“Ebrio de enfermedad” de Anatole Broyard, desolador relato que
publica La uña rota, esa editorial segoviana que me hace tanta gracia. Empiezo
por el final, “Lo que dijo la cistoscopia”: el autor, su padre y lo que dijo la
citoscopia, lógicamente. Me gusta a pesar de la tristeza y de la nada.
La enfermedad es el tema más literario porque es el más
humano. Tras el amor. O el desamor. O la muerte. O la casa. La
familia. La envidia. La mentira. Los secretos. La vergüenza y el horror de
saberse malvados, mezquinos o simplemente pequeños, nada. El miedo.
Todo es literario.
Por eso me parece raro que la enfermedad, que es de lo más humano que tenemos, sea hoy minimizada, olvidada, que
sea un tema más de ensayo que de novela, cuento o relato.
Los niños enfermos. Cuántos niños enfermos. Antes y ahora. Cuántos
escritores que comenzaron precisamente siendo niños enfermos, encamados, que no
pudieron ir al colegio o que faltaron durante meses o años, que devoraron libros o historias de quienes les
cuidaban o simplemente tuvieron más tiempo para observar.
En la enfermedad, con ella, nacieron muchos escritores o con ella también se desarrollaron. De ella proviene la
reflexión o simplemente el dolor, la angustia, la soledad o el tiempo que dejas pasar y piensas, o la
desesperación de sentir que el ritmo de los demás y el del enfermo están
desacompasados. Al final escribir es tener un tiempo que no encaja en el resto
de la casa. Un tiempo aparte.
Propósito: saber algo más sobre qué escritores tuvieron enfermedades
serias, crónicas o largas, o quizás más esporádicas, cuáles estuvieron mucho
tiempo en cama, cuáles fueron niños enfermos, aislados, lectores tras las sábanas.
Ay esas buenas gripes escolares que tanto han hecho por la
lectura.
Leer más y mejor para escribir un poco, a veces nada. Pues eso.
Notas:
El primer cuadro de la niña convaleciente jugando es de Albert Anker, pintor suizo.
El del niño palido, que también juega en la cama, es "Niño enfermo", de Ricard Canals.
Creo que la enfermedad no es un tema demasiado "literario" porque ocurre como con las conversaciones hospitalarias: pues a mí me duele aquí y me hicieron esto y me pasó aquello y te cuentan detalles escabrosos y enojosos -y asquerosos- del transcurso patológico. ¿Quién quiere leer algo así?
ResponderEliminarFeliz verano, señora.
Feliz verano, caballero. Tiene Vd. su puntito de razón, y, a la vez... no la tiene. Desde "Mortal y rosa" que es de lo mejor de Paco Umbral hasta "La montaña mágica" de Tomas Mann y otros muchos como los que menciona este otro caballero. http://www.unav.es/nuestrotiempo/firmas/literatura-y-enfermedad
ResponderEliminarY luego grandes escritores que estuvieron enfermos, aunque ese es otro tema, desde Santa Teresa hasta Flannery O'Connor.. ¿De qué modo la enfermedad "sirve" a la escritura?
Estoy de acuerdo.
ResponderEliminarEn mi recuerdo están aquellos días que me quedaba en casa sin ir al colegio disfrutando de un hermoso libro que conservo: los cuentos completos de los hermanos Grimm.
Y algunos más.
Era una niña supuestamente enfermiza, y desarrollé un gusto por la lectura que hacía que mientras mis nueve hermanos se peleaban delante de la tele encendída, yo me abstrajera totalmente leyendo algún libro.
No soy escritora, pero quizá me hubiera gustado serlo.
Un saludo.