lunes, 1 de febrero de 2021

La señora de la flor

Decía una prima mía que siempre que visita un casco histórico de alguna de nuestras muchas preciosas ciudades o pueblos hay colocado un geranio u otro tiesto en algún balcón. Y es verdad, España está llena de balcones con flores que alegran. 

Esa flor no la ha colocado el ayuntamiento, es señal de alguien que vive ahí y mantiene esa casa, ese piso, que aquello está vivo y no muerto y no es un sólo un "casco histórico" precisamente. 

A la señora de la flor no le paga nadie, lo hace porque quiere y, como diría una tía mía, para tener aquello curioso, decente. 

Ayer mismo puso una tuitera una foto de su mesa puesta para la comida, lo hace más veces. La felicité por ello, es bonito ver una mesa bien puesta, anima el alma y serena. Me contestó ella que era un modo de olvidarnos del caos. Qué razón tiene, hogar y civilización siempre. 

Escribe ayer Vidal en El norte de Castilla que el primer deber moral que tenemos es mantener la cordura en estos momentos. Y también estoy de acuerdo. Creo que intentar ser la señora de la flor es un modo de hacerlo. 



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