lunes, 19 de diciembre de 2022

El hombre curvado sobre si mismo

Hace muchos años alguien me contó que fue Lutero quien había escrito que el hombre era un ser curvado sobre si mismo. Este verano leyendo a Luri vi otra vez la referencia, si mal no recuerdo. A mediados de noviembre en clase de Estética volvió a salir el tema, y el profesor Bueno, que se educó en los agustinos (además de más cosas), me dijo que la frase no era de Lutero, sino del mismísimo San Agustín. 

El caso es que lo de curvarse sobre uno mismo es un tema que me ha preocupado de siempre. Tenemos necesidad de mirar para dentro, de una vida interior (ascética y no ascética, con nosotros mismos, con nuestra conciencia, un largo etcétera, vida interior en sentido amplio del término). No se puede vivir sólo para fuera. 

"Entrad en vuestra habitación interior" les decimos a los niños en catequesis. Se lo decimos para enseñarles a rezar, pero sabemos que les servirá más allá de la oración.

A la vez, creo que hay un cierto peligro en ese volverse hacia dentro... no sé si por exceso (creo que no), sino más bien por desvío, deriva, llámalo zeta. Un desvío que puede causar ¿la enfermedad?, ¿la caída -original o la frecuente-? En fin. Nuevo largo etcétera. Los años casi seguramente. 

Vi hace unos años dos series que me gustaron, nihilistas ambas, pero decentes. Hay un nihilismo decente, creo. Bueno, vale, un poco de postureo también, pero ambas me parecieron bastante honradas. Me reí bastante con las dos y me hicieron pensar. 

"After life", británica, con Ricky Gervais, un viudo inconsolable que no quiere vivir sin su mujer (muy comprensible esto).  La otra es "El método Kominsky", esta con Michael Douglas y con mi adorado Alan Arkin que le roba a Douglas media serie y que hace un personaje genial ("spoiler": es un ser "fastidious", ver más adelante...) 

Las dos series van sobre la vejez. Quizás la primera más sobre la soledad en el envejecimiento. En ambas salen ese tipo de personas que ya han pasado los 50 (y muchos en la segunda) y que a veces ya no entienden el mundo en que viven, no les gusta. Es una mezcla de sentirse "fuera" y otra mezcla de cosas.

Algunas tienen que ver con esa tentación tan frecuente de pensar que casi todo el mundo es imbécil. Está mal esto, porque a veces el imbécil es uno. Pero el caso es que, no sé, un ejemplo, enciendes la tele o la radio o lees a h o b y dices "no cabe un tonto más". Pero caben. 

Chesterton dice que esto es comprensible porque todos hemos odiado a la humanidad cuando estamos enfermos o en un autobús lleno de gente, que el problema es cuando creemos que esto es un signo de "aristocracia" (él pone a Nietzche como ejemplo) y ahí si que no: entonces es un signo de los débiles de nervios. En fin, eso. Ser "fastidious" (petardo, que todo te moleste, quisquilloso, en fin, hay mucha variedad en esto) se permite, pero no que se crea uno que eso es porque uno es mejor que otros. 

El otro día vi una película que me encantó, "La belle époque", con Fanny Ardant y Daniel Auteuil. Salvo una cosa horrorosa sobre el aborto -da mucha pena- y unas "escenitas" que no hacían falta (estoy como mi madre, Dios la tenga en su gloria), la película creo que aborda ese demonio del medio día -esto es muy francés, como la peli- que, creo, es el más frecuente en algunas edades, pongamos a partir de los 50 y bastantes. 

Es el demonio del no entiendo el mundo, no me gusta y en consecuencia me hago un ovillo, ea. Aparte (o antes, oh, cielos), al mundo tampoco parece que yo le interese para nada -ni mi opinión, ni lo que pienso, ni lo que sé, ni nada-. Ajá, puede que esté ahí el tema o gran parte del tema en algunos casos. 

Re-cordar es volver a pasar por el corazón. 

Es algo que hay que hacer a menudo en el matrimonio, en la amistad, en la fe. En todo, creo. Para re-encantarnos (y re-crear/nos, los "mundos posibles" se hacen así) no en plan lelo, pero sí para no acabar siendo el inmenso petardo  (comprensible, pero petardo) que es Daniel Auteuil o Alan Arkin. Para pasarlo uno mejor. También para que con-vivir con nosotros sea más fácil; y porque la vejez tiene ese enorme peligro de curvarse sobre uno mismo no en exceso -nunca hay exceso de vida interior, creo-, sino malamente. Y no. No se puede vivir así. 

¿Que hay una parte de curva sobre uno mismo "causada" porque el mundo te aparta -y media humanidad es imbécil (incluyéndonos)- ? No voy a negarlo, es evidente y más en nuestro país donde a partir de los 40 y no digo los 60 estás fuera de todo lo "laboral", hayas hecho lo que hayas hecho. Es igual. Hay otros datos que añadir a esto, pero no hace falta. 

No se lo demos en bandeja. Ni al demonio ni al mundo. 

Volví a recordar a  René Girard esta mañana. El deseo mimético y la violencia que nos hace ya no fuera -que la hace-, sino por dentro.  En la vejez está también ese deseo mimético (como en el feminismo, como en tantas cosas). Pero esto da para otro post.

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