jueves, 27 de octubre de 2011

"Starbuck" o la paternidad irresponsable

Hemos pasado ya el ecuador de la Seminci y creo que Starbuck (2011), del canadiense Ken Scott, proyectada el martes dentro de la Sección Oficial, va a ser una de las favoritas para el premio del público. Para mí ya lo es desde luego. Para empezar tiene un guión verdaderamente envidiable, obra del director y de Martin Petit. Apuesto la cabeza a que Hollywood no tardará en comprar los derechos para un remake a la estadounidense, el tirón comercial de la historia es evidente.

Starbuck es el apodo bajo el que el protagonista, David Wosniak, donó esperma en su juventud. Éste, protagonizado por el actor Patrick Huard, que está genial, es un desastre de hombre que a sus cuarenta y dos años no acaba de sentar la cabeza. Entre otras cosas debe un montón de dinero a unos que le quieren partir las piernas. Trabaja con su padre y sus hermanos, carniceros, y no suele hacer nunca lo que debe, además de decidir siempre lo incorrecto. Tiene una novia que es policía con sus más y sus menos y que le comunica que está embarazada. En esto ,de repente, le dicen que, por un error de la clínica donde fue donante, es padre de 500 chicos de los cuales más de 100 quieren conocerle. Él se resiste incialmente. Así comienza una historia tronchante que podría haber sido una bobada y que es francamente seria precisamente por ser una muy buena comedia.

Hay diálogos de antología, como los que mantiene David con su abogado o con su novia en el parque (“Pero ¿cómo voy a ser madre si ya tengo ganas de darle una colleja?”)y escenas memorables con varios de sus hijos a quienes no revela su identidad pero a los que pretende tutelar como un ángel. Naturalmente tiene de todo: hijos “con éxito” y sin él, góticos, futbolistas, cantantes de metro, vigilantes de piscina, gays, etc. Por todos siente ternura como un padre siente y les apoya también como un buen padre nos apoya: incondicionalmente. Todo esto sin decir quién es, encantado con su nuevo papel mientras su abogado está horrrizado.También algún hijo le pone a 100 como a veces pasa. De romántica la paternidad no tiene nada y esta película también lo trata con cierta guasa. Mientras tanto a presión de los medios se dispara al preparase el juicio para revelar o no la identidad de Starbuck. Y hasta aquí se cuenta.

Ser padre, ejercer la paternidad más bien, no es ninguna bicoca. Tampoco una cuestión meramente biológica aunque la biología algo cuente. Esta historia, que maneja muy sabiamente el humor y los momentos levemente dramáticos, es una película muy divertida que emociona y hace pensar sobre la paternidad y sobre el regalo de cada vida humana. Cada ser humano es un don irrepetible. Con cada uno se rompe el molde. Y es por eso altamente recomendable para todo tipo de público que quiera pasar 108 minutos estupendos. Se estrenará en España en febrero o marzo, quizás para el día del padre.

PS: Entrevisté a Ken Scott, el director y guionista, un encanto. Lo contaré en Culturamas un día de estos.

domingo, 23 de octubre de 2011

Habemus Papam (Risa inteligente y amable en los aledaños)

Estoy en Valladolid cubriendo la Seminci para Culturamas. Para las crónicas diarias pinchar aquí o aquí los interesados. Lo de ver cine toda una semana –y poder escribir sobre ello- me encanta. Valladolid es parte de la Seminci, como ésta lo es de esta ciudad desde hace ya muchos años, 56 en concreto. Aquí se ve muchísimo cine y hay grandes aficionados, las colas son impresionantes. Los de prensa no tenemos asegurado siempre el pase, así que como no espabiles a veces te quedas sin entrada.

Vi ayer Habemus Papam y me hizo gracia. “Témete lo peor” me dijo alguien. Contesté “No creo que a Moretti, que es inteligente, se le haya ido la mano, no le hace falta… “ Me gustó mucho la película, aunque me chocó la frialdad de mis paisanos, no vi mucho entusiasmo. Quizás algunos esperaban carnaza y no es éste el caso. Como tampoco es una película de apologética de ningún lado.

Trabajar con el humor no es fácil. Hacerlo sin que acabe siendo una sátira o una astracanada (aunque ojalá fueran astracanadas lo que vemos en la tele, pongo por caso) verdadera misión imposible, como demuestran muchas series o películas españolas que se entregan sin recato a lo zafio, feo, malo o al tópico más burdo, cuanto más gorda sea la sal, mejor, un espanto.

Pues bien, Nanni Moretti es italiano, y no por eso está libre de culpa en este campo. Ya sabemos que para personajes pasados de rosca nuestros primos hermanos se sirven solos. Pero a veces, como es el caso del director y actor, se da el caso de una cabeza bien amueblada y de una mirada aguda y burlona que no necesita ser azote de nada. Reconozco que me encantó Caro Diario y luego La habitación del hijo. Iba ya muy predispuesta a ver Habemus Papam.

Esta película no va sobre la iglesia –aunque luego sí, pero no, en fin, no sé cómo explicarlo-. Me parece que utiliza (en el mejor sentido de la palabra, ver más abajo) la elección del Papa y la resistencia del cardenal Melville (evidente guiño a Bartelby, el escribiente) a aceptar el cargo como una coartada para aproximarse a esos extraños seres humanos que dudan ante el poder y la responsabilidad de ejercerlo, que no se creen capaces. Esto llevado al extremo, a lo grande, en el terreno más pantanoso que cabe, olé, el Vaticano. Sobre estos palos se construye esta improbable historia.

El “Preferiría no hacerlo” de Melville hace que se vaya en busca de un psiquiatra, un psicoanalista en concreto, el mismo Moretti interpretando un personaje tronchante. Es difícil andarse por un guión semejante, hace falta mucho tiento o se va de las manos, el equilibrio no es fácil. Hay escenas memorables y otras que lo son menos. En una ocasión se desliza en lo bufonesco: los cardenales cantando “Cambia el mundo” de Sosa, demasiado. Aunque la calificación general sea, con mucho, la de notable muy alto. La conversación del terapeuta con el Papa es genial, la liga de voleybol tiene muchísima ternura. Y ese Papa que no sabe si es actor y está entre perdido y abrumado o el propio psiquiatra, que tampoco se aclara ni mucho, ni poco ni nada, a pesar de tanta palabra, son humanos y a la vez de traca.

En fin, todos están confusos y metidos en una trama donde el aire sopla en las cortinas rojas del balcón del Vaticano sin que nadie salga, el vacío tras el cortinaje, interesante imagen. Dice Moretti ,como su personaje aquí, que es ateo. También ha declarado que es de educación católica y que no reniega de ella. Quizás por eso se sirve de lo que conoce por educación, no por fe, claro. Yo creo que es sobre todo un agnóstico elegante, intelectualmente honrado (soy bienpensada) y muy italiano. Además de listo, que lo es un rato largo.

Dijo el Papa real (Ratzinger, no Melville) en Alemania el mes pasado que un agnóstico o una persona que sufre por los pecados de los cristianos está más cerca de Dios que los fieles rutinarios, aquellos que sólo ven en la Iglesia el boato, sin que su corazón quede tocado por la fe. Me temo que el boato, el exterior, la piel áspera del elefante, quizás la carcasa, es donde se ha detenido Moretti (donde él se puede detener, cada uno se para donde puede y/o quiere), para bien y para mal, aunque tenga mucha gracia y él sea, desde luego, un agnóstico o ateo muy interesante con el que te irías a tomar un par de copas con la seguridad de que habría buena conversación hasta altas horas de la madrugada y de que las risas estarían garantizadas.

Aunque insisto que creo que en este caso Habemus Papam es una simple coartada para hablar del insólito caso de alguien que duda antes de aceptar el poder. Esto en una época donde no sólo los políticos andan sobrados de autoestima y ganas, todos nos podemos creer capaces de lo que se nos ponga por delante. Bueno, quizás simple no sea el adjetivo adecuado para coartada en este caso.

Si no se buscan tres pies al gato –no creo que sea la pretensión del director, francamente- la película es amable - incluso diría que muy amable- hasta en el retrato, por ejemplo, de los cardenales, que, si alguien quisiera ponerse de malas, lo tendría verdaderamente a huevo. Lo digo con mucho respeto, pero con el corazón en la mano. Respecto a otro tipo de consideraciones teológicas o eclesiales no creo que sea ésta la película para buscarlas. Y no está mal mostrar la confusión del propio psiquiatra, me parece francamente honrado.

martes, 18 de octubre de 2011

Nadie

Comenzó tras un viaje al volver a casa, un edificio moderno e impersonal de discretos apartamentos anónimos. Algunos de alquiler por meses eran lugares de paso. Allí nadie parecía existir o importar a nadie. El portero siempre ausente, como si no estuviera, perdido en el garaje o en los sótanos, un fantasma casi. Solo de vez en cuando veía a alguna pareja a la que saludaba, a un anciano jubilado y sordo como una tapia, o a una mujer permanentemente enfrascada en una conversación por el móvil. Pero lo habitual era no cruzarse con nadie. No había un alma. Solo la luz fría y blanca que nunca se apagaba iluminando pasillos, escaleras y el portal inmaculado. Alguien limpiaba todos los días y lo hacía meticulosamente, sin que se le viera y en silencio, quizás muy temprano por la mañana.

(El relato completo está en Culturamas, pincha aquí si quieres leerlo)

jueves, 13 de octubre de 2011

War Horse (El alma de un caballo en el West End londinense)

Animal viene de ánima, espíritu de vida, ánimo que mantiene vivo a quien respira y siente.

A mí me parece que uno de los animales que mejor reflejan ese ánima que todos tienen es el caballo. No es que el perro no lo sea, pero su alma es más, ¿cómo lo diría?, dependiente de la nuestra.

El alma de un caballo es claramente suya. Es independiente. A poco que trates a un caballo sabes que es otro ser vivo con su voluntad propia que puede no coincidir con la tuya necesariamente. No te lo camelas con tanta facilidad como a un perro o a la mayoría de los perros. Ves cómo te mira un caballo cuando te acercas, esos ojos como piedras brillantes y alargadas donde te reflejas, sus orejas que se mueven continuamente, todo el cuerpo, grande e imponente, sus dientes, cuando echan la pata adelante, cuando relinchan inquietos o levantan la cola. La sensación de montar un caballo o de que haga algo que tú deseas es de pacto, de alianza a veces. Aunque hay personas que los doblegan. Con un perro el pacto que tenemos está casi garantizado. Con un caballo es diferente.

Pues bien, todo eso que es el cuerpo y el alma de un caballo, unido hasta su muerte como ocurre con nosotros, puede ser representado por un artefacto humano en un escenario. Y ese pacto o ese enfrentamiento, la independencia vital de un caballo, también puede ser reflejado en una historia donde el animal real, vivo, no aparezca.

Fuimos a ver War Horse, la obra de teatro en Londres basada en la novela de Morpurgo, un texto precioso y una puesta en escena emocionante donde los caballos son grandes marionetas accionados por personas. Se mueven, relinchan como ellos, levantan la cola, se encabritan, corren y se pelean, huyen, se enfrentan, etc…. Son definitivamente ellos. Todo está perfecto, hecho con tal arte y excelencia técnica que llegas a olvidarte de que hay personas que los operan.

War Horse trata sobre la historia de un caballo, Joey, nacido en la paz rural de Devon en la segunda década del pasado siglo, al que acaban mandando a la guerra ,y de su dueño, Albert, un joven granjero que le adora y que saldrá en su busca. Joey cruza el frente, pasa al lado alemán, estará en la tierra de nadie, sufrirá.

En la primera guerra mundial se enviaron al frente desde Inglaterra 1 millón de caballos,volvieron 65.000 solamente. Fue la última guerra con caballería, el tanque apareció en escena, pero los animales sirvieron de montura a veces, de tiro para llevar enseres o empujar carros. Y hasta de alimento, se los comieron. “They had no choice”, dice un monumento en Londres dedicado a ellos. War Horse trata sobre la guerra y sus horrores a través de los ojos de un caballo, de lo que siente.

El cuento, escrito para niños, fue un éxito en los ochenta. Se llevó a escena en 2007 en Londres y este año la obra se estrenó en Broadway, el que viene en Toronto. Lo que vimos en Londres es un texto muy bien adaptado al teatro, no era nada fácil, con unos actores excelentes, el apoyo de una compañía de marionetas increíble (la Handspring Puppet Company) y una dirección de arte y una coreografía perfectas. Contamos casi 40 personas en escena. Preciosos los dibujos que hacen de marco a la historia, la música evocadora, muy divertida una oca que es otra marioneta y unos pájaros, alondras en la paz y cuervos en la guerra, también marionetas, volando por el patio de butacas.

War Horse ha sido llevada al cine por Spielberg y será estrenada en diciembre en EEUU y en enero en Reino Unido. El trailer parece indicar una buena película. Será esta vez con caballos reales. Eso que se gana... y eso, también, que se pierde. Con que fuera la mitad de la mitad de la mitad de la obra de teatro que vimos Gonzalo, sus hijos y yo en el West End ya sería buena. Si alguien se acerca a Londres debe verla. De verdad, vale la pena.




miércoles, 5 de octubre de 2011

Copia (Abundancia)

Copia, (de Cornucopia, abundancia), ha llegado a España. No es solo una plataforma de comercio electrónico que proporciona contenidos culturales, libros y revistas, luego música, cine, etc. Es, para empezar, una multiplataforma: puedes acceder desde tu teléfono, tu tableta o tu portátil, no hace falta que tengas un ereader), luego sincronizas y puedes seguir lo que estabas leyendo desde donde estabas...

Permite además la lectura compartida, esto es, discusiones, debates, clubs de lectura, clubs de autores, etc., una gozada.

Y más: anotar, comentar en el propio libro y dejar, o no, que otros vean los comentarios.

Copia es un socio para los editoriales y para los lectores impenitentes, como yo, un lugar donde compartir nuestro amor y opinión sobre libros y autores, comenzar debates, aprender de expertos, abrir nuestros horizontes lectores, saber qué tenemos en común con otros lectores...

Todo esto, por supuesto, graduando a voluntad nuestros niveles de privacidad cuando leemos, algo muy importante (puedo estar interesada en que sepan que leo a Márai pero no a Barbara Cartland...)

En el ámbito educativo, escolar o universitario, Copia es una plataforma ideal que permite interactuar a alumnos y profesores sobre libros, formar grupos privados o públicos, compartir anotaciones y comentarios, etc.


PS: Haz una prueba y verás qué fácil. Hacerte miembros es gratuito, puedes comprar, bajarte libros gratis o puedes leer los que ya tienes en pdf importándolos... Echa un vistazo... www.thecopia.com


domingo, 2 de octubre de 2011

Los jardines verticales

Son el último grito en jardines. Ocupan poco espacio.

El primero que vi fue al lado de La Caixa en Madrid, alto, tupido y vertical. Al otro lado del paseo, el Botánico crecía horizontal y amplio. El otro casi colgante… ¿Serían los de Babilonia así? Me quedé mirando.

He buscado información. Me parecen raros y algo inquietantes. Querría tener uno, pero son caros de instalar. Y en Boecillo tenemos uno de muchos metros de horizontalidad y suelo malo. No hacen falta verticalidades, el espacio sobra. Demasiado espacio a veces.

Bendito y maldito espacio, primero se busca, luego te agobia tanto espacio que mantener cuidándolo.

Necesito acostumbrarme a la soledad de nuevo, aunque sea por horas, por días, cuando no tengo más remedio. Pero no me gusta nada. Ahora la rechazo, no la abrazo ni me sumerjo en ella.

 Cuando encuentras la compañía adecuada, la soledad ni se plantea, no es alternativa, te duele. Se ha roto esa soledad interna que llevas, se ha resquebrajado de arriba abajo. Eres testigo de alguien y alguien lo es tuyo. Tú eres, yo soy, ambos nos vemos.

Te repito cada día tu nombre, tú el mío. Damos testimonio de que alguien vive, es. Hay más, claro: personas, amigos, familia, trabajo, escritura, lecturas, problemas. El paro, la incertidumbre. Pero yo digo tu nombre y tú el mío como nadie humano los pronuncia. Sólo Dios los puede decir más claro.

Llevo cincuenta años sola y creo que sé de lo que hablo. Hay muchas lecciones teóricas de soledad, poses y coartadas pretendidamente vitales. Hasta literarias a veces.

Creo que la soledad es lo que queda cuando nadie te ha encontrado o no encontraste a la persona adecuada. O se fue. O la echaste. O no salió por lo que fuera. Da igual. No es nada agradable, nada. No es esa soledad el silencio interior que necesitamos. Es algo duro y triste: no sentirse querido, quizas no aceptar cuando te aman, no poder resistir que alguien te quiera y acabar por ahuyentarle, o que se haya ido dando un portazo o silenciosamente, sin decir nada. Ese hueco de tan humano no es humano.

A veces la soledad es seguir buscando y quizás negar que lo haces, por miedo o vergüenza, por cansancio. De la soledad, como de la necesidad, podemos hacer  virtud con frases pretendidamente brillantes. Y de un modo tan insistente, tan reiterado, que sabes que es hueca, un castillo de naipies, los soplas y se caen. Es de una ternura desarmante ese esfuerzo.

Jardines verticales, floridos a veces, el verde constante. Requieren poco riego. Parecen fáciles de mantener una vez sembrados. Invaden sin invadir, pese a ocupar poco espacio, como el de La Caixa.