lunes, 14 de febrero de 2011

Valor de ley (Unas trenzas muy bien hechas)







Uno de mis grandes placeres es ver una película del oeste, a ser posible el sábado por la tarde tumbada en un sofá. En este ocasión no fue un sábado, sino un viernes, y no hubo sofá, porque era un estreno, "Valor de ley", de los hermanos Coen. El frío de Valladolid fuera, y la compañía de lo mejor, mi tía, así que ni eché de menos el duermevela, las dos salimos muy contentas.

Esta película ya estaba hecha, pero es igual porque la versión es perfecta, aún para partidarias de John Wayne. Jeff Bridges borda al aguacil Cogburn, la niña, Mattie, mantiene unas trenzas perfectas a lo largo de toda la película –las mujeres en el oeste no son una tiernas florecillas, son mujeres de verdad, tengan 14 años u 87-, y Matt Damon, irreconocible, es aquel ranger de Texas de apellido francés y hablador. Parece que se le va a ir la fuerza por la boca, pero luego no. Texas siempre será Texas y acaba respondiendo.

Hay algo en las películas del oeste de toda la vida, no en los spaghetti western, que tienen la suciedad pero no la grandeza. Supongo que tiene que ver con la mitología, con nuestra necesidad de que nos cuenten algo grande pero humano, y, por eso, también imperfecto. Este es el caso: los vaqueros tienen bocas podridas, se les caen los dientes, la gente se muere de un balazo, hace frío y nieva, también mucho calor, la ropa no está lavada con Persil, todo huele, y buscar la justicia a veces se confunde con la venganza. Nada es fácil ni sencillo, por eso te lo crees. Sientes atracción y también repulsión por ese gallo viejo, borracho y tuerto, quizás porque eres del siglo XX (y XXI) y dar patadas a dos niños indios que esperan a la puerta de una cabaña no te parece un buen comportamiento de quien se supone que es el héroe. Te quedas prendada de esa adolescente que cita la biblia como un pastor, de su firmeza de la que sus trenzas son testigo. Insisto: inamovibles en toda la película; llueva, truene o haya bandidos o mordeduras de serpiente, las trenzas de Mattie y de la película ahí siguen, bien hechas. Sonríes con los diálogos, la acción en las historias de vaqueros se hace también con pocas palabras y por eso bien escogidas. Notas también pequeñas sugerencias, leves silencios. Las buenas historias siempre dejan otras en sordina, no se cuentan ahí, pero las sientes. En "True Grit" las ves perdiéndose a lo lejos, ¿hay un atisbo de amor adolescente?, ¿qué fue del ranger al que no se le vuelve a ver el pelo? Y siempre el paisaje que te envuelve, las extensiones grandes, los bosques, los riscos, las cuevas, los caballos a los que haces correr hasta que revientan y hay que matarlos de un balazo, aunque duela.

Es cierto que hay más brutalidad que en la versión de John Wayne, si mal no recuerdo. Sin embargo, el género se mantiene y se renueva. Es una excelente película del oeste con su grandeza y con ese atractivo que permanece. Con final triste y real, no hay componendas. Sobrevivir cuesta mucho, siempre se paga un precio. Los héroes mueren y el mundo a menudo sigue su rueda incapaz de reconocerlos. Por eso hay que enterrarlos cerca y honrar como se pueda su memoria. ¿El mundo?: un circo donde un verdadero vaquero, es decir, un caballero, todavía se levanta ante una dama y otro, escoria, como dice Mattie, ni se quita el sombrero. ¿Cómo no me van a gustar las películas de vaqueros?

Volví conduciendo por la autovía 601, la de los pinares, cruza Segovia dejando castillos a izquierda y derecha (Cuellar, Coca, Iscar, etc…), atraviesa campos trabajados y sin trabajar, polígonos de vez en cuando, y, al fondo, la sierra de Guadarrama, azul, verde y nevada a retazos. Pues sí, no sé quién fue primero (en paisajes, digo), pero Castilla se da un aire al lejano oeste, aunque sea en pequeño formato.

lunes, 7 de febrero de 2011

El discurso del rey (lealtad, elocuencia y mujeres)




Fuimos a ver "El discurso del rey" que me la había recomendado mi hermano. La vimos en versión original con subtítulos, creo que vale la pena. La película tiene un excelente guión, una buena interpetación, pero, además, creo que retrata algo más que una anécdota.

Vaya por delante que la monarquía es una institución que me parece más propia de la Edad Media que de nuestro tiempo. Me hace gracia, por decir algo, que en pleno siglo XX –hoy XXI- estemos aún con esto. Así que simpatías, por mi parte, las menos. Sin embargo, esto no impide que lo que narra "El discurso del rey" me parezca admirable, interesante y, lo siento por lo políticamente incorrecto del adjetivo hoy, ejemplar. Pero no ejemplar a secas, sino, a pesar de que son británicos (y reyes), emocionadamente ejemplar . Aún más: es una película romántica, aunque no al uso moderno de lo que comunmente se entiende hoy por romántica, sino "realmente" romántica, en el sentido que lo real tiene de verdadero (es totalmente secundaria la realeza o monarquía en este momento). Quizás sea hasta anticuadamente romántica, es otro modo de verlo.

El que fue rey Jorge VI, duque de York antes, no era el príncipe heredero. Reinó simple y llanamente porque su hermano mayor renunció al trono por no poder casarse con Wallis Simpson, divorciada dos veces. Alberto (tomó el nombre de Jorge como rey), pudo superar esa dificultad gracias a un profesor australiano, que le ayudo con métodos entonces poco convencionales; también, y esto es de los aspectos que más atraen de la historia, gracias a la mujer con la que se casó, una gorda escocesa de una lealtad conyugal a prueba de bombas (de las de Hitler o de las que fueran), interpretada aquí por Helena Bonham Carter, fantástica como la reina madre (entonces solo reina). Comprendo que quizás este aspecto pueda parecer menor, insignificante en el argumento o la historia, pero la relación de amor –la gente puede quererse hasta siendo reyes- entre Bertie y su mujer, esa constancia de ella, su sentido del deber, de estar al lado de su marido, de ayudarle, de confiar siempre en que él podía, de quererle en definitiva mucho, creo que fue parte de que "el discurso" del rey, el que pronuncia al iniciarse la guerra y otros muchos después, fueran posibles.

La figura del profesor, un actor australiano sin éxito, "fracasado", que dirían hoy, sin títulos de logopeda, pero con pasión y confianza, totalmente ajeno al servilismo o al peloteo ese tan propio de muchas personas al tratar con la realeza, el dinero o el poder, es estupenda. Como también lo es ese retrato de familia plebeya. La escena de la mujer del profesor descubriendo a quién da clases su marido es una de las mejores, no hay que perdérsela.

Es una película con una dirección de fotografía muy cuidada, con la humedad y la niebla de Londres omnipresentes, la falta de luz esa, la frialdad de los palacios (y de las familias de la realeza a veces), con la guerra a punto de estallar, y, en contraste, la frivolidad (con todas las letras) del Príncipe de Gales y la Señora Simpson: hoy ambos hubieran reinado sin problemas y salido en La Noria de Telecinco seguramente, serían los héroes. Por cierto, para los románticos digamos que modernos, hay que recordar que ambos mantuvieron contacto con los nazis, hay amplia bibliografía al respecto. También están bien Churchill y otros políticos de la época, y una Inglaterra en definitiva que tuvo que enfrentarse a algo que costó muchas vidas humanas, muchos sacrificios y esfuerzo. Hasta el arzobispo está perfecto, vaya retrato.

En fin, me pareció una película excelente. Pronunciar una palabra tras otra sin dudar, sin atragantarse, de corrido, es para los reyes, como para otras personas, importante, especialmente en la era de las comunicaciones. La radio y la televisión marcaron una diferencia, bien lo muestra la película, y no siempre para bien, me temo; la facilidad de palabra o la simple imagen, hueca la una o la otra, venden más que lo verdadero. Personalmente me parece que lo “realmente,” valga la redundancia, importante de esa historia fue vencer el miedo, la inseguridad, y una infancia compleja y triste, confiar en que uno puede llegar a estar, si no a la altura de un padre imponente, de las circunstancias, o de "la Historia" (con mayúsculas es una palabra grandielocuente hasta para los mismísimos reyes), sí al "real" servicio de las personas, sean cuales sean éstas. Y no para lucirse uno: la diferencia entre Eduardo/David y Jorge/Bertie parece evidente. Y todo esto con cierta calidez humana, femenina, aunque ella fuera escocesa y Windsor consorte, porque nunca nadie es perfecto. La elocuencia pues no es la del discurso, sino la de la vida siempre, sea la del rey o de quien sea.

El discurso del rey fue, en definitiva, también el de la reina, que pronunció muchos menos, y que se bebía, según dicen, unos gin tonics muy contenta cada evening, hasta que se murió de muy vieja y durmiendo.

domingo, 6 de febrero de 2011

El banco de Santander, el de España y los hermanos Dalton (Sospechosos habituales)


Llevo varios meses con papeles porque cuando tu madre se muere, además de que se muera, te cae una burocracia considerable. No sé si en otros países pasará lo que pasa en España. El caso es que el tema de bancos merecería por si solo un cuento, un poemario satírico, una novela, algo. Aunque la realidad en cualquier caso supera a la ficción, doy fe. Como soy limitada, de momento le dedico esta entrada para aviso de navegantes.

Somos tres hermanos bien avenidos, a Dios gracias. Queremos tener una cuenta conjunta para hacer frente a los pagos de la casa de mi madre –agua, luz,etc.- hasta que la vendamos, también para tener juntos lo que queda de valores de bolsa, en su caso venderlos juntos si seguimos teniendo que hacer más pagos, que ya les vale (no quiero especificar, pero hasta morirse cuesta caro). Pues no Señor, querían en el Santander que abriésemos 3 cuentas, 3, cuando nosotros, 2 de nosotros, ya teníamos cuenta conjunta y otra aparte. Aunque al final han accedido –porque Ana, de la sucursal de Hermanos Pinzón de Madrid así lo ha dicho, como un favor que nos hacen- a que tengamos una sola cuenta común nueva, nos piden ¡ojo al dato! algo que demuestre… ¿qué?: que ganamos dinero y a qué nos dedicamos. Increíble, pero cierto.

Yo al principio pensé que solo me lo pedían a mí, que trabajo por mi cuenta (free lance queda mejor, pero en castellano es a destajo y con empresa propia desde 1997, eso sí). Pero luego me llamó uno de mis hermanos y me contó que le pedían a él también un modo de demostrar que tiene ingresos, que no es un vago o un delincuente, qué hace. Por lo visto hay una circular de Banco de España que obliga a los bancos desde el 1 de enero de este año a “pedirnos referencias” cuando se abre una cuenta bancaria. Da igual que seas cliente de antes, tienes que demostrar… ¿qué?

“Hombre, Ana, imagínate que soy una mantenida o una fantástica ama de casa que se dedica a lo más importante, administrar su hogar, y que no tengo ingresos, pero sí, como podría darse el caso, una herencia, o una cantidad que me ha caído en la lotería o que voy ahorrando porque soy muy apañada … O que soy simplemente puta, o lo que sea… ¿desde cuándo al abrir una cuenta tengo que demostrar lo que gano y cómo lo gano?”

Insisto: los de la sucursal quizás no tienen la culpa -Ana dice cumplir órdenes, su director lo mismo-, pero me parece alucinante que un banco me ponga bajo sospecha simplemente para abrir una puñetera cuenta bancaria con nuestro puñetero dinero, por cierto, siendo además cliente (en mi caso desde hace más de veinte años). Es como si voy a tomarme un café en un bar y me pide el camararo para tomármelo una radiografía del estómago…

Recibo un correo tronchante de uno de mis hermanos, esto de tener que hacer frente a tanto papeleo bancario y otros une más, o, por lo menos, a nosotros nos pasa. Unen el papeleo … y el gasto, por supuesto. Soy una señora e intento no hablar de dinero, ese apartado merecería un folletín entero, pero hoy no tengo ganas, aunque la idea de mi hermano me atrae muchísimo. Transcribo literalmente la propuesta fraternal de presentarnos en el Santander un día de estos…
-Hola, buenas, ¿se acuerdan de nosotros, los hermanos Pimentel? Esos que no sabían Vdes. a qué nos dedicábamos…

-Ah, sí, cómo no…

-Pues miren, les mentimos con la nómina, el contrato laboral y con el último IRPF e impuesto de sociedades que les tuvo que facilitar mi hermana, porque realmente somos los hermanos Dalton y nos dedicamos a atracar bancos… ¿Ve Vd. esta pistola? Pues rápido, llame Vd. al director de la oficina, al mismísimo Botín o al Señor Madoff, que se van a enterar de verdad a qué nos dedicamos…

Es lo que te entran ganas, de atracar un banco y dejarte de mandangas.

Hoy domingo comemos juntos los tres hermanos con la familia. Mis hermanos tendrán que estampar su firma en 15 papeles -15- para abrir una puñetera cuenta conjunta nueva y completar un cuestionario declarando que no son autónomos o que en el caso de serlo –¡qué horror!- no se dedican a h o b, a. Yo ya lo hice el pasado martes.

Para el banco de Santander y para el banco de España somos sospechosos habituales. Nosotros, no ellos, no deja de tener su gracia.

viernes, 4 de febrero de 2011

Lectura vinculada (Antonio Rodríguez: palabra, persona, mirada. Respirarse)


Desde hace meses estaba buscando alguien que me enseñara a leer en voz alta. Irene me dijo que en el colegio Estudio seguían leyendo a los adolescentes, un modo de que entren en un relato, de aficionar también a la lectura. Busqué en internet y vi que había muchas iniciativas fuera, pero no encontraba nada en España. Hasta que di con Antonio Rodríguez. La lectura como acompañamiento a quien ya no puede leer o se cansa, también a quien nunca pudo, era mi idea inicial. El caso es que tras varias idas y venidas pude escuchar a Antonio Rodríguez, asistir a tres clases prácticas, y estoy encantada. Lo que yo buscaba se ha visto sobrepasado con creces, cosa habitualmente rara.

Él explica mucho mejor lo que es la lectura vinculada, una lectura que no es solo en voz alta, es un modo de leer respirando a quienes están escuchando, a quienes propones el texto y con quienes lo compartes. No se trata de imponer ni con tu voz ni con la palabra -ni con tu interpretación, ay-, justo lo contrario. La lectura vinculada parte también de la mirada, mirarse, generar un ambiente, reconocernos como personas. La lectura vinculada tiene una vertiente social a través de "La voz a ti debida", otras divertídisima de las personas libros, hay mucho detrás, mucho trabajo, entusiasmo y una persona singular como es Antonio, muchas otras también en Sevilla, Málaga, Chiclana, Huelva…

Antonio va enseñando esto allá donde le llaman, es de una generosidad impresionante (y tiene una considerable paciencia, por cierto). Vale la pena, de verdad que lo vale. Va a institutos, colegios, cárceles, bibliotecas y donde haga falta.

A mí me ha tenido diciendo una sola frase “Mi hijo murió la noche pasada”, que es la que elegí, tengo una fuerte vena dramática. Proviene de "Carta de una desconocida" de Stephen Zweig, uno de mis libros favoritos. Con ella me ha torturado, el muy… Me ha hecho decirla en andaluz, en concreto en gaditano, quitándole drama o haciéndola mucho más dramática precisamente por quitarle la gravedad vallisoletana. Luego poner acento en el mí, en hijo, en partes, explicar lo que no hay, lo que hay, en fin, todo un mundo en una frase. Y solo una frase, ahí nos hemos quedado por el momento.

Porque Antonio es encantador, pero es un puñetero de espanto y te las hace pasar canutas, ir más lenta, volver al mismo lugar para saber que no sabes nada y sentir que lo haces de pena, que el tono no, que si las manos tampoco las colocas bien, que si tu cuerpo cuando lees..., en fin, un verdadero pesado. Es que es profesor y actor, y hombre de palabra y palabras, o sea, un horror.

Como me gusta sufrir, y me va este tipo de marcha, seguiré yendo a aprender de la lectura vinculada de él, con él y otros alumnos, todavía me queda muchísimo, todo prácticamente. Aunque como a leer se aprende leyendo, voy a empezar esta semana leyendo en una residencia de ancianos, que seguro que son mucho menos exigentes que Antonio.