sábado, 10 de septiembre de 2022

Sentido de la medida

Tengo querencia por algunos caracteres desmesurados, el de algunos santos, como Ignacio de Loyola, o algunos artistas inmensos. Pero fuera de la falta de la medida que es la santidad o la creación a veces, la mesura a mí me parece en líneas generales algo conveniente.

Vivimos en un hype continuo. Asumo hay que seleccionar con tiento la exposición a medios y redes. Porque hoy todo se saca de madre, da igual lo que sea.

Cuando quiero ver las últimas noticias, leo el Apocalipsis, creo que decía Chesterton. Qué razón tenía. 

Murió Isabel II, una oración por ella. Vale, bien. Entiendo que es noticia. Pero es como si no existiera nada más. 

Ni los 3 días de luto y el papanatismo de tantos medios patrios (madre de Dios, lo que hemos tenido que ver de conductores y tertulianos estos días, cuantísimo indocumentado tenemos), ni tampoco, por otro lado,  tanto imbécil tuitero a machamartillo con la pérfida Albión. Pero qué atajo de mezquinos y pequeños hay, como en los cuartos de baño de las carreteras, parece que hay que dejar escrito tu garabatito en la puerta. 

Hoy hay que ser no ya afín, hay que ser partidario a muerte de quien sea. 

El hooliganismo arrasa y con las personas es letal, destruye siempre. Ayusistas, olonistas, me es igual. Me tomo bastante en serio el (por otro lado un espanto de canción) "No adoréis a nadie más que a Él". Falibles todos, todos imperfectos. 

Hoy no basta con decir "me ha gustado esto tuyo" o "esto que ha hecho Z está muy bien hecho", hay que entrar en una espiral de halagos, adhesiones inquebrantables y, en otros casos, bombos mutuos que dan a menudo vergüenza. 

Me vuelvo a mi traducción y a estudiar el examen que tengo en breve. Porque yo no estoy para nada a salvo de esa falta de mesura. Y me temo. O se es medido, por don del Altísimo o virtud personal, mi admiración siempre, o es mejor estar a distancia y en silencio. Pues eso. 

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