Ya había visto el desastre de tanta nieve en nuestro jardín con el endrino, los evónimos y el membrillero. No con el árbol del paraíso, que resistió el peso de la nieve, así como aguantaron bien el manzano, el cerezo y el ciruelo (de ciruelas "cojón de fraile", hay que ver qué nombres se gastan en Castilla).
Mira que parece fuerte una encina y que lleva tiempo que crezca, pero tanta nieve en las ramas, tan sólidas que parecían, hizo que se rompieran. Estaba todo ese campo como si hubiera pasado Atila, una pena. Tantos años en pie para acabar vencidas por una nevada.
Al llegar a casa, me acerqué donde crece la hierbabuena y no creía ese milagrito de la naturaleza. Soportó la pobre en esa parte del jardín un metro de nieve de peso y seguía ahí, verde y pequeña.
No he podido ver todavía en esta segunda nevada qué ha pasado con ella, sigue cubierta.
En la foto un herrerillo tan contento en la nieve.