martes, 6 de agosto de 2024

Ventajas de cumplir (muchos) años. Las alpargatas y la señora de rojo tan guapa.

Hace unos años, hablando con un encantador carlista, me dijo que de los años no se hablaba, que era una vulgaridad. Y tenía razón, creo, no es un "tema" de conversación los años propios,  menos los ajenos, no se debe preguntar por ellos a nadie. Pero esto, como toda buena regla, tiene sus excepciones, así que voy a saltármela en este momento. 

El "tema" es que, como optimista irredenta, más bien esperanzada, creo que hay innumerables ventajas en cumplir años. Me refiero a "muchos" años. Aclaro: "pocos" años es de los 0 a los 60. "Muchos" es superar los 60. "Tantos" -un tantos expresivo- sería a partir de los 80. Hablo aquí de esa franja que va de los 60 hasta los 80. 

Hay 3 puntos en esto, los 3 relacionados. 

Punto 1. Estás más cerca de la muerte. 

Ya siento empezar por aquí, pero es que no queda otra. 

Soy de Valladolid, aclaro, bueno, casi. Castellana. Así que pienso en la muerte casi todos los días.  Cumplir años ya superados los 60 te hace ser más consciente (aún) de que estás más cerca de morirte que, digamos, "antes". Cuestión de probabilidades, vamos. 

Y ese recuerdo de que no es que hayas dado la vuelta al jamón, es que te "quedan" en el plato un par de lonchas te hace ser más consciente de lo poco que importan las cosas que importan poco... Y lo mucho que importan las (pocas) que importan. Genial esto. Gran ventaja. 

Importa poco: casi todo. 

Importa mucho: irse al Cielo (acompañada, soy sociable). Y ya. 

Atención, que algo de lo poco importa en la medida de lo mucho, así que estupendo lo poco si sirve a lo mucho. Y de algunos pocos se puede apoyar -algo- al mucho. Así que paso al 2. 

Punto 2. Qué bonito es todo. Pero todo, todo y todo...

Llueve. Estupendo. Qué bien le viene al campo. 

Hace sol. Genial. Andamos. 

Calor, vale, sí, incómodo a veces, pero mira, qué gusto que se seca la ropa rápido o la gente está ya de vacaciones y los comerciantes están ganando dinero, que falta hace. 

Frío, estupendo, me encanta el frío, te abrigas y te imaginas que estás en una novela rusa (esto, viviendo en Ávila, es muy útil)

Qué ricos son los niños. Qué guapos estos novios. Lo listo que es fulano. Qué bien se pasa con los amigos. 

Lo que me gusta comer, madre mía, este hambre que no me la quita nada, que suerte tengo con este hambre, podría ser una dama inapetente, pero no, qué gusto poder sentir aún hambre y poder comer cada día. 

Insomnio, peor lo pasan los padres de niños chicos. Elucubro, rezo, oigo un podcast, me levanto y cocino, leo o escribo. El insomnio no va a poder conmigo, oiga. El insomnio es una gran ventaja, voy a buscar algo sobre insomnes que hayan hecho... algo (me río sola). 

Punto 3. Fumarse un puro... por casi todo. 

Hay una libertad fantástica que da ser "mayor". Algunos son libres desde que nacieron, pero otros, creo, ganan libertad con los años. 

Hay una maravillosa libertad en saber que estás con quien quieres estar y no tienes que estar, un poner, por motivos "de trabajo", pongo por caso. 

Cuando desapareces de la arena laboral (identificada como remunerada, no de "ocupación", que se puede seguir ocupada hasta que te mueres) ganas a menudo en libertad. Ganas tiempo. Y, curioso, ganas, mucho, en ganas. Te interesan muchas cosas y otras no te interesan ya absolutamente nada, si es que alguna vez te interesaron. 

Una se puede dedicar así a los siguientes apartados a tiempo casi completo: tu marido, tu familia, tu casa, tu parroquia, tus amigos... los pájaros. Lees. Estudias. Escribes algo. Pero, de verdad, ¿alguien en su sano juicio puede creer que hay una vida mejor que ésta que puede tocarte cumplidos determinados años?

Yo entiendo que a quienes han sido "importantes", o han puesto mucho en lo que llaman "carrera" o como lo llamen,  debe de costarles posiblemente. Como, por otro lado, la vejez debe de costar quizás a quienes han sido muy guapas. Es normal, somos humanos. Pero, si no es el caso, puede ser visto como un añadido de libertad. Y la libertad es lo más grande que tenemos los seres humanos. Tras Dios. Mejor dicho: con Él. 

Nota al margen: Hay una especie de suero de la verdad, es como si te lo metieran en vena al cumplir años. Esto también pasa. Te desinhibes -mal a veces, hay que ser educado- y le sueltas cuatro frescas o un paraguazo a quien se te ponga por delante, como si fueras un personaje de un tebeo. 

...pero, en todo caso, ay... 

Fui a una boda este viernes pasado. Y como todavía no soy lo suficientemente libre, dudé en el calzado. Me llevé unas alpargatas elegantes, por si acaso. Pero no me las puse, me puse unos zapatos, pensé en si iba yo a desentonar, y eso no, por Dios, cómo voy yo a desentonar ¡qué espanto! Sí, es evidente: no he cumplido aún los suficientes años. 

En la misma boda había una señora estupenda -fantástica, de rojo, murciana-, de mi misma quinta, creo, con la que intercambié un par de palabras. Catequista ella, catequista yo, nos entendimos a la primera... Y ella iba con unas monísimas alpargatas, ideales. Cómoda. Y súper guapa (es que era guapa, además).

Conste que no lo pasé mal con mis zapatos, no me dolieron los pies nada, pero, ay, me hubiera gustado haber sido un poco más libre. 

Quiero, definitivamente, cumplir más años. No para que me duelan los pies -yo, que ando siempre con zapato plano-, sino para ser más libre y fumarme de verdad un puro más de los que ya me vengo fumando. Porque nunca son bastantes. 

El mundo está lleno de señoras (y señores) de cierta edad incierta pasándoselo estupendamente. Con tristezas detrás o problemas, nunca faltan. Pero libres, más libres si cabe. 

Al Cielo y libre, como los pájaros. Definitivamente, "Más vale volando". 

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