Qué belleza en un adiós
Y, sin embargo,
¿por qué nos cuesta tanto?
Dejar ir,
dejarse ir,
sin empeñarse,
sin resistencias,
hasta entregándonos,
sin trampas,
ni sogas,
ni redes,
siempre en el vacío un salto,
es más valiente
y más honrado.
Interrumpir una lectura,
acabarla,
o dejarla,
quizás,
de lado.
Saber pasar página,
la última a veces,
deslizando los dedos por ella
con ternura y fino tacto.
Cerrar libros enteros,
novelas cortas,
cuentos,
enciclopedias,
ensayos,
libros de toda una vida
amplios,
densos,
inmensos,
algunos
siempre claros.
Todos buenos,
todos nos enseñaron algo
y, casi siempre,
los quisimos tanto,
nos quisieron tanto.
Lo malo es cuando ya no lees,
y vuelves una y otra vez
sobre la misma página,
incapaz de pasarla,
enredándote,
o enredando.
Negándonos
a colocarlo en ese estante
con amor todavía,
con paz,
sin amargura,
ni desear olvidarlo.
Qué belleza en un adiós
y, sin embargo,
¿por qué nos duele tanto?
La foto es de Alejandro, el dueño de Tana, y es del atardecer en Cerceda.
Joeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee, cóoooooooooooooooooooooomorrrrrrrrr'tá el patio.
ResponderEliminarUrgen vacaciones.
Urge descanso.
Urge, urge, urge, urge, urgeeeeeeeeeeee ...............
P'afuera telarañas, colega, hedbanna-hoy-ligeramente-pastoril
Lo dicho, urgen vacaciones, miedo, o lo que sea.
ResponderEliminarUn abrazo nostálgico Aurora.
Y a ser posible en Cerdeña.
He tenido esa sensación de pena al acabar algún libro que me estaba gustando mucho. No muchas veces, pero ha habido algunas.
ResponderEliminarAsí que a esos libros no les dije adiós, sino hasta luego, y volví a releerlos más tarde.
No te vayas a descansar aunque te canses, que eres un fuerte, como en las pelis de vaqueros. Un sitio seguro en el far west. Bueno, yo volveré a este espacio civilizado y todavía limpio a tomar té aunque no haya nadie.
ResponderEliminarSaber pasar página, querida, es una de esas sensateces imposibles de cumplir alguna vez. Los ojos se te van hacia las mismas letras como el corazón hacia el deseo.
Vale para el amor y para el odio.
Por cierto, qué bien fotografía el dueño de Tana;-)
Abrazos y eso.
A veces me ha pasado con un libro que me ha gustado mucho que he llorado, no por su final, sino por la despedida. Sabes que aunque siempre puedes volver a leerlo, la sensación de la primera vez nunca volverá. Es única, irrepetible. Tendrás otras sensaciones, pero esa nunca más.
ResponderEliminarEl adiós duele, pero como todo en la vida hay que saber que está ahí y aceptarlo para ser más feliz.
(Sigo sin mi nuevo amanecer, a lo mejor por eso estoy más mustia de lo normal)
Un besazo.
La mezcla de belelza y tristeza es muy frecuente, tal vez porque uno siente que lo bello es, por definición, fugaz y que, por tanto, va indisolublemente unido a lo triste.
ResponderEliminarMe han gustado tus versos, Aurora. Un beso.
Al carajo las despedidas.
ResponderEliminarLo que vamos a hacer tú y yo es escribir un cuento juntos para Rocío.
Título: "La cola del caballo".
Tema: La eterna mirada submarina.
Cuando: este sábado.
Cómo: montados en el ferrari, ya sabes.
Al carajo las despedidas.
Sólo tenemos el futuro.
Te llamo viernes noche.
El ferrari arranca.
Avisada quedas,colega.
Pepa, hoy sí que pienso que necesito descanso, salí a las 5 de casa. Y luego me dan vino en la comida y me emborrachan, claro (los sevillanos que son toos mu mala gente). Estoy para el arrastre. Pero contenta por temas de curro, que falta me hacía.
ResponderEliminarUn abrazo Javier pero el mío sin nostalgia y desde luego que sin miedo ;-). Y vete a Cerdeña y luego nos cuentas ¿eh?
Rocío, yo los libros los guardo todos con cariño, de vez en cuando releo -releo mucho últimamente-, pero intento en cambio no enredarme si no me gusta, estar como por obligación. Antes no, los acababa sí o sí. Y luego pensé que la vida es muy corta para leer un libro que no te gusta, no que sea malo -que para los gustos se han hecho los colores- si no que no te va. Y con paz. Y cariño. Se cierra. Y se pone en el estante.
Olga, ya sabes que soy muy de té y de café sólo lo imprescindible, pero para tí te traigo la Nespresso esa y a George Clooney si hace falta. Pásate por aquí que estaré todo el verano. Y ahora que sé que no está diré que el dueño de Tana hace muchas cosas bien ;-), entre otras me deja el coche cuando se me escacharra, me alimenta a Olimpia si viajo y la echa un vistacito, en fin, un chollo de amigo, un hallazgo.
Babette, digo Mirna (y con estas palabras te quedas con el apodo de Babette), yo querría sentir pena por ti y tu ausencia de Thermomix, ese nuevo amanecer. Y hablando de libros, tienes razón, pero si el libro es bueno "se deja" leer mucho y en muchos tiempos, creo. No hay que llorar porque se acabe una lectura, hay otras. En otro no, pasas página, lo cierras y ya, no hay más.
Juan Antonio, no había caído que la belleza es fugaz, y claro, eso pasa, y de verdad creo que algunos adioses tienen su belleza si no se machaca uno vivo. Triste no estaba, pero a las 7 en el ave sólo se puede maldecir en arameo o escribir mal, aunque te agradezco que te guste, eres muy generoso, ya aprenderé a hacerlo mejor.
Driver, no me hagas currar el sábado que tengo una semana de horror. Estoy para amor y lujo, francamente.
¿Currar?
ResponderEliminarVeamos.
Comida tranquila, piscina más tranquila todavía, niñas tranquilíiiiisimas, peli tranquliiiiisiiiiiiiiiimaaaaaa.
Y después te voy a liar para teclear un cuento.
Media hora, no más.
Nunca menos.
En fín, amor y lujo al puro estilo mediterráneo.
Si alguien ofrece más..., puedo subir la apuesta. ;)
¡Voluntari@s, un paso al frente, mis valientes!
Dile que sí a Driver, Máster... que tengo ganas de leer ese cuento!!!!!
ResponderEliminar...y una noche de luna llena fuimos a la Cola del Caballo.
ResponderEliminarEstábamos todos.
Chicos y chicas.
Lo que sucedió a continuación será difícil de escribir.
A día de hoy no tengo claro si sucedió o fue un sueño.
Tras treinta años, todavía tengo dudas.
Sólo sé que cada vez que nos vemos nos miramos fíjamente a los ojos.
Suceden cosas imposibles de olvidar.
Imposibles...
los libros no se acaban nunca
ResponderEliminarse quedan entreveraos en las entretelas de los sentíos
buenos días, Toi, y ahí tienen que estar, entreverados como el buen jamón ;-)
ResponderEliminarLos libros son como las carreteras de montaña.
ResponderEliminarSe ciñen a las laderas, atraviesan los macizos, saltan los valles, se extienden por el páramo, coronan las cimas.
Y tú con tus dos manos sobre las tapas, vas cambiando las marchas con cada hoja que pasas.
Conduciendo letras.
Maniobrando con las palabras.
Adelantando a los párrafos.
Guiando estrellas.
Es cierto que da un poco de pena terminar un libro que te ha encantado.
ResponderEliminarSin embargo, últimamente estoy encontrando consuelo para ello en el hecho de que mi memoria, ya de siempre escasa, está menguando con los años a pasos agigantados.
Cada vez me pasa más a menudo que releo libros de los que recuerdo las sensaciones pero no los contenidos, con lo que los vuelvo a disfrutar plenamente.
Magro sonsuelo, me temo.
Driver, los libros son como las personas, o las personas somos como los libros, estamos para que nos lean ;-).
ResponderEliminarHay personas - cuento, otros enciclopedias, otros libros de aventuras, otros ensayos, poesía, de todo hay.
Hay libros, la mayoría, que los tienes siempre para una segunda, tercera o cuarta lectura, y según el momento te dicen algo diferente, el tuyo y el del propio libro.
Algunos desconocidos que no se parecen a nada que tú hayas leído antes, y te desconciertan y a la vez te atraen, cada semana un par de páginas, y como en la poesía tienes ya para bastantes días, pero piden un ritmo de lectura lento y pausado, el propio libro te lo marca...
Otros son cuentos que se pueden leer muy rápido, otros novelas que exigen muchas horas de lectura, hasta que te haces con la trama y hay que ir con lapiz como en Guerra y Paz porque te pierdes con quién era quién.
Y hay otros bastante incomprensibles, escritos en lenguas que desconoces, y necesitas un diccionario o una buena gramática, como cuando ves a un pájaro desconocido y no lo encuentras o los reconoces en la guía y estás dando vueltas a qué puede ser...
Y luego hay libros, porque la vida es así, que se acaban o que realmente te atrancas en ellos ... y que no hay que empeñarse en que sigan abiertos para ti.
Creo que hay que tener la elegancia de aceptarlo, la sabiduría de saber verlo sin enredarse en la página 23 y otras vez la 23 y otra vez la 23 , y la serenidad de no empeñarse en "tengo que acabarlo, tengo que acabarlo" y con calma y mucho cariño saber cerrar ese libro y dejarlo en el estante. Quizás otro día lo puedas abrir, y si no, siempre guardarlo con amor, nunca con rencor ni amargura, son libros, son páginas escritas con amor por alguien, son una persona. Y una vez tú la leíste y ella se dejó leer.
La entrada iba realmente de eso ;-) y lo más interesante como siempre es ver cómo los comentaristas ven cosas tan variadas a tu "intención" original, por eso: porque hay muchas lecturas de todo ;-) de libros y personas.
Interesante.
ResponderEliminarAhora estoy volviendo a los clásicos.
Arquímedes.Tratados II.Biblioteca Clásica Gredos.
"...Arquímedes no desvela el análisis que le permitió encontrar la tangente a su espiral, pero la elegancia de las síntesis de sus razonamientos en esta obra ha alcanzado los elogios generalizados de los comentaristas..."
Los clásicos nos esperan.
Una vez que te introduces en la primigenia búsqueda de un concepto nuevo, ya no puedes salir.
Te atrapan merced a la potencia del fascinador vértigo de un conocimiento virginal.
Esa mirada inteligente sobre un concepto nuevo subraya en los clásicos la esencia del conocimiento.
Sientes la capacidad del ser humano para adentrarse en nuevos caminos.
Un aire de libertad inaudito.
La ventisca de ideas frescas.
El valor de inaugurar nuevas rutas.
Y cuando lo has asimilado, ya sea matemática, pintura o pensamiento, ves tu realidad como una aventura de conocimientos.
Es lo que tienen los clásicos.
La superlativa capacidad del ser humano para analizar y sintetizar.
Un chorro de aire fresco.
Se venden, más carecen de precio.
Se comentan, siendo extremadamente difícil aportar más luz.
Libros que se alzan sobre la línea del conocimiento, aportando rotundidad sintética.
Si amas la vida, acabarás buceando en los clásicos.
Cuestión del destino.
Atentamente. Driver.
Me ha encantado la idea de "leer" personas o dejarse "leer" una misma. Es como un strip-tease moral, que pone en evidencia todo, sin rubores mojigatos ni falsas modestias. Considero que es una actitud valiente, no exenta de riesgos. La despedida que describes, es muy clara en este sentido: aquella lectura minuciosa y continuada en el tiempo se ha acabado, y queda un gusto agridulce siempre, en el recuerdo archivado ya, quizá para siempre.
ResponderEliminarA ver Driver, sigo yo el cuento y luego tú...
ResponderEliminar"En el pueblo asturiano donde veraneábamos La cola del caballo era el final del farallón donde todas las noches nos reuníamos.
Oscuridad, viento, cigarrillos y de vez en cuando un beso, el lugar apartado y misterioso ejercía en nostros una extraña atracción.
Se contaba que los habitantes de la villa habían sido raqueros, mala gente que en tiempos pasados y en los temporales, tan frecuentes en la zona en otoño e invierno, atraían con luces atadas a los cuernos de vacas a los barcos que navegaban por la costa.
Creyendo que las luces eran el cercano faro de San Andrés se dirigían los barcos confiados a la Cola del Caballo donde chocaban con las rocas, se rompían los cascos y durante horas abrían al mar sus tesoros y las vidas de los pobres marineros o viajeros que morían ahogados en su mayoría.
Los habitantes del pueblo, pobres como las ratas, recogían las mercancías y se deshacían en su caso de los pocos supervivientes antes que las autoridades pudieran darse cuenta.
Así durante años el pueblo vivió de los raqueros y el contrabando,.
Y ahora tú, Driver....
Gracias, Montse, por tu visita.
ResponderEliminarTienes razón, pero creo que toda lectura es parcial y subjetiva, y que al final tanto streaptease no hay ;-), sólo Dios creo que lee al completo y puede desnudar al completo también ;-), nosotros hay una piel que no nos podemos quitar y un interior que aunque quisiéramos no podemos mostrar, no tenemos esa capacidad, creo.
Respecto a las despedidas asumo que hay personas que necesitan archivar, dar como carpetazo, otras creo que no, que cierran el libro con calma pero lo guardan en su biblioteca. Los recuerdos son siempre presente, los libros siempre están ahí, a mano, aunque no se estén leyendo.
En aquella población costera, durante los veranos de la transición,se formó una pandilla.
ResponderEliminarLos fijos, cinco chicos y seis chicas.
Los añadidos, cualquier piratilla que estuviera de paso.
Teníamos esa edad donde la aventura se vestía con un bañador y unas gafas de bucear.
Por la mañana éramos los reyes de la costa.
Por la tarde, soberanos de la bicicleta.
Durante las noches estivales, astrónomos de las emociones.
...
Con veinte años el mundo era una tierra virgen, cuyo centro de gravedad se situaba en La Cola del Caballo.
Aquella formación rocosa ejercía una poderosa atracción sobre nuestras almas.
La naturaleza humana es así. En las mismas coordenadas geográficas donde nuestros bisabuelos abrían en canal a los supervivientes de los naufragios, nosotros hicimos un descubrimiento que cambiaría nuestras vidas.
Para siempre.
...
Todas y cada una de las mañanas nos reuníamos en la formación rocosa.
Unos doscientos cincuenta metros de rocas sedimentarias se adentraban en la Mar Océana.
Con una profundidad de medio metro, podías andar a través de ellas y adentrarte en la aventura.
Una vez situados en el borde de la formación, nos poníamos las gafas de buceo y nos arrojábamos en brazos de Neptuno.
Plas.Azul verdoso.
Plam.Sal en estado puro.
Esplás. Frescor marino.
Teníais que vernos.
ResponderEliminarJuan Carlos. Ochenta kilos de músculo y 100 gramos de cerebro.
Plas, plum.
Almudena. Un saco de hormonas a punto de reventar.
Plum, plas.
Javier. Atacado por la locura de las nuevas tecnologías.
Esplás, plasssss.
Rosa. La Diosa Minerva en bikini rojo radiante.
Plumm, cataplumpasss.
Diego.Un trovador mediterráneo.
Fiuuu. Floshps.
Maria Jesús. Una hija única buscando un padre en el fondo de la bahía.
Tras, tras, tras, flopsssh.
Jaime. Un noble medieval nacido en el siglo XX.
Pummmba.
Así y todo, una veintena de adolescentes, atolondrados, inconscientes...
Enamorados de unas rocas.
...
El ciclo era simple.
Arrancabas la mañana caminando por la Cola del Caballo.
Ibas a tu ritmo.
Un cuarto de hora haciendo equilibrios sobre la piedra horadada.
Una zambullida.
Rato de buceo.
Nadar a la playa.
Y vuelta a empezar.
...
Cada uno llevaba una cadencia.
Los había que disfrutaban más caminando despacio sobre las rocas. Observando a los cangrejos que hacían topp-less.
Otros se congratulaban con el momento previo al salto, en el borde de la rompiente.
Que si salto, que si no salto, que si el viento, que si la luz.
Una duda más que razonable.
Yo era de los que iban directamente al mar.
Sin preámbulos.
Cada vez que me tiraba era diferente.
ResponderEliminarLa luz se dispersa a través del espejo ondulante de las olas.
Se abre, en radiante reflexión.
Lucha por ganar profundidad, y cuando lo consigue, rebota en un coral rojo.
Los concepto arriba y abajo eran relativos.
Podías volar sobre las praderas de algas.
Invertirte en torbellino humano.
Girar, hacer giñadas laterales, retroceder sobre tu propio torbellino, trazar parábolas con las corrientes.
Algunos días respirábamos a través de unas agallas invisibles.
Éramos peces de colores.
...
Siempre lo recordaré.
Cuerpos adolescentes, abrasados por el Poniente, envidia de los Dioses del Olimpo.
Esculpidos en arcilla.
Erguidos frente al mar.
Rotundos.
...y una noche de luna llena fuimos a la Cola del Caballo.
ResponderEliminarEstábamos todos.
Chicos y chicas.
Lo que sucedió a continuación será difícil de escribir.
A día de hoy no tengo claro si sucedió o fue un sueño.
Tras treinta años, todavía tengo dudas sobre lo ocurrido.
Suceden cosas imposibles de olvidar.
Imposibles...
Driver, guapetón, te veo embalado y yo ahora estoy haciendo gazpacho para un regimiento, poniendo lavadora y arreglando el jardín.
ResponderEliminarno puedo seguirte a tu ritmo... sigue tú, guapetón, pero hazlo más corto, mes sólo una sugerencia, ya lleva(mos) más de 4 folios de descripciones´;-), mete díálogos, tramas, en fin, un cuento.
Es mi opinión, pero el maestro ´de cuentos eres tú sin duda alguna ;-)
Hala, que acaba la lavadora y tengo que tender ;-)
Esa noche Marte besaba dulcemente a la Luna.
ResponderEliminarNos encontramos en la playa.
Había la suficiente luz como para no tropezarse, y la necesaria como para vencer la vergüenza.
Poco a poco, como engatusados por la luz del satélite, nos dirigimos a las rocas.
De tanto jugar con la Cola del Caballo, nos la habíamos aprendido de memoria.
Cada recodo en las meninges. Cada promontorio en las venas. Los fondos marinos grabados a fuego en el corazón.
El alma libre.
Seis horas. Estuvimos seis horas haciendo el recorrido. Sin hablar.
Nuestros pies rasgaban la superficie del sedimento.
Nuestros brazos avanzaban, aleteando por las profundidades.
Las almas, volaban sobre las algas.
Nuestro corazón era un motor turboalimentado de luz nocturna.
...
Cuantas más vueltas dábamos, más nos gustaba.
...
A punto de amanecer nos pareció ver unas extrañas sombras que nos acompañaban.
Hacían los mismo que nosotros.
Paseo por las rocas, zambullida, buceo, natación y vuelta a la playa.
Eran los espectros de los naúfragos asesinados por nuestros bisabuelos.
Veían como nos divertíamos y se unieron a la fiesta.
Así de simple.
En ningún momento sentimos miedo por su presencia.
El destino les deparó un cruel final, y viendo la oportunidad de resarcirse con la vida, se unieron a nosotros.
Rocas, zambullida, buceo, natación y playa.
Han pasado treinta años de aquello.
ResponderEliminarNuestros destinos tomaron caminos diferentes.
Juan Carlos trabaja de vigilante de seguridad. Escribe poesía.
Almudena tiene seis hijos. Lee con ellos La Odisea. Cada verano.
Javier tiene una empresa de informática. Diseña juegos educativos.
Rosa trabaja en una Caja de Ahorros. Remueve los fondos de inversión con la misma agilidad que nadaba con su bikini rojo.
Diego construye colegios y regala cuentos.
Maria Jesús no encontró a su padre, pero fue capaz de encontarse a sí misma.
Jaime es historiador. Trata de usted a la Edad Media.
...
Todos y cada uno de aquellos jóvenes valerosos han sido víctimas de naufragios, han llorado, parido niños con ojos azules y reído.
Pero lo que nunca olvidarán es que una noche bailaron al son de la eternidad, acompañados de sombras de marinos pasados a cuchillo por sus bisabuelos.
Allí donde la libertad se respiraba a través de unas agallas invisibles.
En la Cola del Caballo.
Donde aprendimos que la vida es bella.
Buceando en la eternidad.
Atentamente. Driver y Máster para Rocío.
La princesa de las profundidades
Aurora, Driver, muchas gracias, me encanta!!!
ResponderEliminarCuando te sumerges en el mar, a ver un pecio que está a 15, 20, 25 metros de profundidad... piensas: ¿cómo sería el naufragio?, ¿habría algo de valor en el barco y que fue de ellos?¿qué ocurrió realmente? ¿qué fue de los marineros, de los tripulantes, de los viajeros? ¿sobrevivieron?
En definitiva... una respuesta imaginaria a esas preguntas bajo el agua...
Gracias de nuevo chicos, ¿me dáis permiso para colgarlo en mi blog?
Besos
yo no he hecho nada, bonica, y me hbiera gustado, pero he estado con mil cosas, a Diego supongo que le parecerá bien, ya aparecerá por aquí ;-)
ResponderEliminarHala un abrazo y perdona mi falta de participación en esto, me comen las cosas...
OK.
ResponderEliminarLos cuentos para regalar, son cuentos que se regalan, de ahí su nombre.