domingo, 4 de enero de 2015

"Y ENTONCES ME DIO POR ASESINAR"-CUENTO DE NAVIDAD. Cap. 12. Mauro al principio y al final (4 de enero de 2013)

Son las doce del mediodía. Oigo en algún lugar sonar las campanas. Curioso, la chica se levanta y se inclina. Me recuerda algo y no sé qué. Ya lo hizo también cuando le hablé de mis hijos. Se inclinó de repente ante mí, como si hiciera una reverencia mientras yo hablaba. Fue algo extraño.

En fin, sigamos. Mauro. Mauro al principio.

“¿Tú has estado enamorada alguna vez, de verdad, de un hombre, hasta las huesos?”

Es una pregunta estúpida que le hago. ¿Cómo una mujer a su edad no ha podido enamorarse ya varias veces, o al menos una? Pero me da curiosidad, o es una intuición que empiezo a tener sobre todo esto… Esta chica, ¿con quién andará?

“Estamos hablando de ti, no de mí. Pero no, no me he enamorado jamás. Lo mío es otra forma de amar, y ahora mismo es igual. Háblame de Mauro, nos queda poco tiempo…”

Dios mío, esta mujer es más rara de lo que yo pensaba. O quizá es de las modernas, no sé. Hoy hay de todo, mujeres duras, durísimas… Primero lo de los hijos, ahora esto… ¿Será lesbiana quizá? No sé, puede ser. Pero no me atrevo a preguntar eso de la "orientación sexual" que se dice hoy. Me parece que sobra, que no es el caso…Y además no quiero pensar en ella. Es en Mauro en quien necesito pensar. Quiero hablar de él, lo necesito.

“Nos conocimos en el primer año de facultad. Y yo, la verdad, es que me encantó desde el principio.Era tan listo, tan divertido, tan… Era todo tan "tan" en él… inexplicable siquiera. No podía poner ni los adjetivos en él, era tal cúmulo de cualidades que no tenían ni nombre tras ese tan genérico.

El primer día que salimos juntos, solos los dos, sin nadie más, reconozco que me hubiera ido a la cama con él en directo y ya. Me gustaba todo en él, cómo era, cómo hablaba, cómo pensaba, los chistes que hacía, los que no hacía…”

Esta chica seguro que no entiende nada de lo que le estoy diciendo. Hoy la gente es distinta. Las mujeres lo son. Tengo que aclararle algo, por si acaso no me entiende.

“Mira, es que antes muchas chicas no éramos cómo sois ahora, ¿sabes? No sé, a  mediados de los años 70 algunas mujeres teníamos algo dentro, quizás también lo había fuera de nosotras, no puedo bien calibrar qué, que te decía "quieta, parada, espera un poco más, solo espera un poco más"…

Bueno, a lo que íbamos, es igual. Que me enamoré. Empezamos a salir juntos, nos empezamos a conocer de verdad. Y Mauro pasó del ser tan al muy, de ser lo más, inexplicable en todas sus virtudes, a ser simplemente muy, pero ya no ese tan

Pero no pasaba nada. Mauro era muy, seguía siendo muy… muchas cosas, adjetivos concretos… muchos, pero ya eran adjetivos específicos…”

Me quedo en silencio un rato. La chica toma notas sin parar.

Dios mío, siento mucha compasión por ella. Me da una pena enorme pensar que nunca se ha enamorado, que nunca ha querido a alguien, nunca. ¿Cómo puede ser eso? ¡Qué soledad más grande y tan de verdad debe de ser!  Esa sí que debe de ser soledad, la del que nunca ha querido…

Pero quiero seguir con Mauro, debo contar…

“En fin, creo que empecé a querer a Mauro entonces, cuando me casé con él pensando precisamente ya que no era tan, sino que era solo muymuchas cosas que las podía explicar, poner nombre. También que podía llegar a ser muy idiota alguna vez, la verdad. Tenía pruebas de ello. Ciega de amor no me casé, lo hice enamorada y queriéndole mucho. Aunque luego le quise todavía más y sin comparación… “.

Ya no puedo ni hablar.

Me gusta pensar en todo lo que creo que le he querido, aunque también a veces me planteo  si le quise de verdad.... sólo su bien. No es siempre fácil, no lo es…

Testigos, testigos… Me viene a la cabeza la película de Shall we dance, Susan Sarandon explicándole al detective por qué se casa la gente. Buscamos un testigo al amar, alguien que nos dirá que somos y estamos, a quien se lo decimos también, no es sólo pasión ni necesidad, ni otras muchas cosas que hay también, todo está siempre mezclado, no somos ángeles, no…

“Continua, Nuria, no te pares”, me dice ella de repente y es que me he quedado en silencio pensando un momento.

“Un marido es un testigo también, un amor lo es. Mauro fue eso. Me dijo que yo estaba, que existía, de una manera especial, de un modo que ninguna otra persona te lo puede decir, sólo un hombre, un marido, te lo dice así. Era como si me dijera yo estoy aquí para dar fe de que tú eres y estás, Nuria. Y yo se lo dije a él todos los días también, se lo repetía hasta la saciedad.

Pero quizá luego me olvidé de decírselo, o de hacerlo de una manera que él lo entendiera: eres, existes, yo lo sé, y eres para mí, pero eres también para los demás, en ti mismo también, tú. “Eres, estás, eres, estás, eres, estás” es la eterna cantinela matrimonial. Y, por supuesto, todo lo demás: sexo que no era sólo sexo, o que sí, o luego sexo de verdad, por eso era todo y más; ternura, que no era sólo ternura; amistad, de un modo distinto a cualquier otra amistad.

Yo sabía lo que pensaba a veces él y otras ni idea, estaba perdida. Hablábamos o no hablábamos nada, para bien y para mal, nunca lo sabes. Y Pablo, Santiago y Juan como testigos también y siempre de lo que nos habíamos querido, de lo que nos queríamos."

La chica sigue tomando notas. Me vuelvo a quedar en silencio. Lo necesito para pensar, para decir lo que Mauro ha sido en mi vida, lo que es aún.  Lo que será siempre para mí, siempre Mauro, al principio y al final.

“A veces quería que sólo me tocara, otras no, sólo que me escuchara y ya, otras mejor un silencio, y yo con él igual, creía ver o llegaba entender al final lo que necesitaba, bastante más fácil él que yo, la verdad.

Fueron muchos “ven y quiéreme y ya está”, mal como tú lo haces, mal como lo hago yo.  Creía conocerle, saber por dónde podía ir, dónde estaba. Luego en alguna ocasión ni me importaba, es verdad. Yo en lo mío, o en los niños, más que nada, en muchas cosas además.

Te lías, te lía la vida también, lo que te cae.  Luego otra vez en lo de él, en lo de los dos, en nosotros, otra vez tú y yo, yo y tú y nada ni nadie más, al menos un tiempo, unas horas. Temporadas buenas, malas, medianas, meses, días, años quizá. Al final y casi siempre pensé que podía estar haciendo algo por su felicidad, pero que no todo era tema mío, que él no ponía de su parte. O quizá fuera al revés... Ni sé ya“.

Otra pausa más larga, mucho más. Me duele pensar y recordar.

“Realmente no sé qué pasó, dónde ni cómo empezó ese que él ya no me quisiera, o que me empezara a querer menos. Quizá fui también yo. Es difícil valorar, ¿sabes? ¿Es amor la costumbre?, ¿lo es la necesidad o la rutina? Todo es amor y puede no serlo. Y sólo sé que no sé ya nada. 

Es posible que sin darme cuenta no fuera Mauro quien me empezara a querer menos,  que fuera yo quien comenzó a no querer o a no quererle como él quería, como necesitaba, como lo pedía... O como ni lo pedía ya. No sé, todo pudo pasar... “.

Nuevo silencio antes de poder hablar.

“A veces puede suceder algo más allá que un hombre se vaya con una mucho más joven que tú, y, por cierto, parecida a ti hasta físicamente, algo más que la crisis de los 40, un capricho temporal o constante... O puede ser que vaya todo junto, o que se añada a otra cosa que ya existía o se fraguaba lentamente y en silencio desde hacía tiempo…Pero como yo, la parte abandonada, lo sentí y lo vi, tras veintitantos años de vida en común, tres hijos, momentos maravillosos y otros muy duros, y esa especie de niebla final que yo no juzgaba cerrada, sino una niebla normal, fue como una traición inmerecida, una cuchillada, un “ahora te dejo que no me sirves ya”.  

Fue un desgarro dentro, un vacío helador, un tsunami que arrasó con todo, conmigo para empezar. Él se fue y me dejó, no sólo desnuda sin él, sino con una tristeza mortal y profunda, pensando qué hice mal, en qué me equivoqué… O por el contrario, intentando buscar siempre en él al culpable, al traidor… Va por rachas…

A veces, con mucho tiempo de por medio, al final, de verdad que lo que me gustaría que quedase de Mauro y por él es sólo el amor que le tuve algún día, el que él tuvo por mí también, como  un milagro. Una bendición es siempre el amor...  Eso es lo que quisiera guardar de él y que él recordara de mí…".

Creo que ya no puedo decir más, que lo he dicho todo, que me he vaciado ante esta desconocida que tan bien parece conocerme ya. 

La chica dice “Hemos terminado, creo que ya tenemos todo lo que necesitamos".

Yo tengo mucho sueño, o es posible que sea al revés, que esté despertándome ya. 

Cuento de Navidad por entregas en este blog, cada día (salvo uno) un capítulo, hasta el 6 de enero. 
Y si lo quieres leer entero, aquí lo tienes


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