Qué importante la compasión, el ir más allá de la pena momentánea o duradera y querer cobijar al otro de alguna manera.
Me parece que la compasión es antes que nada una mirada capaz de poder ver la necesidad, tanto hueco como hay. Hace falta tiempo y ganas para pararse y contemplar los bordes amplios y negros de muchos sufrimientos, de tristezas ocultas o abiertas. Hasta algunas maldades pequeñas son también dignas de compasión. Son una llamada de “hazme caso, hazme caso...”, una petición a través de la envidia que se desliza, la crítica áspera, la dureza de corazón, etcétera. Al final somos dignos de compasión todos y cualquiera.
Qué necesaria la pasión. Es la honda convicción, una extraña forma de certeza que nos acompaña en una tarea o en el amor. No es el simple entusiasmo, ligero y volátil, que va y viene. Es no poder realmente hacer aquello de otra manera que no sea entregándote hasta los huesos. Es la pasión lo que te confirma de un modo sorprendente que tienes razón en lo que quieres o a quien quieres, y por eso pones no sólo corazón sino cabeza. Hay pasiones que están ahí y tú sabes que estás haciendo justo lo que debes porque es lo que quieres: dar clases, trabajar, escribir, lo que sea. Estás segura porque sientes pasión. Y no cuentan las horas, o sí cuentan, pero da igual lo que resulte al final. El saldo es lo de menos. Te entregas. Otra cosa es el cansancio, los altibajos, algunas dudas y los miedos. O estar tantas veces harta, que se puede estar hasta las narices literalmente.
Sucede lo mismo en la pasión de amiga, de hija, de hermana, de madre o mujer. Creo que es difícil querer a alguien sin pasión, sin eso que te entra que te le (o la) comerías a besos, sea niño, anciano, amigo, madre, en fin, lo que fuera. Pero no ciega esa pasión, me parece. Incluso ves con una mayor claridad, y por eso también acabas mirando con algo de compasión a quien quieres, eres consciente de su debilidad y su maldad sean grandes o pequeñas. Es otra señal más de estar en lo verdadero.
Pero a veces, sin saber bien por qué, se juega un partido de fútbol entre compasión y pasión. No sabes muy bien lo que sientes. ¿Puede más la compasión o la pasión? ¿Dónde está la separación, el corte ese? ¿Realmente qué te mueve?
Creo que en algunos casos concretos, aunque la compasión sea tan humana y buena, tan importante en este mundo que es de una frialdad de muerte, sin pasión no se puede. O mejor dicho: no se debe. Porque no se quiere realmente. Compasión 1, pasión 2. Gana la segunda casi siempre.
Lo que ocurre, Aurora, es que a menudo confundimos compasión con la suficiencia aderezada con un toque de orgullo o egoísmo- mira lo que le ha pasado al pobre ("menos mal que no me tocó a mí" o "a mí jamás me ocurriría algo semejante")-,pero la verdadera compasión, que se caracteriza por la empatía, se aproxima bastante a la pasión, casi podría decirse la pasión de los malos momentos.
ResponderEliminarSaludos.
La Pasión de Cristo, la muerte y resurrección del Hijo de Dios.
ResponderEliminarLa compasión de Cristo, la humildad.
Coincido con sombras chinesca en su comentario.
Saludos
Me ha encantado lo de que la compasión es la pasión de los malos momentos, JC.
ResponderEliminarLo otro, lo de la mirada de suficiencia no es compasión, creo.
La compasión, me parece, es mirar el hueco de alguien, y el movimiento no de suficiencia (¿qué tiene que ver eso con la compasión?), sino de acogida, de quiero hacerte un hueco y abrazarte como pueda ¿no?...
Ramón, sí... pero no.La compasión humana es otra cosa, me parece. Menos humildes que Jesucristo, siempre, y menos generosos, es que no se puede. Es más cercano, más pequeño, más de mira, yo tengo aquí un brasero y siéntate un momento si tienes frío... que te hago un hueco.
A mí me pasa a veces que el corazón no siente compasión y entonces tiene que intervenir la cabeza.
ResponderEliminarCoincido con "Sombras chinescas", pues siempre he pensado que cuando sufro agradezco el cariño, la amistad ... en suma, el amor, pero no me gusta la compasión, tal como la define el primer comentario de hoy, por supuesto.
ResponderEliminarPero, evidentemente, tras leer tu post, esa compasión sí que me consuela y la agradezco.
Feliz finde, literata.
Fijate, has tratado ambas cosas como si estuviesen enfrentadas jugando un partido: pasión/compasión
ResponderEliminarpero tal vez van de la mano o son lo mismo:
pasión-con-pasión.
Se trata de un tema tan antiguo como el amor. ¿Somos capaces de sentirlo por el prójimo? Pues no siempre, para nuestra desgracia, somos muy cicateros, o no podemos dar lo que otros esperan de nosotros, o no quieren darnos lo que desearíamos sobre todas las cosas...
Hay momentos felices en que las piezas ajustan, y entre ajustes y pérdidas y encontronazos se nos pasa la vida;-)
Un abrazo, duquesa, yo me alegro de haberte encontrado.
Compadezco con facilidad, con el otro, por él. Y me gusta que me compadezcan, en este sentido. A quién no. Pero la pasión, ay... es difícil de mantener. Las cosas, hasta las personas nos vamos volviendo grises y hay que esperar otro brote. Mientras tanto, la razón nos hace esperar porque sabemos que estaba ahí. Una de pasión vale por dos de su hermana pequeña. Aunque la pequeña hay que ver cómo humaniza a quien la siente y a quien la recibe.
ResponderEliminarCotta, igual me pasa a mí e incluso al revés.Estás enfadada con alguien, dolida, e intentas meter la cabeza para que entre la compasión, ya lo hablamos en tu blog un día, creo: "quiéreme más cuando menos lo merezca porque será cuando más lo necesito".
ResponderEliminarY lo otro: tienes mucha compasión, pero metes la cabeza para que no te pueda. Porque la compasión puede ser una trampa a veces. Y sin querer se puede manipular. Vamos, de hecho hay un chantaje emocional por ahí que muchas personas ejercen sin darse cuenta, el de la compasión.
Modestino, sí, son dos sentidos diferentes de compasión, es cierto. Feliz fin de semana a ti, ¿andarás algo?
ResponderEliminarOlga, el partido de fútbol es al final y a veces solo, no siempre. Pero tienes razón, y quizá no es fútbol siquiera, sería mejor otro juego, seguro.
ResponderEliminarIgualmente te digo, nos reímos juntas mucho. Sé que entiendes que la compasión puede ser peligrosa, sin darte cuenta se hace más daño que bien.
Lolo, igual. Da gustito que te digan "ven aquí, morena, que te pongo yo mi techo y te cobijo un ratico" (o lo que sea) Es más: qué bien poder pedir compasión a veces sin manipular ¿no?, "oye, que estoy muy triste, que me pasa esto o lo otro, que me quieras más en este momento..." Qué gusto no sentir vergüenza, qué libertad más buena hacelo a las claras, de frente.
ResponderEliminarPues chacen la 1ª Comunión dos sobrinos míos, por lo que de momento sólo es seguro que comeré ...;). Habrá que plantearse andar el domingo.
ResponderEliminarCuando pones, además de corazón, la cabeza, estás perdida, Aurora. :)) (El saldo no es nada lo de menos! :))
ResponderEliminarCompasión y pasión están unidas, incluso etimológicamente. La pasión es lo que se sufre o experimenta, aquello por lo que uno se deja llevar o te arrastra, sea bueno o malo; y la compasión es el "sufrir con", la katarsis de los trágicos griegos, una ennoblecimiento de la pasión, al cargar sobre tus hombros con las pasiones de otros.
ResponderEliminarUn abrazo, Aurora.
Creo que en muchas ocasiones estos dos términos están tan ligados que nos llevan del uno al otro...
ResponderEliminar¿Acaso no es la compasión la causa de que muchas veces actuemos de forma apasionada?
Modestino, lo mismo yo, de comuníón, vaya fiesta y lo bien que lo he pasado, un abrazo.
ResponderEliminarEs que sin cabeza no se puede ir, me parece, Anne Marie, no se, va pegada al cuerpo. Y el saldo depende cuándo lo eches, claro, si es al día, al mes, al año, o cuando te mueras. Por eso me parece que el saldo es difícil echarlo en general, no sabes cuál es el tiempo, ´cuando es el cierre real de lo que lo que sea, de ahí que me parezca que importa menos, no por nada, es que no sé la fecha de cierre real. Un beso muy fuerte.
Gracias, JM, seguro que es exacto lo que dices, pero creo que hay pasiones con cabeza, ¿o quizás no son pasiones eso?. ¿Se puede tener una pasión y no dejarse llevar por ella, sentirla, pero no arrastrarse por el suelo, que no te domine?, ¿o siempre tiene que ser como si olvidarás del resto? Por favor, dime qué leo al respecto ;-), mi concepto de pasión debe ser erróneo seguramente. Veo que es algo que sientes pero no ese concepto de dejarse llevar, no sé, en fin, ya me dirás.
Irene: desde luego. Por compasión se actúa apasionadamente, y que lo digas, muchas gracias y un besazo fuerte.