miércoles, 22 de junio de 2022

Flores tardías (22 de junio 2022)

Tenemos un rosal apoyado en la pared de nuestra casa que da al sur. Trepa y asoma sus ramas por la ventana de la cocina y la de mi despacho. Por encima de él ondea la bandera de España, en un extremo la de Ucrania.

Este rosal no hace más que darnos alegrías, aunque hay que podarlo dos o tres veces al año. Se carga demasiado con tantas flores, hojas y ramas y ese peso amenaza con echarlo abajo. 

Florece así, según entre la primavera en Ávila, desde inicios o finales de mayo hasta bien avanzado noviembre, a veces casi hasta Navidades. 

Mira que espero con ganas que llegue la gloria de mayo, pero son las flores tardías, las que da el rosal después de la gran fiesta de la Santa en Ávila, las que más agradezco casi. 

Ya con frío, con las noches más largas, con las primeras heladas, el rosal sigue ahí floreciendo, agradecido porque le podamos. 

Ha sido un curso éste que acaba (sigo viendo los años más por cursos escolares que de enero a diciembre) duro y complicado. 

Hay climas más benignos, jardines sin esos cambios de temperatura brutales de quince o veinte grados en un mismo día -oscilaciones térmicas les llaman- que tenemos aquí. Paz. 

Nuestro rosal, ese que plantó mi marido y que está sujeto a la pared sur de nuestra casa, seguirá floreciendo. Mucho sol, poco agua, fumigar por el pulgón (Gonzalo vestido de Ghost Buster) y podarlo. 

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