martes, 28 de junio de 2022

San Juanito

Nos hace un tiempo de perros al llegar a Carnota, las previsiones eran de espanto, pero resistimos con confianza. Sabemos bien que Galicia es como la vida: no hay que fiarse mucho de las presentes circunstancias porque, buenas o malas, pueden cambiar rápido.  Y cambian. 

Filosofía gallega lo llamamos. Sirve para aprovechar el sol que asoma un rato, para esperarlo, también para acostumbrarse a cambiar de planes. Y para mirar tanto a las previsiones -la ciencia, oh, la ciencia- como a los agoreros y cenizos -uy ay, en Galicia llueve todo el rato, etc.- hasta con simpatía. Gracias a ellos disfrutamos de un fin de semana sin gentío y precioso. 

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Por San Juanito, que coincide también con el Sagrado Corazón de Jesús (aunque ya nos dijeron en misa en Lira que la del Sagrado Corazón era fiesta "más potente" que la del santo, así que el santo se celebró su  víspera), hay una buena noticia en Estados Unidos: la revocación de la sentencia Roe Vs Wade por el Tribunal Supremo. 

Al hablar con Ignacio señala él constancia del movimiento pro-vida yanqui, han aguantado 50 años. 

Cor Meum Vigilat, claro, también mucho trabajo. Y valentía y constancia. 

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Me gusta el cementerio de Lira mirando al mar, como el de Carnota, siempre hay gente visitándolos. Repaso las lápidas. Se repiten los apellidos Caamaño y otros. 

Aquí se celebra misa de diario si hay un difunto cuyo alma encomendar. Hay costumbre de que cada misa  "es por alguien", porque un familiar del difunto le pide al cura que la celebre por él. Y sólo uno. No puede haber varios a la vez, salvo que sean de la misma familia.  

Esto no es como en Ávila, que en cada parroquia hay un horario fijo y se celebra misa siempre a tal hora fija, haya o no difunto por cuya alma celebramos, no. Aquí el cura celebra misa si hay difunto. Así que lo hace unas veces en Lira y otras en Carnota, se reparte en función de las misas que se piden por los difuntos de uno u otro lado.  

¿Y si no hay difunto? Pues no estoy muy segura, pero creo que aquí hay difunto siempre, es que no son difuntos de este año, son de hace años, se celebran misas por tus parientes todos los años. 

Hoy oigo comentar a la salida de misa "¿Pues quién era ésta, que no era de aquí?" Claro, se conocen todos. Y ahora entiendo bien el revuelo que pude armar cuando pedí que se celebraran unas misas por el padre de nuestras niñas ucranianas hace un año, un apellido evidentemente extraño. Están acostumbrados a que el muerto sea del lugar, como propio.

Afortunadamente hay un calendario mensual que cuelgan en la puerta de cada parroquia y nos dan en mano antes de que empiece el mes, así se sabe si la misa es por tal o por cual y, algo muy práctico, si será en Lira o Carnota, que durante años no me aclaraba. 



sábado, 25 de junio de 2022

Agradecimiento a las tarabillas (23 junio 2022)

Descubrí a las tarabillas hace unos siete años, cuando Gonzalo me regaló la cámara para poder fotografiar a los pájaros que tanto me gustan. Y es que este ave, cuyo macho tiene la cabeza negra, el cuerpo rojipardo y una especie de collar blanco, es una de los que posan mejor, así que facilitan la labor de observarlas y fotografiarlas. 

En Carnota están en todas partes, pero sobre todo a la entrada de la playa, como si fueran sus vigilantes. En Ávila las descubrí más tarde, fue una alegría cuando oí primero ese chasquido suyo tan característico  y luego, en lo alto de una encina, vi a un macho vigilando. 

Mientras otros pájaros se esconden en el follaje, a veces en la hierba alta, o se escapan en cuanto notan que te acercas (especialmente si voy con Anita, que es un como un jabalí ambulante, siempre resoplando), las tarabillas tienen la delicadeza de quedarse bien agarradas a las ramitas al viento, a veces sobre alguna valla de alambre o un poste.  A lo mejor levantan el vuelo, pero vuelven a posarse rápido para facilitarme la vida. 

Gracias, gracias, son Vdes. muy amables, y no como los herrerillos, que les oigo y sé que están, pero con tanta hoja no les veo, y no hay manera de que salgan, so antipáticos. 

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Marta me envió dos libros de May Sarton por sorpresa y sin tarjeta. No puedo decir que me gusta algo porque tengo siempre amigos que van y me lo regalan. Lo mismo un abrigo que libros, son como las tribus esas africanas que tienes que tener cuidado con alabar algo porque te lo dan. 

Bueno, el caso es que Anhelo de raíces es entretenidísimo, literatura esa que me gusta a mí, ideal para soñar pensando en casas, reformas (que no voy a hacer, que hace otro, y -fundamental también- paga otro), literatura situada en ese campo donde yo también busco casas en Idealista, casas que nunca compraré, pero que me encanta imaginar. 

Sé que somos varios los que tenemos ese mismo pasa-tiempo o afición: ver casas, imaginarte en ellas, soñar con ellas. La de la Sarton es como si la viera, rodeada por esos prados "libres", es decir, sin cortar. 

Aunque ya sé que hay que cortar la hierba a veces (la de alrededor de nuestra casa en Carnota me llega ahora por los hombros), también hay que dejarlos algo libres para que abejas e insectos puedan vivir y hacer su trabajo, que también es necesario (este movimiento de liberación de prados -free meadows- me parece fascinante y estoy investigando, hay gente para todo). 

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También me regaló el otro día Luis dos libros de cocina, uno sobre pan (que tengo que preguntarle a Mate varias cosas, estoy un poco perdida en temas paneros), y otro sobre un cocinero que no le tenía fichado y estoy encantada, Yotam Ottolenghi. Tengo que probar esas mezclas de verduras que propone, esas especias y ese modo de cocinarlas.

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Me mira Chesterton muerto de risa desde su estampa. "Angels can fly because they can take themselves lightly" (Los ángeles pueden volar porque pueden tomarse a la ligera). Me parece genial, pero pon un punto y aparte de vez en cuando, gordo inefable, que tienes párrafos que duran dos páginas enteras. 



miércoles, 22 de junio de 2022

Flores tardías (22 de junio 2022)

Tenemos un rosal apoyado en la pared de nuestra casa que da al sur. Trepa y asoma sus ramas por la ventana de la cocina y la de mi despacho. Por encima de él ondea la bandera de España, en un extremo la de Ucrania.

Este rosal no hace más que darnos alegrías, aunque hay que podarlo dos o tres veces al año. Se carga demasiado con tantas flores, hojas y ramas y ese peso amenaza con echarlo abajo. 

Florece así, según entre la primavera en Ávila, desde inicios o finales de mayo hasta bien avanzado noviembre, a veces casi hasta Navidades. 

Mira que espero con ganas que llegue la gloria de mayo, pero son las flores tardías, las que da el rosal después de la gran fiesta de la Santa en Ávila, las que más agradezco casi. 

Ya con frío, con las noches más largas, con las primeras heladas, el rosal sigue ahí floreciendo, agradecido porque le podamos. 

Ha sido un curso éste que acaba (sigo viendo los años más por cursos escolares que de enero a diciembre) duro y complicado. 

Hay climas más benignos, jardines sin esos cambios de temperatura brutales de quince o veinte grados en un mismo día -oscilaciones térmicas les llaman- que tenemos aquí. Paz. 

Nuestro rosal, ese que plantó mi marido y que está sujeto a la pared sur de nuestra casa, seguirá floreciendo. Mucho sol, poco agua, fumigar por el pulgón (Gonzalo vestido de Ghost Buster) y podarlo.