Las tías buenas y las mujeres

Hace unos años vi un reportaje de Pierce Brosnan. Irlandés, ojos azules, buen actor, ha sido Bond y ha tenido papeles buenos.

Me caía bien porque soy primaria: veo unos ojos azules así y me pueden. Pero me cayó mejor por las fotos con su mujer en dicho reportaje: gordita, en la playa, corriendo tras los niños, con su marido al lado mirándola arrobado. Un 10, Brosnan, eres un tío de verdad.

Toda la vida de Dios a los hombres les han gustado las mujeres guapas. Más aún: las tías buenas. No voy a desglosar el concepto "tía buena", creo que no hay mucho que especificar. Si fuéramos las mujeres ya nos encargaríamos de entrar al detalle de lo que es y no es ser guapa, pero las tías buenas no son cuestión de detalle, es todo bastante básico. Pienso que los hombres van más a bulto, como los toros. Aunque haya variedad de gustos, en general es el conjunto final que arroja como resultado "la tía buena". Si alguno quiere llamarlo "guapa" o "maciza" pues vale, y que rellene "la idea" como quiera, habrá cierta diversidad.

Los camioneros, los obreros, los "cuellos azules" o los "red necks" que dirían en EEUU, son los que más abiertamente profesan esa devoción por las tías buenas sin ningún tipo de recato. Un ejemplo: te ponen "el póster" en la fábrica, la cabina del camión, el taller o donde les pete (de jóvenes en su cuarto). En su día era de Marylin -años 50-, en los 60 quizás de Jane Fonda vestida de Barbarella, en los 70 de Brigite Nielsen, en los 80 de Marta Sánchez, en los 90 de la modelo esa del lunar que no me acuerdo, y en el 2000, ya es que ni me fijo. Más vestidas o menos, según los gustos y otras circunstancias. Cuando bajo a ver al portero de casa de mi madre en su garito en el sotano -no en la portería que pasamos todos- me entra un corte horroroso: tiene el cuarto empapelado de macizas semidesnudas. Yo pensaba que esto de la foto y el poster de tías semidesnudas no era de hombres con cierta cultura o educación, pero me he dado cuenta de que no es así, que estaba muy equivocada.

Estos hombres, que no van de nada, a su vez se casan con mujeres que podríamos denominar como "normales". "Claro", dirá alguno, "no juegan en la misma liga que las macizas, pobres ellos". Y ahí ya no estoy yo tan segura. Hay macizas en todas partes, no sólo en la farándula, especialmente cuando se es joven. Pero pienso que precisamente los que cuelgan el póster diferencian bien lo que es el póster y lo que es la vida, algo que no ocurre en otros lares curiosamente.

Y éste es uno de los "poblemas" de la sociedad moderna y del desarrollo económico. Que algunos hombres, y no pocas mujeres, -en otro estilo, y por copia, que de original somos más listas o simplemente distintas- no diferencian el póster de la realidad.

Y pretenden, ellos, que su mujer sea como una tía de revista, una maciza permanente; y ellas, que el tío tenga una apariencia como de James Bond, dispuesto a todo, un armario, o, peor aún, se creen a pies juntillas lo que cuentan las revistas femeninas o las novelas de amor: olvidan ese pragmatismo e instinto femenino que ha salvado a la humanidad de muchos desastres. Los verdaderos románticos son ellos, no nosotras.

Antes, si eras mujer, sólo te podían comparar con la guapa oficial de tu pueblo y la imagen de la Virgen en la iglesia: no había televisión, pocas revistas o no llegaban, quizás el cine, pero todo quedaba muy lejos. Así que lo teníamos fácil en cierto modo: había menos competencia y menos referencias de lo guapa y tía buena que puede ser una mujer. Se aceptaba así mejor lo que es la vida real, no el imaginario.

Antes las mujeres tampoco prestaban tanta atención al físico de los tíos. Gustaban los guapos, por supuesto, pero era otra cosa: han influído mucho determinadas tendencias sociales que no voy a entrar a examinar. Pero es evidente que el gusto gay ha calado en las tías con resultados sorprendentes y de risa. Mil perdones, pero yo no he mirado el culo a un tío en la vida, debo de ser rara. Los ojos, las manos, los dientes, la cara, la pinta o la facha general, lo que dice, me dice y cómo trata a los demás o a mí, eso sí.

El interés por las macizas es atávico y recorre la historia. Pero había sentido común, algo que sobrevive a veces en el pueblo llano que no ha sido machacado, así como en algunos hombres -como Pierce, mi amor- que tienen 2 dedos de frente.

Esos hombres silbarán, volverán la cabeza, colgarán el póster, mirarán embobados o simplemente comentarán lo buena que está fulanita en el bar o donde sea. Pero saben que al llegar a casa está "su señora". Y no piden a su señora que sea una maciza oficial. Porque saben que es "su mujer". Y claro que les gusta que sea o esté guapa, pero distinguen lo que es "un póster" -o un monumento andante, que los hay- de su señora. Que también está como un tren en la intimidad, públicamente a veces también. Pero no es Marilyn ni falta que hace.

Esto tan simple le debe de pasar a Brosnan que además está cañón como hombre. Su mujer no es que no sea guapa -que lo es a rabiar-, es que tiene la edad que tiene y no vive de hacer películas sino, perdón, es mucho más inteligente: vive de Brosnan. Esto me va a costar la expulsión de los círculos feministas y otros. Ha tenido hijos y no se ha operado. O sea, es una mujer bandera que no vive de la apariencia, y en cuanto no vives de la apariencia y te ganas la vida siendo ama de casa al cien por cien -que es un trabajo-, o siendo ama de casa y, a la vez, enfermera, abogado, cajera o conductora de autobús, tu apariencia se resiente algo, claro.

Si vives, pasa factura. Lo demás, pasados los 30, son 2 horas de gimnasio diarias, otras 2 de estética, mucho dinero gastado y una tía insegura de por vida, un horror: nadie hay más inseguro que algunas modelos y actrices.

Asumo que debe de ser terrible estar siempre bajo la amenaza de la "competencia". Hay una carrera extenuante y perdida de antemano: la de quienes ponen en el físico todos sus activos. Siempre habrá otra más guapa y, desde luego, más joven. También más simpática, buena y lista. Hay mujeres que sufren un montón por idiotas. Pero algunas han alimentado ellas mismas al tipo que originalmente era más básico y primario. Luego la gente llora cuando tiene lo que ella misma impulsó: un gilipollas integral.

Pienso que el sentido del humor ayuda a sobrellevar las estrías, las arrugas, los kilos de más, las canas, los años, la vida. La cosmética y otros apaños, muy divertidos, también: con sentido común y de la dignidad, que no falten. Leo el blog de Rocío Arana o Adaldrida y me apasiona: poesía, vida diaria y cosmética. Jo, tía, eres genial, eres lista como el hambre, eres tan femenina.

Honradamente, creo que los tíos que silban, vuelven la cabeza, comentan o cuelgan el póster no son peligrosos: son tíos, punto. Y dicen lo que piensan, sin más. Bueno, pensar, no piensan mucho, es como un resorte: allá que van (con la mirada), como el experimento de Paulov.

Vamos a tomárnoslo con humor, joer, que no pasa nada. Que los que no avisan ni comentan son los de temer, es al revés.

Películas de James Bond: me apasionan. Gadgets mil, un sueño de algunos tíos que tiran a caprichosos, les encantan los aparatitos, chicos o los grandes (coches). Las tías se rinden a su paso y antes de empezar: "Oh , James". Y ahí que se tiran en la cama, sin preámbulos.

¡Vamos, anda! ¿Cómo alguien puede tomarse en serio las pelis de Bond y decir que son sexistas? Joer, que es todo una parodia, una broma sobre algunos sueños masculinos más simples que un vaso de agua: inofensivos. Y las chicas Bond tienen en James lo que ellas buscan, quieren y aceptan, no otra cosa. Son tal para cual.