Un picor insoportable que abrasa. Casa de mis abuelos en General Mola, antes Constitución, Constitución de nuevo será con la llegada de la democracia, frío en Valladolid con república, dictadura, democracia o lo que sea. Echo de menos a mi madre. No me gusta estar separada de ella. Me ha dejado en casa de sus padres porque, según creo recordar, ha muerto un familiar de mi padre y el velatorio se ha tenido que instalar en nuestra casa en Madrid, no había otro lugar más apropiado.
La sensación en esta familia es que la gente se muere con cierta frecuencia y nacen sin parar a un ritmo más rápido. Por eso siempre ganamos los vivos a los muertos. Así hasta hoy: muere alguien y hay dos o tres niños en camino que flotan en las tripas de sus madres, recién nacidos o de pocos años. El balance no es un consuelo, pero la vida sigue adelante.
Las braguitas (decimos braguitas, así en plural y diminutivo, bragas suena mal y no se dice en mi casa, lo del plural no sé por qué) de perlé que mi abuela materna hace, con sus lacitos rosas, me molestan mucho. Me pica el pompis (tampoco decimos culo, palabra de gente poco educada, ni trasero, que uno no se aclara). No está bien rascarse, es muy feo, y menos si es ahí. Pero es que no puedo soportarlo y como los osos (eso lo sabré más tarde) me acerco a la pared y me rasco. Naturalmente mi abuela, que no se le escapa nada, me mira con sus ojos azules, para la labor de ganchillo y me dice que qué me pasa. “Me pica, abuela, me pica mucho…”. Me pide que me acerque a la mesa camilla, al brasero. Allí a un lado me dice que no sea pesada, que deje que ella me vea. Me da mucha vergüenza y me hubiera gustado que lo hiciésemos en otra parte, pero me baja las braguitas en un aparte, me las vuelve a subir y sentencia “Esta niña tiene varicela”. Llamadas por teléfono a mis tíos, todos los niños que hemos estado en contacto podemos tenerla como es el caso.
Me bañan para que me alivie, me ponen talco por todo cuerpo, luego el pijama. Agradezco el frío de la cama. Mi abuelo, que es médico, me tranquiliza “esto se te pasará rápido, pero no debes rascarte, que te quedan marcas…”
Qué horror, marcas, no quiero que me queden marcas. Me aburro luego de estar en cama y me paso los primeros días de varicela en la casa de los abuelos, la galería larga, echando de menos a mi madre.
Un día suena la puerta de la calle y no es un paciente de mi abuelo. Es mi madre que viene a buscarme. Mi padre no conduce, es ella la que lleva siempre el coche, la que viene y va, lleva y trae.
que angustia esa, no la de la varicela, ni siquiera la de la picazon o las marcas, sino la de esperar a tu madre. Tengo la sensacion de que reproduces tan bien el sentimiento porque lo recuerdas, es decir, no lo olvidaste nunca.
ResponderEliminarUn abrazo,
tania jose
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ResponderEliminarMuchas gracias, Tania, por venir y leer, y comentar encima, mil gracias.
ResponderEliminarPondré en tu honor una entrada que escribí hace tiempo y que espero sea menos angustiosa ;-) porque no quiero transmitir angustia a nadie, por favor.
No queda un recuerdo malo, solo está hoy, como aquellos días, la presencia de esa ausencia materna, de su presencia a pesar de todo. Y la esperanza, y la tristeza, todo eso junto, suave y llevadero.
Un abrazo, Tania.
Nunca se olvida la varicela. tampoco cuando, a mitad de mañana, en día de trabajo horrible, te llaman de la guardería para que vayas, in-me-dia-ta-men-te, a por el niño ....
ResponderEliminarCosas de la infancia ...
Es curioso lo del plural en la ropa interior tanto en la prenda femenina como en la masculina, porque cuando va a la maleta... se trata de eso ..."una muda"
ResponderEliminarmás saludos boreales...
Cuando yo la pasé, lo que mas me dolió, fué la cara del quiosquero cuando le pedí un paquete de pipas y me dijo: !niño, tu has tenido la varicela! ¿que haces aquí? !anda vete a tu casa! Mamá ¿la varicela es como la lepra?
ResponderEliminarQuerida Aurora te puedes imaginar la cara de mi madre.
Me gusta, sobre todo, tu respuesta a Tania: la presencia de esa ausencia materna, de su presencia a pesar de todo...hay tanto en esas palabras.
ResponderEliminarBesos.
Lumroc, lo de las llamadas urgentes... debe de ser fuerte. Y las visitas a urgencias, tengo un par de amigas con niños (chicos, varios) abonadas... ;-), un abrazo.
ResponderEliminarTomae, curioso, ¿por qué será?
Naranjito, lo que tienen las madres es que aunque con varicela nos quieren ;-), un abrazo.
Juanma... en fin, hablaremos. Un abrazo y un par de besos para los 2soles esos.