sábado, 27 de junio de 2009
D. Jaime de Mora, los carlistas y el PC 2)
Yo no entendía muy bien qué era ser carlista en los años 70, pero mi padre tenía varios amigos que lo eran, o lo habían sido. El caso es que mi primer baile fue con un carlista amigo de mi padre, navarro, Emilio Huarte. Estábamos en Alcocebre, de vacaciones, su familia y la mía, y con trece años me sacó a bailar, me encantó el detalle y me acuerdo de su porte, tan elegante y tan caballero. Si no, no me acordaría y todavía me acuerdo, más de treinta y cinco años después, Dios le bendiga.
El caso es que luego he ido a dar con otros del perfil que yo asocio al carlismo, también a un dinero viejo, o más bien, para ser sincera, a menudo a ningún dinero -habitualmente, digo - pero sí, ¿cómo lo diría?, a una especie de formas educadísimas, nula capacidad para los negocios tal y como hoy los entendemos -o la vida moderna empresarial, o incluso no empresarial, pongámoslo así-. O sea, no son carlistas, pero son como "tradicionalistas". ¿no?
Un caso fue un compañero mío de trabajo en un departamento de comunicación de una ONG. No era carlista, pero daba en cierta medida el tipo. Habitualmente un departamento de comunicación, sea de empresa o de donde sea, debe ser de lo más activo, sin tiempo ni para ir al cuarto de baño. Pero a este personaje, encantador, educadísimo, hoy dedicado a la literatura y adláteres, se le paseaba el alma por el cuerpo en opinión, naturalmente, siempre muy parcial de alguien como yo que ha sido formada en gran medida por los yanquis. Tengo que reconocer que realmente me ponía a 100, no entendía cómo alguien podía pretender vivir tan bien. Y lo lograra, tengo que decir, porque lo lograba, un 10 para el señor.
El susodicho Gabriel, llamémosle así, era encantador, hubiera sido de hecho un fantástico señor feudal, cuidando de sus vasallos estupendamente, esto lo he comentado con varios amigos y todos estábamos de acuerdo. Gabriel era una de las personas más buenas que yo he me he encontrado, y se las ha arreglado al final para vivir como él quería, de tonto ni un pelo. Me alegro mucho, porque buena persona es un rato, pero es como sacado de otro mundo que ya pasó, no viejuno ni casposo, simplemente fuera de ese frenesí laboral que suele caracterizar a la empresa privada, al menos lo que yo conozco. También como por encima de otras luchas mundanas.
Vivir de la literatura no creo que viva todavía, pero está en camino, publicando en buenas editoriales, lo que me parece envidiable. Me alegro mucho por él, la verdad.
Otro amigo carlista de mi padre fue a la cárcel por los sucesos de Montejurra. Al salir estaba totalmente arruinado, no sabía hacer nada digamos que "de provecho", que le permitiese ganarse un salario, y cada vez que lo invitaban a comer se ponía contentísimo, tanto él como su mujer. Vivía en un pedazo de casa estupenda en el mejor Madrid pero efectivo no tenía un duro. Bueno, buenísimo, pero no lo habían educado para trabajar, sino para otra cosa.
Digamos que en los años 60 y 70 nos educaron a muchos -y a muchas- para trabajar, luego quizás ya se empezó a educar para triunfar,, se olvido eso que se llama la "ética o cultura del esfuerzo", o simplemente se dejó de educar, todo puede ser. Cosa complicada esa la de tu naturaleza, tu educación, tus capacidades y luego el mundo donde nos toca vivir y a dónde van a parar nuestros huesos laboralmente hablando.
Joder, sí que has vivido.
ResponderEliminarHuarte, me suena mucho.
Un abrazo.
Ufs, ¡qué familiar me resulta!
ResponderEliminarLa verdad es que hablas de una especia en vías de extinción, ¿no crees? Buenos modales, una educación exquisita, personas nacidas para vivir y no servir (de servicio, conste).
ResponderEliminarUn besazo Aurora, y disfruta tú también. Me meto en faena.
Hay un tipo de personajes de los que cada vez quedan menos. Pero hay que saber respetar los modos de vida de cada uno y, sobre todo, valorarlos en un contexto, en una educación, en una época.
ResponderEliminarNos hacemos mayores....
Javier ¿vivido? poco, me queda todo por delante, espero.
ResponderEliminarPepa, Dios y mi canto saben a quién nombro tanto ;-)
Mirna; sí, hay "especies en vías de extinción", humanas, así es. Muchas, todo es ahora como más igual, o puede ser un tópico también ;-) Pero hay prototipos o variedades, hombre y mujeres, de "antaño" que eran interesantes, con más matices de los que pensamos. Y me encanta pensar en ellos. No era tanto no servir, mi ex compañero Gabriel es un servidor nato, para nada es eso. No sería justo. Es que hay personas, había, que no estaban hechas para el ritmo de curro de una empresa, pongo por caso. Y no son peores por eso, son diferentes. Yo he tardado en entenderlo porque soy lenta y porque mi forma de currar es otra, más yanki. Y me ponía muy nerviosa cierto hacer español "antiguo", me pone. Pero debo de entender que no todo es eficacia, rapidez, falta de jerarquías, que hay otras formas de hacer cosas que son muy buenas y muy defendibles. O que cada uno tiene su sitio o acaba teníendolo.
Modestino, sí. El contexto lo es todo que dicen los ingleses. Y eso, que había muchos personajes, y muy variados, con matices. Desde D. Jaime hasta Pina Lopez Gay, ¿tú te acuerdas del icono de las chicas a la izquierda de la izquierda? Qué ternura... y qué palizas también. En fin...
Me acuerdo perfectamente de Pina López Gay, agredida por unos energúmenostras preguntarle si era Pina, "la joven roja d elos carteles", y Pilar Bravo, también fallecida como la anterior.
ResponderEliminarOcho horas para "trabajar", ocho para dormir y aún quedan ocho. A mí me cunden mucho las ocho que quedan. Decía mi abuelo.
ResponderEliminarAlcocebre, Navarra, Montejurra, y lo rancio con sabor...igual va y me crucé contigo en algún camino.
Pero a mí nadie me sacó a bailar, eso ya te lo dije. Y es lo más bonito de las historia. Dios te bendiga.
¡Ah! y también a mi generación nos educaron en el esfuerzo y el trabajo, pero luego me tocó aprender que los méritos y "la carrera", no añade nada sustancial a lo que somos.
ResponderEliminarNo es un alivio, es lo que he vivido. De lo contrario cuántos se quedarían fuera, por un motivo o por otro.
Tiene mucha tela lo que cuentas, Aurora. Ellos siempre intentaron desmarcarse, pero el movimiento los unió en una cocktelera:Falange Española Tradicionalista de las J.O.N.S. (Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista) Y los carlistas, tradicionalistas, jamás tuvieron nada que ver.
ResponderEliminarMe ha gustado lo que has dicho al final. Nos educaron para trabajar. Después, para el éxito. Clavado.
Un beso.
Quería decir Movimiento.
ResponderEliminarModestino, tuve que mirar en google Pilar Bravo, no me acordaba, ahora sí ;-).
ResponderEliminarLolo, ni mi padre ni mi familia eran carlistas, yo tampoco, no era nada, la verdad, ;-), mi padre por no sé qué extraña razón tenía bastantes amigos carlistas, como también de otros lados, curioso. Y qué razón tienes, es lo del baile de lo que más me acuerdo, y de Emilio Huarte, tan buena facha y tan divertido. La carrera no sé si añade o no, puede ser un mero trámite y puede que te forme mucho, que descubras cosas que te encantan, depende. No añade el título en sí, pero la formación y el conocimiento, cinco años estudiando y aprendiendo con cierto provecho ;-) algo creo que pueden aportar a veces.
Sunsi, yo me hice un lío con la falange auténtica, la no auténtica y no sé qué cosas más. Y sí, es una pena, pero nos han educado para trabajar, craso error, sin hacer nada se está francamente bien ;-) ¿o no? Ya contaré otro día de una anécdota de una conocida banquera de familia de banqueros que es para morirse de risa, para que se vea que hasta los más ricos piensan que tienen que trabajar aunque podrían vivir tan ricamente sin hacer nada...
Ya, ya.
ResponderEliminarYo conocí a carlistas cuando pasó lo de Montejurra. Y eran estudiantes sin ninguna tradición carlista.
Lo de "la carrera", me refería a lo que uno hace con su bagaje profesional.