Con este frío que hace hay que buscar cobijo cerca de una mujer ratón. O en la literatura. O en la chimenea. O en las tres, si se puede.
Las mujeres ratón, decía, son aquellas que sin ruido construyen hogar. No en el sentido real, que también, en torno a ellas, en su propio corazón, allí donde otros nos podemos sentar cómodamente.
Dan calorcito, reúnen a veces restos que nadie quiere, y de repente te encuentras ahí prendida de ellas y con las pantuflas en el sillón que te han puesto. Tan ricamente.
Dan paz las mujeres ratón, aunque a veces, porque no son tontas, plantéen alguna batalla que otra. No se van a dejar ganar el terreno que con tanta paciencia han roído: años trabajando a la sombra y tras la despensa. Hacen bien.
Hay muchos tipos de mujeres ratón en cualquier caso.
Las hay risueñas y cantarinas, las hay más serenas y tranquilas, incluso coquetas, pero no frívolas. Y a veces pasan rachas: más alegría, menos, necesitan respirar y no pueden hacer ni croquetas. No pasa nada. Sabemos bien que las mujeres ratón son eso, y no nos sorprende su debilidad, nos acoge también. La debilidad acoge si se muestra con naturalidad.
Hay algunas historias muy tristes sobre mujeres ratón, conmovedoras, que no siempre acaban bien.
Jane Eyre, prototipo de mujer ratón sobre la que escribí, termina bien, pero hay otras que no.
La vida no siempre acaba bien. O lo que a nosotros nos parece bien. Y no pasa nada.
Bueno, sí, pasa, pero gracias a eso, leemos cosas magistrales o vivimos en carne propia algunos momentos que no pedían un final feliz, sino triste, con una tristeza suave y hasta cálida que nos conforta.
"Carta de una desconocida," la novela de Zweig, es un caso de mujer ratón tan bonito, de tanta delicadeza, que como Jane Eyre vuelvo a leer una y otra vez. Me encanta.
La película de Max Olphus sobre la novela es otra joya. De nuevo esa actriz de "Rebeca", Joan Fontaine.
Delicada, suave, etérea, enamorada hasta los tuétanos desde que era una niña de un músico mujeriego y, peor, frívolo. (Perdón, pero es que además Louis Jourdan era un cursi, y da el tipo cursi fenomenal).
Ni a los pies le llega él a ella, ni puede sospechar, ni imaginar, ese amor fiel y constante de ella, tan secreto. Ese es el milagro de algunas mujeres ratón que aman a quien no les merece.
Bien pensado ¿alguien merece a alguien? No sé, pienso que nada es merecimiento, todo es don y gracia. En el amor de las mujeres ratón también. En el amor en general también.
No, no voy a destripar ni la novela ni la película. Día hoy estupendo para leer y ver buen cine.
Stephen Zweig es un autor genial, y antes de que El Acantilado volviera a publicar (casi) todos sus libros, mi tío Paco y mi padre me descubrieron al autor. Y con él a esa mujer ratón de mirada tan tímida y corazón tan fuerte que es Lisa, finura de alma en esa Europa que no volveremos a ver hecha de música, caballeros y damas refinadas. También de dolor e injusticias, lo sé.
Cuando una mujer ratón se toma unos días para ella, o la vida se los da, disfruta del gran regalo de la literatura que nos hace estar menos solos, pese al acto tan solitario que es leer.
Hermana ratona, tu casa ya está puesta hace mucho tiempo, el fuego no se apagará porque te eches la siesta una temporada. Tienes bien hechos los túneles y el nido.
Nota: publicado ya en diciembre de 2008, lo vuelvo a sacar como continuación del anterior y porque no he escrito nada para el blog hoy.
Veo que tenemos gustos parecidos, no he leido la novela, pero sí he visto una excelente versión teatral de "Carta a una desconocida", en catalan con Emma Vilarasau en el papel protagonista. Hila muy fino Stefan Zweig, con referencia a la psicologia de los personajes.
ResponderEliminarMe gusta tu frase " nada es merecimiento, todo es don y gracia", siempre hay que leer tus escritos con atención, para no pasar de largo ante frases lapidarias como esta.
Un abrazo.
Montse
Yo solo conocí a una mujer ratón, mi abuela... En mi familia creemos que es santa en vida y todo... (Risas pero es verdad)
ResponderEliminarMe gusta esta serie de entradas de mujeres ratón... Es muy... como muy entrañable...
Aparezco brevemente para excusar mi anonimato involuntario en mi comentario anterior, es debido a un error que a veces aparece en Google y no sé cómo arreglar.
ResponderEliminarIgnoro si soy "mujer ratón" o no, ¿hay un test para poder comprobarlo?, tengo curiosidad por conocer las carcterísticas esenciales de este prototipo de fémina.
Un abrazo.
Aurora, las hay eternas.
ResponderEliminarTodos somos una mezcla, pero un rasgo predomina.
ResponderEliminarMujeres ratón, a veces no hay como hacerse pequeñita. Y esa jovencita de Rebeca, luchando contra una mujer que no tenía corazón, porque estaba muerta...
Montse, muchas gracias. Yo vi en el teatro llevada también por catalalanes "84 de Charing Cross" y me dejó tumbada. Estaba Carmen Elias y la adaptación la hizo una directora de cine que ahora o me acuerdo: estupenda. Mira, podíamos hacer un test Montse entre las dos y luego que nos lo publiquen en revistas femeninas ¿Es Vd. una mujer ratón? Seguro que... no les interesaba ;-)
ResponderEliminarRivero, gracias por volver, cuando quieras te presento a mujeres ratonas ;-), hay que rodearse de ellas.
Javier, un abrazo.
Olga, sí, se tiene un poco de todo, tienes razón. Y qué lista eres: luchar contra una persona muerta es muy difícil, ella suele tener todas las de ganar, no envejece, cada vez puede ser más y más perfecta. En fin.