósmicos... enfados que n valen la pena.

    Gracias a Dios y a personas buenas y sensatas un blog te permite rectificar a posteriori.Ubi caritas.

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  11. Ufffffffffssssssssssss, ya me contarás.

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