Es lo primero que te dicen cuando das clases, que la hora no
es tal, que son 45 minutos lo que tiene que durar como mucho. Y la advertencia que a veces
te hacen: “Que sepas que los alumnos desconectan a los 15 o 20 … ”.
Entras en la clase con miedo, con la sensación de que hay que acabar pronto,
“Dai, dai, que hay prisa”, como la vieja del anuncio de la Asturiana.
Se nota en todo. En las homilías de los domingos no
aguantamos, nos revolvemos en el banco, “qué pesado es este cura, qué pelma”… En las conferencias casi todo el mundo
consulta el móvil, no estamos atentos. Y, por supuesto, en la televisión, donde
cualquier debate al final no resiste a un tertuliano que utilice más de 59
segundos en decir lo que piensa.
Digo yo que algunas ideas u opiniones no pueden ser expresadas
de modo tan breve. Al final es el eslogan lo que vende y no el matiz, que exige
siempre tomarse un tiempo. El matiz en lo que sea es lo que tantas veces hace la
diferencia y dota a un argumento, a una opinión, de riqueza, de verdad en
definitiva, me parece. Y para el matiz no se puede hablar como una metralleta,
hace falta hablar despacio. Y que escuchemos, claro.
También es cierto que el arte de hablar en público parece
que no es lo nuestro. No hay más que comparar un simple discurso de un presidente
de una empresa del Ibex 35 con una del índice selectivo británico o un
directivo de una gran compañía estadounidense. Los españoles somos serios
hablando, no serios, graves y aburridos hasta la muerte. No hacemos un guiño al
público, soltamos nuestro rollo habitualmente y hala, que aguanten. Pero esto
es cuestión de otro tema. Hoy esto va de escuchar y no de hablar, que tampoco
sabemos.
Es lo primero que le dice Dios a su pueblo: “Escucha, Israel”. Se repite varias veces en el Antiguo Testamento. Se ve que al ser humano le cuesta, que hacemos oídos sordos
o vamos a nuestra bola en cuanto podemos.
Es la queja eterna de algunas mujeres “Tú nunca escuchas...”. Los hombres no se quejan, pero lo acusan. Lo notas en una reunión de trabajo, o compartiendo mesa y mantel, simplemente no nos escuchamos.
¿Cómo vamos a escuchar nadie si estamos todo el día con el ruido de fuera y el de dentro constante?
Es la queja eterna de algunas mujeres “Tú nunca escuchas...”. Los hombres no se quejan, pero lo acusan. Lo notas en una reunión de trabajo, o compartiendo mesa y mantel, simplemente no nos escuchamos.
¿Cómo vamos a escuchar nadie si estamos todo el día con el ruido de fuera y el de dentro constante?
Hay tantas voces, tanto entretenimiento, tanto ruido en
definitiva, que escuchar a quienes tenemos cerca, o a quienes tenemos muy lejos
y pueden decirnos algo que valga la pena, nos cuesta. Porque hablan en voz baja
a veces. Unos por estar muy cerca, los otros porque el pasado sobre el que
estamos sentados nos suele hablar en susurros en comparación con el presente que
suele ser más vociferante.
La impaciencia, el monólogo interior de contarnos todo el
rato por dentro o de contar a los demás un yo eterno que se da vueltas y más vueltas, porque quizás se siente, precisamente, que nadie le escucha, puede
explicar el círculo vicioso de monólogos que se suceden. Facebook, twitter, lo
que sea, son a menudo monólogos entrecortados.
Y caes en la cuenta que es otra señal de los bárbaros de
ayer y de siempre.
Entumecidos por la sonoridad hueca de la verbosidad, por la
rapidez o brillantez del argumento, o por la voz más alta, no por la verdad, aturdidos por el simple martilleo de tanto
ruido, es difícil no ya escuchar sino oír simplemente.
Estoy totalmente de acuerdo.
ResponderEliminarPero creo que la imagen le ha ganado la partida a las palabras.
La gente lo que quiere es lo fácil, osea ver y punto. Escuchar a alguien exige un esfuerzo que la gente no está dispuesta a hacer.
"Lo que quieras decírme, hazlo en una imagen y punto".
Puede que sea triste, pero así es.
Saludos
Se puede decir más alto (pero no, que añadiríamos más ruido) pero no más claro.
ResponderEliminarY lo más inquietante es que a la mayor parte de la gente parece gustarle esto... quizá por nuestra incapacidad para estar realmente con otros y con nosotros mismos.
La imagen, ¿tú crees?, no sé...No estoy segura, ¿sabes? La imagen tiene muchos sentidos, hay imágenes e imágenes... Es una versión de la imagen la que ha triunfado, pero no "la imagen" que es algo más complicado, creo. Me has dejado pensando, Dolega, gracias...
ResponderEliminarNos pasa, tienes razón, Jaime, estar solo facilita saber estar acompañado, qué bien lo dices...
ResponderEliminarMe encanta el título del blog: "MÁSTER EN NUBES" Que belleza de título: Yo, siempre he sido una soñadora de calcular imágenes que forman las nubes y ver como se difuminan. La verdad que es una similitud de la vida. Con relación al ejercicio de la docencia, es el proyecto firme de los que piensan que la cultura es el arma más noble que puede desenfundar el ser humano: no hiere, no mata, pero si culturiza, cosa que antaño, era repudiado por los dictadores. La cultura y la poesía era motivo de sanción y lapidación.
ResponderEliminarHoy por desgracia la cultura a descendido, y espero se remonte en bien de la libertad.
Cuando se resta a la cultura la posibilidad de ejercer, los pueblos se sumen a la nada y a las manipulaciones de los que necesitan lacayos en vez de ciudadanos libres.
Un abraciño
http://poemas-rosamariamilleiro.blogspot.com.es/
Rosa María, muchas gracias por tu visita y comentario. Tienes razón con que la cultura ha descendido. Ha descendido muchísimo y a todos nos afecta. Un abrazo y de nuevo mi agradecimiento por tu lectura.
ResponderEliminarEncontrar a alguien que sepa hablar es tan difícil como hallar a alguien que sepa escuchar.
ResponderEliminarLa gente que habla mucho cree que los que hablan(mos) poco tenemos la oligación de escucharlos.
Nadie escucha a nadie, la verdad.
Salu2.
Consejos vendo. Es poco habitual escuchar y ser escuchado. No nos escuchamos a nosotros mismos. Ahí un principal problema.
ResponderEliminarDiego, me ha encantado tu comentario, me ha hecho mucha gracia. Tienes mucha razón, en todas las reuniones hay siempre uno o dos que no hablan ¡y es que no les dejamos!
ResponderEliminarAnónimo, gracias por tu visita y comentario. Nos cuesta, sí.
Hola Aurora.
ResponderEliminarMe da la impresión de que no es solo escuchar. La gente tiene cada vez menos capacidad de concentración. Me doy cuenta en la reuniones de mi trabajo, que apenas estamos 10 minutos tratando un tema tiene que haber una distracción, teléfono, entrada o salida del despacho, porque hay algunos, demasiados, que son incapaces de mantener la atención en lo mismo durante más tiempo. Lo peor: que no se llega ni a la mitad de las conclusiones que se debería porque casi todo queda en el aire.
Jesús, sí, pasa muchísimo. Los móviles son una maldición además, estamos consultándolos permanentemente, un desastre. El libro Superficiales de Alan Carr habla de esto en parte, nuestra capacidad de atención, de concentración, ha bajado, la de todos, con tanto internet, móvil, etc. Y, por ejemplo, a la hora de escribir o estudiar lo notas, o de trabajar solo 1 hora seguida en algo. No sé cómo se puede luchar con esto.
ResponderEliminarHola aurora, sabes que leí un comentario tuyo de hace un par de meses atacando el machismo en la iglesia, yo justamente necesito hacer un trabajo sobre aquello y me gustarìa que me mandaras argumentos de por que la iglesia católica es machista, te dejo mi correo y mis saludos cordiales.
ResponderEliminarCris.nacho11@hotmail.com
¿Atacando? No creo haber atacado a la iglesia, solo te dije que no estaba de acuerdo con tu argumentación de que si fuera la iglesia machista no iríamos las mujeres a misa, no practicaríamos... me parecía un argumento bastante débil y de poco fundamento. Y sí, creo que la iglesia ha sido machista ... como lo han sido las sociedades, las personas, tampoco creo que reconocerlo sea atacarla.
ResponderEliminarY te contestaba además diciendo que reconocer que las personas humanas que hacen iglesia, que son iglesia, y que a veces tienen o han tenido la responsabilidad de hacer cabeza, jerarquía, etc... y pueden haber metido la pata... no implica para nada hacer una enmienda a la totalidad. En machismo o en lo que se trate. Ellos y nosotros, ambos.
No creo que reconocer las debilidades humanas sea atacar a la iglesia. Y cada tiempo tiene también a menudo sus debilidades que se reflejan también en nosotros, pueblo o jerarquía, no pienso estar yo a salvo ni tampoco otros ni en el pasado ni en el presente.
En todo caso, y si te parece bien y como te dije -y te pedí el correo entonces, gracias por enviármelo ahora- no se resuelve en un post ni en una contestación .
Ahora con tu correo te enviaré una respuestas más larga en cuanto entregue un trabajo el viernes ¿ok? Un abrazo y gracias.
He vuelto a entrar, y quizás por ejercitar un poco mi ego, me he vuelto a leer y mi sorpresa, es cuando veo que he puesto a verbo sin H. No me he ruborizado, pero sí me inquieta un poquito. La mente, nos juega pasadas como la presente, lo bueno es saber discernir, aunque no se puede borrar. Ahora pernota ahí, como signo de atención.
ResponderEliminarUn abraciño.
Rosa María Milleiro
http://www.poemas-rosamariamilleiro.blogspot.com/
Benditos los alumnos que aguantan 45 minutos: mi mujer me acusa de desconectar al minuto y medio, como mucho.
ResponderEliminarSaludos.
Perdón, no pude atender el blog estos meses, lo siento.
ResponderEliminarVuelvo con ánimos.
Rosa María, muchas gracias siempre.
JC, lo cierto es que ya me gustaría que fueran 20.