martes, 7 de julio de 2009

El alumno es lo que importa


No podía posponerlo. Daba una pereza enorme hablar con Patricio. Se le evitaba.

"A las 10 te veo en el despacho"

Carmen accedió sabiendo lo que la esperaba. En fin, sería ya la última vez. Era la jefa del departamento. Guapa, joven y formalmente fiel al ideario, más bien al estilo, del centro universitario, dirigía el área académica de comunicación mientras no hubiera un lugar mejor donde recalar. Sabía que el simple pasar del tiempo era su mejor aliado si era capaz de no hacer nada ni poner dificultades. Y las dos cosas las hacía a la perfección.

Patricio entró con el ceño fruncido. Antes se había ocupado de hacer llegar una carta explicando su dimisión a ella y a la decana, carta que fue cursada como corresponde: se tiró a la papelera. No importaba haber sido evaluado como el mejor profesor de todo el área de humanidades por los alumnos, tampoco la dedicación ni el interés demostrado, los marrones que se había comido por iniciativa propia, no hacía falta ni que se lo pidieran, se ahorcaba él solito.

La carta empezaba con un pomposo"No puedo hacer coches coreanos ni estar en una cadena de montaje llena de chapuzas". Y una larguísima explicación, como acostumbraba, de todo lo que no funcionaba, lo que le parecía inmoral y por qué se iba como antes ya se había despedido de otra universidad privada, no era la primera. Tampoco era la primera carta o conversación. Había escrito diversos correos electrónicos en tono cada vez más incendiario y hablado directamente con la decana y con el sursum corda. Todo caía en saco roto para su desesperación, cada vez más saturado, de peor humor y con doble frente de trabajo y clases, queriendo hacer todo bien, especialmente lo segundo.

Carmen lució la mejor de sus sonrisas y le invitó a sentarse lista para el esperado chorreo y esa proverbial facilidad de comunicación tan incisiva de Patricio que solía derivar en una ironía verbal difícil de esquivar.
"Bueno, pues yo creo que ya os he dicho por qué me voy, pero resumiendo es que los alumnos no se merecen esto: una universidad donde impera el cumpli-miento" -dijo con retintín la palabra partida en dos, ya empezaba- "y donde les damos gato por liebre a precio de oro y para cubrir, nunca mejor dicho, el expediente. Estoy trabajando en el sector desde hace años y te lo digo,Carmen, como lo veo: no saben nada porque no llegamos a enseñarles nada, no nos dejáis. Y no puedo participar en esto, es una pérdida de tiempo en el mejor de los casos y en peor una falta de ética. Y luego decimos que somos cristianos, por Dios".

Venía calentito y Carmen escuchó de nuevo su relación de quejas que se resumía realmente en una sola. Vaya formas que tenía y lo que estaba soltando, su prepotencia era ya legendaria.
Al final de la larguísima perorata intervino ella con lo primero que se le pasó por la cabeza. Dicen que de lo que rebosa el corazón habla la boca.

"No sé por qué te preocupas tanto, Patricio. Mira, aquí a la mayoría de los alumnos les ayudarán sus padres al salir, buscan sólo el título universitario, al final siempre es así, y encontrarán trabajo antes o después, no deberías agobiarte."

No pudo ni acabar, casi se le lanzó a la yugular Patricio.
"Joé, parece mentira, Carmen, que te atrevas a decir esto. Estoy precisamente para enseñar y que nos dejemos de pamplinas y paños calientes. Coño, creía que esto era una universidad, no un club de puñeteros niños bien. Pero ¿a qué venimos aquí entonces?

Recalcaba con soberbia las palabras "atrevas", "precisamente" y "club de puñeteros niños bien". Realmente podía ser, y era, un hombre difícil y con un tono cada vez más molesto. Y al parecer Carmen no había sido nada oportuna, porque estaba ahora más fuera de sus casillas y desbarataba hecho un basilisco, qué carácter. Total se iba a marchar, así que le dejo explayarse inmune a sus argumentaciones.

Sabía bien que a ese tipo de personas no les queda más que la pataleta. Mientras que a ella le aguardaba en alguna parte un puesto donde ese paso por la universidad le daría el ansiado aval que profesionalmente no había demostrado todavía. Para eso servía la universidad a algunos, de oca a oca.

Apenas dos años después nombraron a Carmen directora de responsabilidad corporativa de una caja de ahorros y coincidió con él un par de veces. Patricio la saludaba con ese orgulloso desdén de quien se ha permitido el lujo de haber dicho"conmigo no contéis para esto" no una, sino varias veces en la vida. También porque le causaba mucha risa que ella fuera ahora una "experta" en responsabilidad empresarial. Lo que había que ver, Señor. Así que la sonrisita de condescendencia de cada vez no podía disimularla.
Seguía así Patricio igual de bocazas pero todavía algo eficaz en su trabajo. Y, sobre todo, libre y cañero. Era ya una costumbre muy arraigada. Pasados los cuarenta generaba hasta adicción ese cantar las verdades del barquero a quien se le pusiera delante.

18 comentarios:

  1. Esto pasa, y debería pasar más...o debería pasar menos (dependiendo a quién se mire)

    ResponderEliminar
  2. El pobre Patricio sigue así, y Carmen tan estupendamente. Cosas veredes que...

    Hala, madrugador, que eres el más madrugador de todos ;-)

    Aurora

    ResponderEliminar
  3. ¡Ya estamos!,¡ya estamos!
    ¡Para una vez que el Susito me gana!
    ...
    ¡Oh tempora, oh mores!
    ...
    ¿Cuando comemos, Aurora?
    (¡Ahí ni no me ganas, Suso!)
    PD: Chico, cuando vengas a la capital del reino, avisa, que Aurora tiene el guapo subido, y el papeo con ella sienta divino.
    Yo pago, tú cuentas anécdotas y a la Máster nos la jugamos a los chinos.
    ¿Hay trato?
    ...
    Buen día, currelantes,(dícese del aquel que currabravo, como los de antes).

    ResponderEliminar
  4. hoy puede ser, tengo iva e irpf, Dios, qué días llevamos ;-), a ver si te localizo...

    ResponderEliminar
  5. sarracena infiel7 de julio de 2009, 9:55

    El alumno es lo que menos importa.

    Literaria estás, hedbanna. Aunque fíjate: cada uno está en el sitio en el que quiere estar. Carmen de máster del universo y Patricio a su bola, más feliz que una perdiz, casi siempre.

    Moraleja: no se puede tener todo.

    Para impuestos, aún quedan...................... 10 días.

    ¿O no?

    ResponderEliminar
  6. tengo la sensación que el que dice las cosas se suele quedar muy a gusto, en soledad habitualmente, pero es el precio. La libertad crea adicción, mucha... Es lo que más adicción crea...

    Y si encima se pudieran decir las cosas con calma y sin cabrearse sería la caraba.

    ResponderEliminar
  7. Leyendo esta anotación (y la de ayer) me ha pasado como cuando leo las revistas del corazón y tapan las caras de los niños para proteger su intimidad: tengo la certeza de que es lo correcto, aunque sin duda es mucho menos divertido.
    Pues lo mismo con las dos últimas anotaciones en este blog y el uso de pseudónimos.

    De todas maneras, es increible la cantidad de instituciones y empresas que tienen el mismo "pecado original" que la universidad de "Patricio".

    Saludos.

    ResponderEliminar
  8. Cuando se escribe ficción es cuando más real se escribe y por eso utilizo siempre seudónimos (en las 3 últimas).

    En cualquier caso siempre es una visión parcial y evidentemente subjetiva, siempre. La verdad que yo sepa no está a nuestro alcance, por lo menos al mío no.

    Y también, como apuntas, el pecado original lo llevamos sobre todo ;-)las personas, más que las instituciones: ese, éste y yo. Y a la vez un cierto sentido de inocencia. De ahí de nuevo el uso de seudónimos. Todos con el pecado, los nuestros, todos con la presunción al menos de cierta inocencia.

    Y si alguna vez me he equivocado al escribir sin proteger la intimidad de un niño o de un adulto, y me lo han dicho, creo que he rectificado para preservar ese derecho. Antes romper algo o cambiarlo que dañar de modo directo a alguien, espero.

    Gracias por la observación pues.

    ResponderEliminar
  9. Hola Máster. Confieso que estoy desconcertado por el cambio de estilo, más literario ahora, pero maravillado por tu dominio del arte de escribir. ¿Para cuándo una novela?.

    Atentamente

    ResponderEliminar
  10. Lo bueno es lo bien que lo cuentas; lo triste, la verdad que dices. Porque, igual que te comentaba el otro día con respecto al hombre, los fines andan revolcándose y confundiéndose con los medios en muchas cosas. En demasiadas cosas; tal vez, en casi todas las cosas.

    Como seguro piensa tu libre y “cañero” personaje, la capacidad de aprender puso sobre la biología a un animal que era capaz de evolucionar de otra forma. A ésta forma solemos llamarla historia; a veces, cultura en sentido lato. Por eso la enseñanza y el aprendizaje son fines de la educación, porque son lo único de que disponemos para no ser paramecio, o acelga, o aburrido feldespato. Fines para ser quienes debemos ser, no sólo medios para llegar a otras cosas. Por desgracia la entropía también ha desestabilizado este orden. Porque, de tan “listos” que somos, empezamos asociando educación con servicio “al” hombre, luego educación con servicio “del” hombre; poco después se contaminó del todo la palabra “servicio” y se empezó a pensar como “utilidad”. Y una vez convertida en utilidad, sólo hubo que asignarle los correspondientes “para qué”. Entonces ocurrió la kantiana indecencia, porque la utilidad es polivalente, qué duda cabe: útil para medrar, útil para enriquecer, útil para triunfar, útil para sembrar votos posibles, útil para cuadricular o, peor aún, útil para descerebrar… ¡Y, en ésas estamos!

    Mi aplauso para Patricio. Y para ti, naturalmente.

    Besos.

    P.S.: Perdona el rollo, pero estas cuestiones me provocan cabreada verborrea.

    ResponderEliminar
  11. Almendrado, gracias por tus palabras, pero dominar nada, sería raro que yo dominase algo. Aventurarme todo ;-), ahí sí.

    La novela son palabras mayores y no sé si tengo la madurez o lo que haya que tener.

    Pero lo estoy intentando, esa es la verdad, desde hace un tiempo.

    El resultado me interesa, pero casi más el proceso en el que espero crecer y aprender.

    El blog es como un chapuzón rapidito en un agua caliente además, en media hora y sin pensar casi te sale la entrada diaria, zas, ya.

    Una novela es hacer largos todos los días pero en agua fría. Cuesta el agua, que está fría, cuesta el ritmo, que no es el de entra en el agua y sal, sino quédate ahí haciendo largos y largos, aterida a veces y cansada. Y cuesta encima el todos los días, lo que más.

    Los cuentos son algo intermedio donde me voy aclimatando algo a otro tipo de agua y ritmo. Por eso los estoy escribiendo.

    Es cierto que son fogonazos, y a veces malos fogonazos, pero es que si no fallo tampoco acertaré. Y sé que una novela no son fogonazos seguidos unos de otros. Pero vas adquiriendo cosas, creo. No sé. Tengo la sensación.

    Rollo macabeo ¿eh? Es que estoy en ello... y como se decía una camiseta "No me preguntes por la tesis o te la cuento" ;-)

    En fin, como en tantas cosas no tengo nada que perder ;-) y quiero crecer.

    ResponderEliminar
  12. Antonio:

    Ay, Dios mío, cómo me gustaría hablar contigo de estas cosas. Y a familiares y amigos que tengo en "enseñanza" ni te cuento lo que les gustaría...

    Uf, de verdad, de rollo nada. Es que a veces hay que plantearse como diría uno "los básicos". O plantearlos. Una se cree que todo el mundo parte de lo mismo y ni de broma. Por eso Patricio estoy segura que te agradecerá tu comentario y no sabes cómo. Lo de la utilidad o el servicio en educació, en fin... Qué miedo hay de pensar que pensar -valga la redundancia- tiene un valor por sí mismo, o aprender, o recitar a Quevedo, yo qué sé. Y yo no creo que los utilitarismos pragmáticos del éxito sean los peores, Antonio, hay otros igualmente perversos de bondadosos que son. A veces cierta bondad es peligrosa.

    Lo dicho, ya nos conoceremos y nos cabrearemos juntos. Yo me cabreo con cierta facilidad y me encanta ver que hay otros que tal, como Patricio o tú.

    Te sientes menos rara, menos alienígena.

    Un abrazo por hacerme sentir menos sola ;-)

    aurora

    ResponderEliminar
  13. Poco a poco, pasito a pasito, unos días un largo, luego dos, tres, cuatro... cincuenta... y una novela. No desfallezacas.

    Atentamente,

    ResponderEliminar
  14. Perdona, me faltaba decirte you can.

    Atentamente,

    ResponderEliminar
  15. Ya me gustaría poder, pero es posible que no pueda como tantas cosas que no he podido. Dios dirá, no pasa nada. Ya digo que me interesa más el proceso que el resultado...
    Gracias por animarme, Almendrado.

    ResponderEliminar
  16. Máster, ésa es la mejor senda: "conócete a ti misma", tú conoces tus límites, si puedes, adelante, y si no, no pasa nada, la vida sigue. Por mi parte, ánimo.

    ResponderEliminar
  17. Los límites de uno se mueven a veces, almendrado, cambian con la edad, las circunstancias, muchas cosas. Por eso me gusta la exploración, porque aprendo a ver si los límites están acá o allá... a veces uno no acaba de conocerse, creo. Es a base de ponerme a ello como sabré si puedo.

    Con Tana no pude, es un ejemplo. Con otras cosas en cambio sí he podido...

    ResponderEliminar
  18. Buuuuffff. Cuánta Carmen...y qué pocos Patricios.

    Es real esta historia, Máster.
    Seguramente Carmen no es del gremio de la tiza. Y tal vez jamás se ha ensuciado frente a una pizarra, no sabe qué es el aula ni le interesan los alumnos como personas que necesitan aprender las herramientas fundamentales que les llevará a seguir aprendiendo. Esas herramientas,esos conocimientos y el esfuerzo para aprehenderlos son los puntales para que esos alumnos sean libres. Y sepan buscarse hasta dar con el lugar que quieren ocupar en la sociedad... Y eso, en parte, es la clave de la felicidad. Lo sabe muy bien Patricio. Pero él solo no pude derribar el muro. Actúa en conciencia y se larga. Un aplauso.

    Buen relato, Máster.

    ResponderEliminar