Escribí sobre las olas.
Pero hay tsunamis. Olas gigantescas que barren playas hermosas. Y se presentan sin previo aviso. Devastadores, terribles, dan pavor.
Estabas tú mirando las imágenes de gente nadando en el agua, con sus olas, tan contenta.
Sentías no envidia, eso jamás, sino precisamente esa agradable sensación de ver a otros que se lo pasan bien y disfrutan. Aunque tú estuvieras, es un poner, preparando exámenes en mayo o simplemente, no tuvieras dinero para ir a la playa. O con quién ir. Eso también.
Pero la vista de la playa y sus olas produce mucha alegría y hasta una profunda admiración en esos surfistas que se levantan una y otra vez ¡qué tíos! ¡qué mujeres y qué hombres hay en este mundo! Jo, qué bien y qué mal lo pasan. Y ahí están. Siguen. A por todas, como pueden a veces. Mi respeto siempre por todo surfista, mucho más si son dos.
No hace falta estar siempre donde están los demás, ni tener lo que los demás tienen. La vida puede ser y es buena en todas partes, incluso sin playa, aunque se eche de menos.
Es estupendo saber que hay sitios de sol -con nubes y chaparrones, sin duda alguna- y con mar con gente por allí.
Quizás es como una esperanza, o una referencia geográfica o vital, puede ser.
En fin.
El caso es que hay tsunamis que no sólo barren dejando desolación, una tristeza honda, desconsolada, una profunda soledad en quienes los sufren. Desaparecen tragadas muchas cosas, las casas que nos acogen, las carreteras que nos llevan, las palmeras, todo, tragado en esa ola bestial que no es que te deje mareado, es que te puedes ahogar.
Un tsunami no es una mala ola, es que te puede tragar y de hecho traga a mucha gente.
Y nos dejan también en quienes lo vemos una gran desolación y una pena que no tiene tampoco consuelo. No estabas en esa playa, pero era también tu playa en cierto modo. Hay playas tan cercanas.
Supongo que los tsunamis ocurren por alguna razón de la naturaleza que no alcanzo a comprender. O no, no hay una explicación científica o, al menos, razonable. Vaya Vd. a saber.
Quizás a veces no hay nada que comprender, que racionalizar, no hay que buscar una explicación, solo apoyar a quienes les dejó sin casa y asustados, muy asustados. Sin lo más vital, sin lo más importante. Un ancla.
Lo primero es ponerse al servicio de ellos, eso es lo primero, desde luego. Ofrecer casa, cobijo, oídos, lo que sea. A la hora que sea. Cuando sea. Como sea.
Con todo, yo sigo creyendo en los milagros.
Y pido uno, no sé si pequeño o grande.
Creo en ellos y en el amor. Siempre. Y ahora solo puedo rezar, llorar y estar. Nada más.
A veces pasa.
ResponderEliminarSólo una maniobra posible.
ABUELOS Y OFICIALES.
Te encuentras doblando el Cabo de Hornos por primera, y tal vez, única vez.
El choque de dos Océanos es virulento y potente.
Eres un capitán adulto, condición necesaria pero no suficiente.
Nadie te enseñó a efectuar la maniobra.
La derrota de tu nave es aleatoria.
Son los vientos y las olas quienes marcan el ritmo.
Miras el manual de navegación, más que nada para tranquilizar a tu segundo.
Tú no sabes ni donde tienes la mano izquierda.
Ni la derecha.
Y de pronto la ves.
La gran ola asesina.
Barrunta desde donde la vista te alcanza.
Va avisando, más que otra cosa para que reces tus últimas oraciones.
O tal vez tus primeras.
Una enorme montaña de espuma de la altura de un gigante.
El oficial te pregunta algo, pero no eres capaz de escuchar.
El bramido de la ola es tan intenso, que supera los decibelios del miedo.
Y ahí es cuando sólo tienes la opción de hacer una maniobra, sólo una.
Desarbolas el velamen. Aumentas revoluciones. Enderezas la trayectoria. Cierras las escotillas y te encomiendas a los cielos y a los infiernos.
Por ese orden.
Y cuando consigues escuchar la pregunta del oficial. “¿Qué hace capitán?”.
Tú dices la verdad, pues su vida está en tus manos.
“¡¡Lo que haría el abuelo, la maniobra de un oficial de la Armada!!”
Y te diriges de frente a la ola asesina.
Seguro de que es la mejor opción.
Tal vez la única.
Atenta la mente.
Abstracción hecha, a veces un tsunami no es lo peor que te puede pasar.
ResponderEliminarEn absoluto.
Por otra parte, me crié a la orilla de la palya, vivo al lado de otro mar y me casé con un marino.
Respeto profundo a la mar.
La tierra madre es a veces tierra madrastra, y se abre, tragona, para devorar a sus hijos: terremoto en Italia. Tristeza sin consuelo, ¿sin consuelo? Sólo un pelo nos separa de la muerte. Pero ese pelo, así como tiene contados todos los de nuestra cabeza, está en manos de Dios.
ResponderEliminarUna vez un tipo que le encantaban las olas ,"un surfero",vio llegar un tsunami .Todo el mundo huía despavorido de aquella ola gigantesca que prometía el desastre.
ResponderEliminarEl surfero no, El sulfero iba corriendo hacia la ola,con sus bermudas y su tabla,gritando...¡¡¡ES LA OLA DE MI VIDAAAAAAAAAA!!!
A veces un tsunami es la ola de tu vida.
Aurora, el tsunami, es una nube en nuestra vida, una nube que barre nuestra visión y nuestro espíritu, pero nube necesaria.
ResponderEliminarSin los tsunamis todo sería irreal.
Pienso eso.
Ah, y por cierto, no sé a que viene, pero siempre he pensado, y lo sigo haciendo, que las españolas son las mejores mujeres, siempre. Para mi, claro está, admiro y aprecio otras nacionalidades, tengo buenos amigos extranjeros, pero Aurora, el producto interior es el producto interior.
Un abrazo, y buen día.
Pd. Me encanta lo de la copilla en San-Se.
Tus lágrimas son agua, Máster.
ResponderEliminarEspero que amaine.
Y no puedo decirte más.
Aurora, guapa... Ante determinados tsunamis, lo que dices y como lo dices. Acoger, dar, darte y rezar. Es posible que las olas vuelvan a a su lugar de origen. O no...
ResponderEliminarPero siempre cabe la esperanza.
Un beso especial...
Cada persona, calculo yo, a lo largo de sus años, sufre uno o dos tsunamis vitales.
ResponderEliminarNinguno es esperado. Ninguno es querido.
Algunos matan (física o psicológicamente).
Si sobrevives, ..... ¡Qué paz! ¡Qué distinto es todo!
¡Estás con Ana y con Anita!
ResponderEliminar¡LAS TRES!
...
Lo voy a hacer.
Saltarme el protocolo.
Robar un par de horas.
Agarrarme el ferrari.
Poner en el tom-tom, El Boalo.
Ir a veros y daros un beso.
Hoy sin falta.Palabra.
...
Mañana igual nos lleva un tsunami de esos.
Pero hoy no.
Hoy nos besaremos.
Sobre las olas del Boalo.
Os llamo en cuanto salga un poco el sol.
Aurora, guapa, tengo unas fotos preparadas para ti.
ResponderEliminarMandame un mail a jero40[arroba]gmail.com y asi tendre' tu direccion y un sitio a donde mandarte las imagenes.
Por cierto, no son de tsunamis o de surferos, sino de gente normal, que se lo curra...
ResponderEliminarDriver, mandaré tu cuento a la Navy, más conocido como Guitar, más conocido como mi primo-cuñado, murcianico él y marino. Le va a encantar.
ResponderEliminarY te esperamos, te llamo cuando sea una hora "normal", o sea en media...
Un abrazo
Aurora
Pepa, es posible que haya cosas peores, pero la sensación desde fuera (que es dentro, pero no tan dentro como quienes lo sufren más directamente) es de desolación y tristeza profunda. Y de resistencia: esto no puede pasar, esto no está pasando.
ResponderEliminarTomo nota de alguien que algún tsunami que otro ha vivido.
Un abrazo
Aurora
Gracias, Suso, sé que estamos en manos de Dios pero a veces, joé, Dios, dónde estás y por qué está pasando esto.
ResponderEliminarUn abrazo
Aurora
Suso:
ResponderEliminarSé que algunos tsunamis pueden ser la ola de tu vida. No puedo estar más de acuerdo. Lo he visto.
Pero ver una ola de ese tamaño que se traga 20 años de convivencia y amor es desolador. Ya sé que no es tragarse siempre, ya sé que la vida es complicada y no debo ni juzgar, ni opinar, ni valorar, ni nada: solo estar, rezar y apoyar.
Pero tengo una tristeza mezclada ahora con un cabreo profundo de aupa.
Un abrazo
Aurora
Javier:
ResponderEliminarPosiblemente tienes razón, yo creo en las nubes y en los malos días, no soy una idealista, pero ver un tsunami es desolador, no es un chaparrón. Me preocupa la tierra que deje, cómo la deja. En fin.
Y fino has estado en lo del producto interior, cómo se nota que eres gaditano. Yo, más bruta, hubiera dicho "producto interior bruto" y me hubiera quedado tan campante ;-), pero es que de Cadiz no podemos ser todos...
Lo de beber a la salud (a tu salud en este caso) es una cosa de esta casa, alzar y beber la copa por la vida en general y personas en particular.
Un abrazo, Cai, casi na.
Aurora
Lolo: ahora no puede amainar, ahora es sufrir y llorar. Pero estaremos al lado y siempre.
ResponderEliminarUn abrazo
Aurora
Solo un milagro, la sensación de que esto no puede pasar, no está pasando, Sunsi. No, a ellos no.
ResponderEliminarAurora
Lumroc:
ResponderEliminarA ver qué pasa, un abrazo.
Aurora
Jero:
ResponderEliminarTe escribo y me las mandas a mi correo.
En cualquier caso los surferos son gente que se curra la ola, y cuando son 2 ya te mueres: a 2 todo puede ser más fácil y mucho más difícil también. Te lo dice una que va en solitario en su ola. Pa gente esforzada los surferos de a 2.
Un abrazo
Aurora
Hay milagros, claro que los hay. Todo mi cariño.
ResponderEliminarA todos nos toca Aurora...
ResponderEliminarQue sería de nosotros sin los tsunamis?
Pasará
La impermanencia
Bs
No sé quién dijo aquello de "posees sólo aquello que no podrías perder en un naufragio" (o tsunami).
ResponderEliminarO sea: nada, ni tan siquiera la vida.
Un beso, Aurora.
Apreciada Olga:
ResponderEliminarDiscrepo de tu comentario, como de algunos otros de orientación similar. Intentaré la máxima síntesis dado el cuasi telegráfico formato de estos comentarios de blog. A.- Por favor sitúate por un momento donde te propongo: piensa en alguien que quieres mucho, pero mucho-mucho -un hijo, una madre, un padre, otra persona de tu total devoción...- . B.- Ahora pregúntate si lo que le AMAS podrá desaparecer cuando él-ella (o tú misma) mueras. C.- Si la respuesta fuera "sí", por favor, vuelve a pensarlo. No se trata de un ardid de persuasión; sino de buscar un poco "más allá".
La cuestión es en Psicología de la Afectividad mucho más profunda y vasta, pero el supuesto sirve a modo de botón de muestra.
Recibe un afectuoso saludo.
Han sido dos horas estupendas.
ResponderEliminarLa primera me reí.
La segunda, ya os echaba de menos.
Sois buena gente.
...
Capaces de hacer que un potro recién parido se levante.
Fui testigo.
...
Si sois capaces de eso, lo sois de todo.
De todo.
Afectuoso Ramón, yo no sé cómo es la cosa en la psicología ésa, pero mi comentario se refería a que nada es nuestro, ni siquiera lo que más amamos. Y no lo es. Tal vez no sea malo. Y yo ya perdí a alguien al que quería mucho. Y ese tsunami se lleva una parte de ti, por mucho que siempre quede en el corazón. A las personas nos gusta disfrutar nuestro mundo al estilo "persona", de tú a tú, y eso siempre está en peligro.
ResponderEliminarParece que el tsunami al que se refiere Aurora aún puede tener remedio, pero el dolor es el dolor, el de aquí. No el de más allá. Mucho tiempo tiene que pasar para que esas teorías que apuntas empiecen a consolar un poco.
Un saludo.
La vida está llena de esas casualidades poéticas... de repente dices unas palabras y un potrillo se levanta...
ResponderEliminar... la vida es inmensamente inteligente.
Y a cada paso nos va regalando cosas, esas pequeñas coincidencias.
Nosotros solo tenemos que ir hilando...
... a ver, a ver... qué nos regala este pequeño hilo que acabamos de encontrar.
Hilos y amistad. Casi nada. Desde El boalo. Para DRIVER. Ana, Anina y Aurora
Apreciada Olga:
ResponderEliminarQuizá no te entendí. Incardiné tu apreciación en una corriente de nihilismo que he creído entrever ayer y hoy en los comentarios, y aun en las propias entradas de Aurora (leí ayer las cuatro previas a la de hoy).
En realidad nada tiene de nuevo lo que te escribí. La Psicología de la Afectividad, más allá de diseccionar lo antropológicamente constante, no ha hecho nada.
En nuestra tradición judeocristiana la elaboración es extraordinariemente rica, si bien en una única vertiente de la Afectividad: la transcendente (el amor a-de Dios).
En la Literatura las alusiones a la Afectividad como único elemento intemporal de los seres humanos, que no hay tsunami que lo arrase, son infinitas. Verbi gratia los manidos versos de Elizabeth B. Browning, del moribundo que cree que únicamente tiene sentido vivir para evitar la muerte que el tsunami del tiempo, la enferdad o el accidente, nos trae.
-"¿Quién te sostiene?
-La muerte -dije.
Per entonces sonó la respuesta deslumbrante:
-No es la muerte, sino el amor".
Pero todo en la vida depende de cada uno de nosotros. Cada uno ve la realidad según su prisma, y existen incontables prismas.
Saludos para ti también. Feliz puente de Semana Santa.
Aurora limpiando, limpiando causalmente encontré una guía que me dieron en un curso de ayuda humanitaria y dice:
ResponderEliminar¿Qué hacer después de un Tsunami?
1. Mantenga en escucha un receptor portátil a pilas siempre sintonizado en la misma emisora. Si cambia sintonía podría perder valiosa información.
2. Evite el pánico. Conserve la calma, no olvide que la ayuda llegara lo más rápido posible.
3. Verifique la resistencia de su casa antes de volver a ocuparla, ya que pudo quedar debilitada por el agua.
4. Revise y cuide su provisión de agua y comida.
5. Si su hogar resulto afectado por un tsunami no construya su nueva vivienda en el mismo lugar.
6. No propague rumores falsos. Sea solidario.
A veces hasta las metáforas son causales.
José Ramón, cariñosamente, de verdad. Hasta la Virgen María lloró la muerte de su hijo, y no creo que fuera por falta de Fe.
ResponderEliminarEl dolor humano ante la desgracia, el tsunami, la casa que se derrumba delante de tus ojos, la persona que desaparece de tu vida, necesita mucho, mucho consuelo. Divino, pero también humano. Eso no quiere decir que vivamos solamente para evitar la muerte, sino que amamos la vida... y sabemos que ni ella nos pertenece.
Mi comentario no era nihilista. Tengo una parte así, pero no la traigo a casa de Aurora.
Saludos.
Entendido.
ResponderEliminarHabía dos planos donde sólo vi uno.
Solo la muerte y el desamor son irremediables.
ResponderEliminarNo sé que pretende barrer ese tsunami, y creo que sería inútil decir eso de que si no te ahogas al menos aprendes a nadar, pero cuenta con mi oración.
Ojalá lo que sea deje de ser.
Hará un par de años, Aurora, soñé que estaba no sé dónde y que en ese “no sé dónde” había mar. Sólo recuerdo ahora que en un momento del sueño giraba sobre mí y empezaba a ver una masa inmensa de agua (verde, el color no se me ha olvidado) que crecía y crecía de modo aterrador. Recuerdo también que quería correr y, sin embargo, me quedaba quieto, no por una de esas parálisis oníricas tan del gusto del psicoanálisis, sino porque el espectáculo me parecía hermosísimo. Me desperté, claro está, antes de que el hechizo acabase conmigo.
ResponderEliminarLa verdad del dolor y la muerte no tiene que ver con los sueños. O sí, vaya usted a saber. De lo que estoy seguro es de que el dolor no es para los que se van, sino para los que se quedan. Aquello con que el epicureísmo (también los estoicos, por cierto) pretendía combatir el humano temor a la muerte, diciendo que no hay que preocuparse de ella porque sólo existe cuando yo ya no existo, siempre me pareció la tontería de un “listillo”. La muerte que uno teme de verdad es la de los seres queridos. Y ese horror, por desgracia, es, o puede ser, perfectamente coexistente con uno. De esta amarga verdad habla tu emotiva y, en el fondo, actual entrada.
Un beso, Aurora.
Perdonad todos, he tenido gente en casa y lo primero es lo primero (lo presencial es más importante que lo virtual siempre, en amigos también ;-))
ResponderEliminarOlga: yo te he entendido y sé que tú a mi también. Poseer no poseemos nada, no sólo es que no tengamos -en propiedad- nada, es que ni siquiera poseemos, lo sé. Y saber esto es compatible con el dolor por tsunamis que nos quitan a una persona lentamente o de golpe, por muerte o por otras circustancias. Sé que lo sabes, y tú sabes que lo sé también. Gracias por venir, guapa, y siempre. He sonreído con lo de "no traer tu nihilismo" a esta casa, eres de una delicadeza fuera de lo común, pero tú a esta casa trae lo que quieras y siempre, lo del servilletero es verdad.
José Ramón:
Creo que a veces internet dificulta la comunicación, el matiz. A veces el matiz es el mensaje, casi... Por eso perdona si mi entrada es oscura, lo es a propósito. Sabes que no soy nihilista ;-), pero la desolación que te entra cuando una ola traga muchos años creo que es razonable. Otra cosa es que no se pueda rehacer la vida, por supuesto. Pero el dolor inmediato y que dura es normal. Sé que yo me habré explicado mal posiblemente. Perdona y eres siempre bienvenido, a esta casa virtual y a la mía real, ya lo sabes ;-)
Lane: mil gracias. Has estado MUY ACERTADA, de verdad. Eres un encanto, sé que tus orientaciones no caen en saco roto, para mí desde luego que no. Y me encanta que venga, a ver si de una pajolera vez te llamo, de verdad que he estado hasta arriba con trabajo y vida general...
Antonio: muchas gracias, no es la muerte, pero a veces hay cosas más duras casi que la muerte, diste en diana en cualquier caso, siempre das en esta casa. Y tu relato me ha dejado sobrecogida, yo no tengo tu serenidad para ver cómo algo me traga, ya me gustaría tenerla, yo tengo miedo casi siempre y por eso soy vitalista, es como para conjurar ese miedo que soy vitalista. Me rebelo, no quiero, yo no quiero y lo digo bien alto, ni el desamor de otros ni la muerte. Quizás la muerte propia sí en teoría.
El dolor es para los que están y para los que lo vemos y estamos también de alguna manera, siempre menor, lo sé. Yo necesito creer que el amor para siempre existe, lo necesito. Por eso lloro , por ellos y por mi.
El amor para siempre existe porque somos reflejo de lo eterno.
ResponderEliminarEl dolor amaina, de verdad.
El miedo...qué humano es!
Aunque sea muy duro no poder ver más.
Venga, Máster, que tienes aquí una peña que muchos quisieran para sí.
Yo rezo, vale?
Y eso que no nos conocemos.
Tú ahí, bien cerquita.
Toi, perdona, se me pasó tu comentario. No hace falta que te diga nada, lo sé, porque tienes siempre como un sexto sentido. Te mando un abrazo fuerte, nos veremos pronto seguro.
ResponderEliminarAurora