miércoles, 30 de mayo de 2012

Monte salpicado de blanco con Jimenez Lozano al fondo según se sale

Tren va y tren viene, hora y media de viaje de ida y otro tanto de vuelta. Pero es primavera y no importa nada. Después de las amapolas y de que brotaran los árboles que G. y yo creíamos muertos, ahora es el blanco de la jara que salpica la sierra. Y algunas retamas, amarillas ellas, más puntuales. El cantueso o la lavanda, que brotó en el sur hace ya muchas semanas, rompió hace unos días. Todo pasa dos meses más tarde aquí, en Ávila, una primavera perezosa y rápida como una exhalación, ya comienzan a secarse algunos prados. Hace falta agua.

Leo y leo, aunque me dijo JMJ que no hay que leer mucho, sino leer bien. La bibliotecaria de la Jiménez Lozano me comenta que poca gente saca los libros del autor que da nombre a la biblioteca. Amablemente me escribe a mano la lista con las signaturas.

Leo "Los compañeros"  y me estremezco: triunfo o lo que se dice que es triunfar, o sea, tener dinero, reconocimiento, éxito en plan yanqui, frente al pasar inadvertido o ser olvidado, tener una vida desgraciada, con dificultades económicas o sentimentales, ser, de nuevo como dicen los yanquis, "un fracasado", a loser. Y esa figura del cura que deja la sotana y acaba desquiciado, el horror por las barbaridades que vio, la complicidad por el miedo, siempre tan humano. Hay otro espanto: saberse uno capaz de la crueldad, ser víctima y a la vez poder ser verdugo, reconocerse verdugo de algún modo. O de la mezquindad, que el ego acabe sacado de madre. El escritor, ese "autor" que el mismo Lozano tanto teme ser, descrito al detalle, quizás se le vaya la mano con el personaje.

Al leer "Los cuadernos rojos" del mismo Lozano, sus diarios, o más bien notas, escritas del 73 al 83, se entiende por qué escribe esa novela, como algunos de sus cuentos, que también acabo y que están reunidos en  "Los objetos olvidados". "El grano de maíz rojo", "El escopetazo", personajes como Obdulia, Rosalía, todo un mundo efectivamente olvidado. Es religioso en el sentido profundo de la palabra. Y castellano. La muerte no forma parte de los más vendidos o de los más prestados de esta temporada, no me extraña nada.

"Nada, nada, nada, nada...", la retahila de San Juan de la Cruz que Jimenez Lozano reproduce en "El mudejarillo", esas palabras en mitad del monte, el dibujo, su letra apretada.

Anécdota que cuenta en sus diarios: al inaugurarse el monumento, al parecer muy feo, en Fontiveros a San Juan, hubo un menú para las autoridades presentado como "Menú que los ricos comían en época de San Juan de la Cruz".

Para desengrasar, Cunqueiro y "Merlín y familia", prodigio de cuentos, uno dentro de otro, y otro dentro de otro. Es inagotable. Galicia en vena, Miranda, Velbis, un mundo fantástico de sirenas, encantamientos, objetos mágicos, doncellas, pedos del diablo. No recuerdo quién me lo recomendó. Tengo que parar de vez en cuando y buscar en el diccionario, estoy como con la Señorita Amelia cuando tenía 10 años, que nos animaba a señalar cada palabra que no entendíamos y luego a copiarla con su significado.

8 comentarios:

  1. Estados Unidos tiene todavía muy cerca el espíritu del pionero y del colono, del inmigrante que ha partido de la nada. Sin esta especial valoración del éxito no estarían donde están. Y, creo yo, que no nos vendría mal a los europeos un tanto de esa filosofía de la vida para salir de ésta.

    Cunqueiro es siempre un descubrimiento. Pura alegría de vivir. Es de lo mejor de nuestra narrativa del XX. Y téngase en cuenta que nadie escribía sobre esas cosas en su tiempo.

    Saludos.

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  2. Cuando digo de ésta no me refiero, Dios me libre, a la vida sino al atolladero en el que estamos.

    Saludos.

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  3. Ya, ya, ya me imagino que es el atolladero este, por cierto, de dónde vendrá esa palabra.

    Mal explicado por mi parte lo de atribuir a los yanquis eso del éxito, injusto, gracias. Tienes razón, Retablo. Hay una parte aprovechable y otra deleznable y pagana, infantil además. Falta matizar, gracias.

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  4. Retablo, me encantaría discutir contigo de esto.

    Hay una parte de compasión "católica" -de nuevo injusto esto- por, vamos a llamarlo así, "el pobre" (loser inglés), que me parece cálida. Y una parte del éxito en pagano (digamos que protestante, injusta de nuevo, lo sé) que tiene su parte buena en el esfuerzo, meritocracia, etc.

    Y a la vez las 2 visiones pueden salirse de madre.

    La de la compasión, porque se llega a utilizar a "los pobres", o porque se llega a negar que el ser humano naturalmente quiere vivir mejor, que le quieran, etc. Se es un hipócrita desde ese lado. ¿Quien no quiere que su vida tenga las menos dificultades posibles, que le quieran, etc...?

    La del éxito por lo que Jiménez Lozano retrata en Los compañeros, la más absoluta superficialidad y mezquindad que se mete en una, porque la injusticia existe aquí, no todo mal es resultado de un mal hacer o de falta de trabajo.

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  5. Ya creo comprender lo que refleja Jiménez Lozano.

    La actitud ante la pobreza atribuida, con mayor o menor razón, a la tradición protestante es diferente a la católica. Con todo se tiende a idealizar el trato recibido por los pobres en el pasado, en el Antiguo Régimen. Espero escribir algo al respecto cuando tenga tiempo.

    El triunfo, con buen estilo y juego limpio, es admirable. Todos hemos ganado en alguna ocasión y no nos avergonzamos de eso.

    Huyamos de la estética del fracaso. Las derrotas se llevan con dignidad, se aguanta con ellas, pero no nada de instalarse en la moral del siempre vencido pues alberga el gusano del resentimiento.


    Saludos doña Aurora.

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  6. D. Retablo, estoy de acuerdo. La estética del fracaso además es un tostón, lo del resentimiento hay que tener cuidado, o la simple y cercana envidia: llega, se instala y da muchísimo la lata. Y al final es tan fácil como reconocer que a uno le gustaría tener X, o ser Z, o poder hacer J, o que fulano le hiciera caso... Y ya, no pasa nada. Saludos, me acordé de Vd. en la feria del libro... y de otros muchos blogueros, por supuesto, y amigos.

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  7. No sé si leo bien pero me quedo en el primer párrafo. Enganchada, absorta en su belleza.

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  8. Gracias, Lolo, por leer y comentar. En todo caso ya está seco, ha sido una semana de mucho calor, o nos llueve pronto o el verde quizás ya solo esté en la montaña. Un abrazo.

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