lunes, 7 de septiembre de 2020

Hoy empiezo

Qué cosa tan extraña este año. Tengo la sensación de sueño raro. Más de una vez me he despertado estos meses pasados con cierto alivio momentáneo creyendo que era una pesadilla. Unos pocos segundos hasta que caigo que no lo he soñado. 

Y,con todo, sé que soy afortunada. Sigo viviendo en la misma casa, teniendo el mismo trabajo y el confinamiento inicialmente me costó poco, trabajo desde casa y, además, desde hace años no salgo mucho. Mi casa es cómoda y grande. Y lo más importante: estoy bien acompañada.

Sólo me cuesta y cada vez más no ver a gente que quiero, no poder invitar a casa casi. Y sí, el teléfono y las redes pueden apoyar, pero necesito ver caras. Y abrazar algo. 

Leo más, planeo poco, me sorprendo mucho. A veces voy de estupefacción en estupefacción. 

Quizás mi estado sea ahora vivir así: estupefacta. No entender nada, menos que antes. 

"Qué hacer" se preguntaba Lenin. Yo no llego a lo macro, pero sí me pregunto qué puedo hacer y, sobre todo, qué debo hacer. Y no sólo hacer de comer, que es una de las rutinas que más me anclan. Mi cocina es mi abadía, de las seguridades que me sostienen. Me encuentro más a gusto en el hacer que en el pensar y en el escribir. Qué pena no tener un oficio. 

El tiempo es limitado. Querría aprovecharlo mejor. Tempus Fugit en aquel reloj de mi abuelo.

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