El miedo al matón es lógico. Puede darnos una bofetada. Hasta es posible que, muy pequeños, mirásemos a otra parte intentando pasar desapercibidos. O es posible que no, que diésemos la cara.
Una sociedad adulta no puede vivir amparando a los matones, cediendo a sus chantajes, minimizándolos, ni siquiera haciendo como que no se ha enterado. Digo adulta, no infantil o cobarde.
Pero los matones son hoy glorificados, disculpados y, hasta algunos, los peores, se sientan en las instituciones dándonos lecciones de paz y diálogo.
Nada se soluciona quemando contenedores o cajeros. No habrá menos corrupción porque cuatro o cuatrocientos salgan a la calle a montarla. No habrá niguna ley que valga si nos la saltamos. Y no es disculpa que "otros" se la salten, ni vale hace la demagogia barata de que "ellos" o "los otros" fueron antes.
Mirar con simpatía o justificar esos comportamientos es el principio del caos.
Pero hoy se lleva la ética del matón y, en consecuencia, la ética del cobarde.
Totalmente de acuerdo contigo. Hoy lo único que tienes que hacer para ser respetado y salirte con la tuya, es dar miedo.
ResponderEliminarEso cada vez más gente lo está aprendiendo y lo ve y el futuro se intuye muy oscuro.
Besazo
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ResponderEliminarSiento un rechazo y un desdén innato hacia todas las masas vociferantes. Entre el Derecho y los sans-culottes, aunque sean de pega, tengo muy clara mi elección.
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