jueves, 16 de febrero de 2012

5. Amigos en todas partes (Mandy, Bienestar y Belleza. 7)

Tanto le he hecho creer a Pablo estos meses que es una parte fundamental para poner en marcha este centro, que el pobre no sabía ayer cómo decírmelo.

-Mandy, amor, esto… tú sabes que, si pudiera, compartiría contigo ese día tan importante... Pero no hay mucha explicación en cómo nos hemos conocido y qué relación tenemos… Creo que no pinto nada en la inauguración,  no veo el modo de venir sin que parezca raro...
Cogió un par de folletos y el tarjetón de la invitación, pero no se los guardo muy convencido.

-Me acordaré toda la tarde, te llamaré luego y me cuentas, y, por supuesto, el próximo jueves por la noche estaré aquí, como siempre... ¿verdad, cielo?
Noté el miedo que tenía de que el nuevo negocio me tuviera demasiado ocupada, de que le acabara saliendo el tiro por la culata. Tuve que tranquilizarle. Me hice la disgustada primero, un mohín de pena y luego unas pocas lágrimas. Y entoné esa queja que a él le gusta tanto.

-Te voy a echar mucho de menos, mi amor, sin ti todo esto no iba a ser posible…
Luego seguí con lo que a él le gusta oír, ese reproche que no es demanda.

-¡Qué ganas tengo de tenerte para mí cuando yo quiera… y no cuando tú puedes! Compartirte me cuesta mucho, cielo…
Me besó para consolarme y yo le respondí como sé que debo. Acabamos prontito así, se durmió rápido y yo tuve tiempo de hacerme las uñas de los pies, que las tenía hechas un desastre y no me iba a dar tiempo hoy que inauguramos  “Mandy Bienestar y Belleza” y quiero que todo, incluida yo, esté perfecto, impecable. 

He escogido un buen local, un piso bajo que pude unir a dos sótanos. Ha sido un momento excelente para hacerlo, hay pocas obras y los precios están bajos, nada que ver con hace unos años. Para empezar está muy bien, y yo prefiero ir con calma, como en todo, y pagar siempre que puedo a tocateja y en metálico. Mi contable me pide que mueva lo que gano de esa forma, sin facturas y con billetes de por medio, nada de talones ni bancos.
 -Pablo, mira a ver, que yo no entiendo de esto… Me piden no sé qué en al ayuntamiento...
Al final la mayoría de los hombres son estupendos, les gusta hacerte favores, se sienten así importantes. Así que yo me aplico el cuento y pido siempre todo lo que puedo y ellos pueden darme.
-Sancho, verás, es que para la reforma del local me han dicho tal barbaridad que no doy crédito, y eso que estamos en crisis y me cuentan que el presupuesto está más que ajustado... Tú ¿no conocerás a unos paletas y un jefe de obras decentes? Estoy desesperada y no tengo además nadie para coordinarlo y que no me tomen el pelo… ¿podrías echarme una mano?
Aunque la cosa de la construcción ahora esté a la baja es bueno conservar a las amistades en el sector. Sancho es menos habitual que Pablo, pero ahí le tengo. Desde que se echó novia hace dos años se deja ver menos. Pero me llama de vez en cuando y recordamos los viejos tiempos, así que con él también he contado. Una reforma como la que yo quería planteaba muchos problemas, no tanto por lo que costaba, sino por lo que era. Realmente tengo mucha suerte con la mayoría de los hombres que conozco, conmigo son generosos hasta decir basta. Gracias a ellos en siete meses, un tiempo récord, he firmado un alquiler con opción a compra por una cantidad más que razonable, hemos hecho toda la obra, y he podido seleccionar a las tres chicas con las que empezar, además de pagar todos los aparatos de estética y los muebles, y contratado a los proveedores de cosmética, dos firmas de las mejores del mercado. Así que estoy encantada.
Qué despacio pasa el tiempo, ¡todavía cuarenta y cinco minutos para que lleguen! Estoy nerviosísima... ¿Vendrá gente al final? He invitado a bastantes, pero con estas cosas nunca se sabe...

“Mandy”, “Mandy”, “Mandy”… Me gusta mi nombre al frente de mi establecimiento. Amanda, que así me llamaron por mi abuela, era un poco antiguo, de pueblo, y me quedé con Mandy. Sonaba más corto y menos rancio, ligeramente extranjero. Ahora, ¿a qué cambiarlo? Prefiero seguir con el mismo que me ha dado suerte. 

5 comentarios:

  1. Qué cabeza más bien amueblada.

    Besotes!!!

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  2. Amanda... acabáramos.

    Pues mira, Máster, Pablito y Sancho, el otro, tontos de capirote también. He pasado del odio a la aprensión. Y ahora sigue la cosa, no?

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  3. Olvidé lo principal:Me gusta como escribes; guardo el enlace.

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  4. Prima, así la veo yo, con la cabeza bien amueblada. Un abrazo, guapa. Y gracias por leer, escribiendo se disfruta mucho, pero que alguien lea es importante.

    Sigue, Lolo, está acabado ya hace 3 años, lo saco ahora. Gracias por estar, un abrazo.

    Sí, suena mejor, anónimo, y gracias, me alegro de que te guste.

    Gracias por leer, ya digo que escribir vale la pena y me gusta, no puedo dejarlo, pero que alguien lea al otro lado de la pantalla anima mucho. Gracias.

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