lunes, 6 de junio de 2011
Historias del noviastro (Presentación)
He decidido escribir un conjunto de relatos sobre el noviastro.
Noviastro /a = dícese del novio o novia que no presta la debida importancia y necesaria atención a la novia o novio según se trate. Aquel que descuida por trabajo, relaciones familiares, complejísimas e inesperadas circunstancias personales, altos y bajos, o simple despiste general y básico a la susodicha o susodicho compañero del alma. Utilícese de forma literal o figurada.
Los cuentos populares están llenos de madrastras, algunos de padrastros, y otros, pocos, de hijastros. Pero ni la literatura tradicional, ni tampoco la moderna, han prestado atención alguna al noviastro, quien merecería, por sí solo, una colección de relatos en Alfaguara. A eso voy, de eso se trata. Sé que con estas entradas en mi bitácora voy a iniciar un subgénero literario ciertamente extraño al que espero contribuyan otras, u otros, con sus comentarios.
Mi noviastro, que parece un buen hombre –y lo es, me batiría en duelo por demostrarlo-, no da abasto. Lo sé y hasta le entiendo, dicho sea esto con ciertos reparos. Porque es que soy yo la que acabo llevándome la peor parte. Y no pienso resignarme. Pasada la cosa esa de la conquista, el cortejo, o como quiera llamarse, el novio se convierte del día a la mañana, sin avisar ni nada, en noviastro. Forma casi ya una etapa en las relaciones amorosas que llegamos a asumir todas, ¿todos?, como inevitable. Los síntomas los iremos describiendo con mi experiencia al respecto, junto con otros datos que las lectoras o lectores quieran aportar en su caso.
Por ejemplo, el novio llama de modo puntual y constante; en cambio el noviastro se olvida de llamar por la noche (dato fundamental y de vital importancia, ya que el teléfono, especialmente para una mujer, es un instrumento clave para mantener viva la llama -especialmente si no se vive cerca, aclaro-: una falta en este modo de comunicación siempre es terriblemente grave); el novio, otro poner, planea asiempre anticipadamente cualquier cita con la novia de su alma, no vaya a ser que le falle, y así le pregunta sólicito un lunes qué va a hacer el sábado proponiéndole, además, un magnífico y completo programa, mientras el noviastro el viernes a las 9 pm no tiene ni idea de si podrán verse el fin de semana. Ya ni hablo de las vacaciones de verano –allá perdidas, cualquiera hace previsiones-. O en otro plano: ¿qué fue de aquellas cenas de enamorados o de aquellos cines los dos abrazados? Han desaparecido, se han esfumado.
Alguien, y no miro a nadie, se ha convertido en todo un noviastro de libro, en un espécimen de noviastro yo diría que ejemplar, paradigmático. Podría llevarse el primer premio al noviastro del año, o el de "noviastro revelación 2011", éste último es casi más apropiado.
Este primer capítulo o relato ha sido descriptivo, somero y con poquísima mala baba, pero prometo historias de ficción (naturalmente basadas en hechos reales, como las tv movies o telefilms, gracias, Factoría del Guión, gracias) bajo la etiqueta ésta de “Historias del noviastro” donde voy a explayarme a mis anchas. Me ha gustado el concepto y la palabra. La clasificación adicional de "MUDANZAS" que pongo abajo significa ficción, por si acaso alguien quiere demandarme. Solo me falta pagar más abogados.
PS1: Cada uno, querido noviastro, utiliza sus propias armas. La mía es la palabra, aunque sea figurada en esta bitácora. Quedas avisado. Con cariño, que no me falte.
PS2: Come despacio, amor, que luego te atragantas. Y duerme, que últimamente no duermes nada.
Miedo me das, Aurora, pues uno también ha sido novio.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues nada, JM. contribuye con tu saber y aporta a la clasificación, a la diferencia, entre novio y noviastro (o novia y noviastra). Un abrazo. Nos vemos en junio (espero).
ResponderEliminarY el noviastro... ¿no será aquel que tiene una noviastra? Es decir, una novia que, cuando un día se te olvida llamarla, ya la tienes de morros diciéndote "es que me estás descuidando". Que, los días en los que llegas a una cita con ella, hasta los mismísimos por alguna de las muchas puñetadas que te hace la vida, te empieza a decir "¡No me prestas atención! Será que ya no me quieres...". Que te recuerda, durante 23 fines de semana seguidos, lo mucho que hace que no vais al cine, y que el fin de semana que se lo propones, te dice "Pues ahora no me apetece". Que te dice "ya no hablamos tanto como antes", un poco antes de decir "¡cállate y no digas más tonterías!".
ResponderEliminar;-p
Es que, de todas formas, hay quienes, como no seas detallista y te acuerdes de todos los cumpleaños y aniversarios, no te lo perdonan en la vida. Yo, la verdad, me inclino por la figura del noviastro que, por ejemplo, si llueve saca su paraguas y se cubre él y no a la novia ;-) Es que no se puede estar en todo...
ResponderEliminarDirecta a la yugular, qué bárbara... Cómo se nota la sangre. Mi abuela Lola hubiera escrito algo similar si le hubiera gustado la pluma.
ResponderEliminarUn novio da una y mil vueltas a la manzana intentando aparcar un viernes por la noche en el barrio de Salamanca para ver a su chica. El noviastro decide que es mejor quedar en su casa, pedir una pizza, ver una peli de Schwarzenegger y luego acercar a la novia en su coche a su casa, si no le entra el sueño antes y decide llamar a un taxi...
Besastros!!!
Jaime, interesante contribución la tuya al tema de los noviastros/as. Claro que hay noviastras, aunque creo que no a todo noviastro le corresponde una noviastra siempre. Me ha gustado lo que cuentas.
ResponderEliminarMiguel, hombre, lo del paraguas ni en ficción puedo imaginármelo ;-), anda que... Venga, un abrazo.
Polita, lo del taxi pa'nota. La peli... es que a veces hay que alienarse un poco, se entiende casi... ¿Suena familiar lo que cuentas o es simple ficción como los anteriores comentarios?
¡Hola, Aurora! ¿qué tal por estos lares?. ¿Yo?, bién, gracias, pero con el tiempo muy escaso, de ahí mi falta de asistencia a tus estupendas "clases" de narrativa.
ResponderEliminarMe gusta la idea, te seguiré, no lo dudes, pero ¡no olvides!, que después del noviastro...viene...¡¡el MARIDASTRO!!.
Un abrazo.
Aurora, lo has clavado.
ResponderEliminarUn beso fuerte.
Anastasia.
Tortuga, bienvenida, ¿maridastro?, ay, madre... Y lo de clases, ¿estás de guasa?, ¡me las dan de 8 a 11 de la noche martes y miércoles! ¡como para darlas yo de narrativa, vamos!
ResponderEliminarAnastasia, bienvenida, un abrazo, es un tema sobre el que me he documentado mucho, la documentación es muy importante cuando escribes ficción, ya sabes.
Esto da para mucho, Aurora. Pero tengo varias dudas:
ResponderEliminar1.-¿Una mujer puede tener varios noviastros a la vez?
2.-¿Los puede compatibilizar con un novio oficial?
3.-¿El noviastro es consciente de su condición, o todavía alberga esperanzas?
4.-¿La novia aceptaría de buen grado que el noviastro dejara de serlo para ser novio de nuevo?... A lo mejor a esta altura de la relación, a ella ya no le interesa.
5.-¿Se pueden conjurar los noviastros para vengarse?
6.-Si un novio se convierte en noviastro, ¿puede revertir la situación?... Y en ese caso, ¿lo puede hacer a conveniencia?
7.-En una relación novia-noviastro, las cosas podrían torcerse de tal forma que cuando menos lo esperen, se convierten en noviastra-novio... Y en ese caso, ¿podrían detener esa evolución para encontrarse en el punto medio?
En fín, Aurora. Tienes un verdadero filón por explotar.
Besos.
Javier, ¡vaya lista de preguntas!
ResponderEliminar1. Hay muchos tipos de mujer, así que depende del tipo. Digamos que habrá algunas reticentes a la poliandria, anticuadas, que solo tienen 1 novio o 1 noviastro, vienen así de fábrica. Y luego hay de las que sí, claro. En hombres tengo que pensarlo, el noviastro o la noviastra no son ligues, son novios/as en periodo de enfriamiento o que pasan...
2. Véase la primera respuesta. Claro que sí, aunque realmente la idea es que el noviastro es un novio que ya no "cuida" tanto, que se ha relajado, da todo por sentado. Ante esa situación la novia puede a) dejarle b) empeñarse
c) esa posibilidad que tú apuntas -mantener 1 noviastro que fue novio y echarse 1 novio-, que, como pongo en 1 resulta imposible para algunas mujeres extrañas, no para todas.
3. El noviastro puede estar en babia o darse cuenta de que está hecho un auténtico noviastro. En el segundo caso puede hacer algo o no hacer nada al respecto. Es la novia la que tiene esperanzas de que cambie (ver más abajo)
4. En general creo que cualquier novia aceptaría encantada que el noviastro volviera a las andadas, al estado de novio original y sin pecado ;-), pero habrá de todo.
5. Creo que son las novias las que quieren vengarse ;-), los noviastros suelen estar muy ocupados. Pero me ha gustado la idea de la venganza conjunta en plan conjurados...
6. No sé si has visto Luz de gas o, quizás, -seguro que sí-, si has observado a algunas mujeres (y hombres) a quienes les das la más mínima esperanza de cambio y vuelven a estar entregadas, entregados. Nada, un caramelito de nada, y ellas (ellos) se aferran a la idea de que el noviastro o noviastra puede volver al estado original de novio/a. La memoria de los males causados se esfuma rápido en muchos casos.
7. Huy, seguro que sí, se puede ser por épocas novio o noviastro. El punto medio ¿qué es?, el encuentro creo que está en la tensión, no en el equilibrio. No hay equilibrio en nada.
Tú sí que lo explotarías con 12 cuentos diferentes como poco. Un abrazo.
Digamos que es una exageración no demasiado exagerada sobre un caso exageradamente cercano.
ResponderEliminarMe han encantado los dos últimos comentarios.
Besotes!!!
Divertida entrada, a la inversa también tendría su jugo, aunque creo que cuando más cambian los papeles es cuando se tienen niños.
ResponderEliminarSaludos.
Lo malo de muchos noviatros es que muchas veces se creen novios.
ResponderEliminar¡Estoy impaciente por leer alguna historia de noviastros!
¡Un beso enorme!
Irene