Hay un blog estupendo que se titula "¿Estas content@?". Siempre que lo leo, sonrío. Es el diario de un cura de pueblo, Javier Vicens, contado sin pretensión alguna, con un fino sentido del humor (que empieza por él mismo) y una mirada amable.
Si yo tuviera dinero, financiaría una serie que tuviera como base el blog de Vicens con todos los personajes que pasan por él, son geniales. Pero no tengo dinero, ay, lo cual es una auténtica pena.
Si alguien conoce a alguien con dinero y posibilidades de producción, que le cuente esto, porque la serie de las cuitas del pueblo (¡los pueblos!) a los que Javier sirve de sacerdote iba a dar una altísima audiencia.
La foto es de San Miguel de Salinas, uno de los pueblos donde transcurre "¿Estás content@?" Cinematográfico es, no me digan |
PD: Tengo ya todo el elenco pensado, internacional, actores estupendos. Se rodará en los escenarios originales, que hace buen tiempo además, va a ser divertidísimo, Dña. Nati teniendo a la actriz que la interpreta de frente y contándole...
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La pregunta que da título al blog de Javier Vicens a mí me parece clave. Creo que es un buen termómetro vital y espiritual.
¿Estás content@?
¿Estoy triste?: quizás algo no funciona por dentro y tengo que averiguar qué hay en ello, la tristeza puede ser síntoma y, en algunos casos, se suele combinar /disfrazar de otras cosas, por ejemplo, de, ejem, enfado... Hay gente a la que le da por la tristeza melancólica y a otros nos da por la tristeza furiosa, va en caracteres. Lo primero es más literario y romántico, lo segundo es un peñazo porque te agotas mucho de golpe y te pones fea.
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No digo estar triste por cosas por las que lo humano es estar triste por horas, días, meses a veces... : se te muere un amigo (los amigos y la familia se "nos" mueren, no sólo "se" mueren), la enfermedad de alguien, las dificultades que se tienen (ese trabajo que no sale, apreturas de dinero...), pero con todo esto puede haber cierta alegría de fondo, como en sordina
La alegría tiene que ver con la esperanza. Y con la caridad desde luego. A veces la tristeza esa viene por no querer a los demás o, uy, no quererse uno bien (digo de verdad, querer y quererse uno con misericordia y sentido del humor, no en plan we are the world/imagine o narcisito instagramero o de autoayuda yanqui).
La alegría no es un anuncio ni el todo va a salir "bien" en esta tierra. Como la gente no es imbécil, si le venden esa alegría de anuncio, naturalmente no se la cree o se desilusiona a la primera y la caída es morrocotuda.
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Tampoco me refiero a esa tristeza de enfermedad que se cura (aunque no siempre y dependiendo de muchos factores) con ayuda de un psiquiatra, un psicólogo, alguna pastilla (en su caso por un determinado tiempo) y, también, con terapia, cambiando cosas de tu vida, aprendiendo a verlas de diferente manera, haciendo B cuando antes hacías Zeta...
También la ayuda espiritual de un sacerdote, la de los amigos, la de tu familia, etc. sirven de apoyo.
Bueno, a mí por lo menos todo eso me ha servido para superar la depresión, para curarme. Cada depresión es un mundo que sólo conoce el que la padece, desde luego.
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Ya no sé ni por dónde iba.
Bueno, eso.
Que el blog de Javier me alegra la vida y sólo por eso ya me cae bien.
Que su pregunta es un buen termómetro porque la tristeza no es sólo una reacción lógica y normal, un estado de ánimo, sino a veces un disfraz de otras cosas que suceden por dentro y que te minan y pueden hacer tu vida peor. Y hay que estar alerta; y con los años más, puede ser uno de nuestros demonios particulares.
Los cenizos profesionales tienen desde hace tiempo un prestigio (intelectual mayormente) de espanto. Parecen como los listos y los que se enteran de qué va la vaina ésta. Pero hay que huir de ellos como de la peste. Estamos como estamos en gran medida por todos esos petardos insoportables que han hecho escuela (y práctica). Y se nos pega en cuanto nos descuidamos, está en el ambiente.
Las personas alegres, las que luchan por mantener la alegría, no son imbéciles: ven la herida, la propia para empezar, la de los demás secundariamente, pero no se quedan a vivir en ella. Y nos hacen la vida más agradable a los demás, la suya también. Gracias por alegrarnos la vida, majos.
PD: Una de las cosas que se notan más hoy en día en la calle, en el ambiente, es esto. Que estamos tristes. Que somos tristes. Y la alegría, cuando "sale", es a menudo impostada, forzada, no viene de dentro, es como de plató de televisión, no real, para la foto.
¡Vaya! ¡Gracias, mi doña! (JV)
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