domingo, 30 de septiembre de 2012
Ideas y realidades I)
Creo que parte de la deriva de este país tiene que ver con que nos sobran teorías y sentimientos y nos faltan ideas y realidades.
Los manifestantes de las Cortes, por llamarles algo, creo que tienen muchos sentimientos, pero me parece que ninguna idea, o lo que yo tengo por tal. La pataleta, por muy justificada que esté, que lo está, si deriva en “vamos a tomar las calles”… ¿a qué lleva? A nada. Es infantil de cabo a rabo.
¿Hay propuestas razonables, ideas que las avalen? No he leído ni una. Y las que he oído -trabajo cerca- eran del tipo “Froilan, se bueno, apunta pa'tu abuelo…”. Es todo un esperpento, una astracanada, en el mejor de los casos con personas de buena voluntad que están muy hartas. Pero sin una idea detrás más allá del "estamos muy enfadados". Como el 15 M: otra deriva del descontento que ha dado en nada. Nada más que una algarada, porque no hay ideas reales, solo sentimientos.
Igual que los nacionalistas de Cataluña. “Nos sentimos…”, dicen. Pero no hay detrás una realidad que lo avale. Todas las cifras económicas demuestran que no tienen razón. Y las históricas más antiguas y más recientes también. Las recientes, además, por goleada. Pero es el uso denodado de un “sentimiento” que esgrimen -y han alimentado en una constante y subvencionada labor de ingeniería cultural- como si éste, el sentimiento, fuera la base de … ¿qué? Sin pies ni cabeza. La queja y el victimismo revisitados, les encanta. Como los niños, vamos. En eso se basan, no en nada ni objetivo ni real. Pero funciona, como funcionan los reality shows: hacen ambos la misma utilización artera de lo sentimental, habitualmente más falso que Judas, todo tramoya y espectáculo.
Vivimos la infantilización que da como resultado que el debate público en España, el que sería propio de los ciudadanos, haya sido tomado no por argumentos, propuestas, ideas en definitiva, política en el mejor sentido de la palabra, sino por una amalgama de gritos, eslóganes, tópicos, por sentimientos que arrojamos, que a menudo nos arrojamos. Y nuestra experiencia más cercana nos dice que cuando se arrojan sentimientos los españoles acabamos arrojándonos cosas más pesadas.
Con sentimientos no se hace la democracia. Se hace con razones, con propuestas, con ideas, hechas por personas adultas, no por niñatos.
No hay ideas. Y no las hay porque tampoco hay realidades. Mejor dicho, no hay ideas porque solo las que son de verdad ideas soportan la realidad, trabajan en ella.
Pero hace ya mucho tiempo que en este país se ha renunciado a la realidad. A lo que es algo y alguien, las personas, para empezar. Seguro que un filósofo lo explicaría mejor. Yo sólo sé que desde hace muchos años nos rodean muchas teorías por todas partes. Y que se han adueñado, ellas también, con los sentimientos, del debate, de la vida ciudadana.
Una idea funciona cuando aplicada a la realidad la resiste. Y funciona con otras ideas generalmente. Es conveniente que haya varias ideas equilibrándose las unas con las otras, jugando, en contraste.
Una teoría, en cambio, no resiste la realidad y, habitualmente, la pretende secuestrar. Pero la realidad es más tozuda y la desmonta o la rebasa. Aunque a veces la teoría, y esto es lo que hoy pasa, sigue erre que erre, empeñada en enmendarle la plana a lo que es, a la realidad.
Se dice que, cuando la gente no tiene hijos, suele tener una muy bien elaborada teoría sobre cómo educarlos. Y cuando los tiene deja de tener una teoría y pasa a educarlos. Con ideas y con suerte. Con paciencia.
Hoy hay teorías bajo la apariencia de ideas que puestas a trabajar en la realidad se estampan. Y nosotros erre que erre. Seguimos con esas teorías. Que quizás son pocas, pero arraigadas.
En enseñanza ya es paradigmático las teorías que hay … mientras que, en muchos casos, los que se curran la realidad, los profesores a pie de aula, se desgañitan diciendo lo que funciona y lo que no… y nada. No se les hace ni pajolero caso. Hoy son los teóricos los que sientan cátedra en casi todo.
Otro ejemplo que se me ocurre. Puede ser el caso de que votemos a un partido que ya no tiene ideas. Quizás hace mucho que dejo de tenerlas: no le interesaba esa batalla, la consideraban secundaria. Ya sólo tiene teorías en el mejor de los casos. Pero "teóricamente", tiene guasa, es… el partido que he votado siempre o casi siempre, el que defiende unas ideas, pensamos. ¿Pero de qué ideas estamos hablando? Muchos votamos por teorías, no por ideas, tal es el arraigo de lo teórico y nuestra resistencia a la realidad más palmaria que nos demuestra una y otra vez que no hay ideas ni interés en que las haya. Hasta que digamos basta y vayamos a buscar las ideas, no las teorías, a quien las tiene.
Lo dicho. No hay ideas. No hay realidades. Hay sentimientos y teorías.
Hoy en España los 2 grandes partidos mayoritarios y nacionales –y no digamos los nacionalistas vascos o catalanes o IU o la izquierda extraparlamentaria- hace mucho tiempo que están en las teorías unos, y en los sentimientos otros. Y algunos en ambos. Hasta que la realidad nos estalle a todos en la cara.
martes, 25 de septiembre de 2012
El gallo de Fontiveros o la madrastra
Fui a buscar un pollo de corral a Fontiveros.
Me ha dado por comprar directamente al productor cuando puedo. Vivir en Ávila tiene muchas ventajas. Compro en Bramán (un nombre nada apropiado), en La Losa segoviana, la carne de vaca. Pretendo hacerme con la fruta y verdura del Tietar que hay en el mercado del Chico los viernes. Y he descubierto el queso de Cantagrullas, en Ramiro, Valladolid, ya he hecho 2 viajes.
Vi que en Fontiveros había una granja de pollos que parecía maja, "El corral de San Juan".
Mi primera experiencia con un pollo de corral fue inolvidable. Mi tía Tere, que en paz descanse, nos trajo hace muchos años, de Cantalapiedra o La Seca, ya no recuerdo, un pollo. Vivía yo con mi madre. Invitamos a mis tíos Gavilanes a comer. Nos las prometíamos todos muy felices. Pero nada. No pudimos hincarle el diente, ni el tenedor, ni el cuchillo. El pollo había hecho los 400 metros lisos, vallas, relevos, aerobic y lanzamiento de jabalina, un atleta. Nos tuvimos que arreglar con el otro, un pollo "industrial", que repartimos entre... ¿8 comensales? Ahí quedó la cosa. Bueno, no, un verano Elisa mató delante mío en Carnota una gallina que nos regaló. Nunca olvidaré la sangre. La cocinamos y salió mejor, pero todavía no estaba como creo que tiene que estar un ave.
Yo no me rindo tan fácil. Tampoco olvido. Sin rencores, pero me la guardaba para más adelante. Creo, además, que un pollo o un animal criado, como pasa con las vacas de Bramán, en un sistema no intensivo resultan mejor y más sabrosos, aunque a veces haya que buscar otro modo de cocinarlos, encontrar el punto exacto. Comprar lo que comes sin intermediarios me da más alegría si cabe. Me gusta el campo y hasta la matanza, que me recuerda que, para que yo coma, alguien tiene que matar antes, no se pone solo en el plato. Una forma más de confirmar que la vida mancha.
¡Qué bonita la granja que vi en las fotos! ¡Qué bien que las gallinas y los pollos tengan su espacio! Y ahí que me fui hace 2 semanas.
M estaba pachucha con una gastroenteritis, y tengo que trabajarme el no acabar resultando ser una madrastra, que es lo que soy. Mira que me gusta poco el nombre de marras, es que suena mal con solo pronunciarla. Así que pretendía también hacerle un buen caldo que recordara antes de irse a Londres. En fin, eso, al amor por la cocina o como se haga.
Llegué a Fontiveros ya tarde. El dueño del corral, Bernardo, salía del bar. Vamos a un patio. Me saca el animal… Y aquello ya no era un pollo. Era todo un señor gallo grandísimo, más de 4 kilos, ¡y un año! El servicio militar hecho, vamos. Pero nada, ya no iba a decirle que no. Por lo visto, para que sean más pequeños, de 6 meses o 7, hay que avisarle con tiempo para que te los mate.
Llamé a mi amiga Begoña, cuyo marido me ha prometido una gallina en pepitoria sin que hasta el momento, ejem, se haya materializado. Le conté mi hazaña. Se puso Agustín al teléfono para darme instrucciones de cómo cocinarlo. Luego llamé a Miriam para contarle lo mismo y a más gente. Me gusta sentirme apoyada.
Olimpia en la parte de atrás del coche me miraba como solo sabe mirarme mi perra, con cara de ¿pero qué haces? Llegamos a casa. El gallo seguía siendo enorme, no había disminuido nada con el viaje. Me daba una pereza enorme cocinarlo, porque además estaba entero, de una pieza, sin limpiar, con su cabeza, sus patas, todo. Eso sí, muerto y desplumado. Podría haber sido peor, como los pavos que regalaban a mi abuelo, que había que matarlos (se emborrachaban antes). Lo guardé hasta poder enfrentarme a él, sentimientos encontrados, que dicen. Me daba entre pena de verle ahí, tan cadáver, pereza por el trabajo y, a la vez, le tenía ganas.
Al cabo de 1 día me llené de ánimo y lo saqué a la nevera que se descongelara poco a poco. Había que limpiarlo y despiezarlo bien, en trozos lo más chicos posibles. Cogí el cuchillo más grande de casa. Y en esas entró M en la cocina, la pobre.
Ver a tu madrastra cuchillo en mano luchando y jurando en arameo porque no puede con un gallo (que ya está muerto, pero que es muy grande y tiene la piel como cuero) supongo que es una experiencia inolvidable. Quizás comparable a la imagen de una madrastra de cualquier cuento de hadas.
Pero pude con él y cociné el gallo.
Seguía mala M y tomó su caldo varios días.
Destetamos a su gata, Arya, con un poquito de gallo que le gustó muchísimo.
Hice croquetas y caldo en abundancia. Comimos nosotros 4 un día, congelé el resto. Queda gallo todavía para otros 4.
Fontiveros es donde nació San Juan de la Cruz. A él me encomendé porque la mística y la cocina no están tan lejanas. Volveré de nuevo.
Está muy rico el gallo en pepitoria hecho en olla expres, frito antes, bien rebozadito en harina, y la pepitoria a la vieja usanza, con la yema de huevo y las hebras de azafrán, las almendras machacadas y su vino blanco o montilla, lo que haya.
Me está gustando lo de vivir en Ávila.
M nos ha dejado a Arya. Joaquín, el veterinario no pudo vacunarla porque era muy chica.
La gata me mira raro cuando le doy la comida de los gatos. Creo que ella prefiere gallo de Fontiveros en pepitoria como su abuelastra lo hace. Al fin y al cabo es posible que yo no sea tan mala. Aunque cuando crezca la gata quizás solo me falte ya la escoba y el gorro negro y alargado.
lunes, 24 de septiembre de 2012
Flush
Mercedes y Rafa, los habitantes del Palomar y libreros en Urueña (El rincón escrito), me recomendaron hace tiempo "Flush" de Virginia Woolf. Me hice con la novela de segunda mano a través de Iberlibros, un ejemplar para mí y otro para Joaquín, el veterinario de Olimpia y Arya. Hay libros que parecen hechos para personas concretas, y éste es uno de ellos.
"Flush" cuenta la vida del perro spaniel del mismo nombre que vivió con Elizabethe Barret, escritora y luego casada con el poeta Robert Browning. Flush nace en el campo y es regalado a la poeta cuando era Miss, no Mrs., estaba enferma y apenas salía de su cuarto, donde se pasaba todo el tiempo escribiendo. Así que el primer cambio de vida de Flush es habituarse a vivir entre cuatro paredes, con sombras, bustos de escritores griegos, y un ama muy lánguida y que no come apenas. A pesar de semejante encierro Flush acaba adorando a su dueña.
Afortunadamente, a los pocos años entra en escena un caballero que hace que la escritora se anime y empiece a salir de su cuarto, aunque al perro no le acaba de hacer ninguna gracia aquel sujeto y llegue a morderle. Tras resolver el secuestro de Flush, el poeta se acaba casando con Elizabeth en secreto, todo muy romántico.
Huye la pareja a Italia donde Flush descubre como todo inglés que se precie que el sol y el caos apetecen mucho más que las brumas y el orden londinense. Elizabeth da a luz a un niño, otro competidor al que Flush acaba queriendo porque él es otro modo de ser ella. Vuelven a Londres de visita, y vuelta a Florencia. El final es el de siempre.
Lo mejor de Flush no es lo que pasa, sino lo que el perro siente, el modo en que está escrita esta biografía perruna. Porque es la vida desde el olor, desde lo más físico que tenemos, a través de las sensaciones y ese afecto y unión singular que un perro establece con quien es su dueño. Y en medio de todo ello, un humor fino y un tanto escéptico. Y esa melancolía que da mirar a los ojos a tu perro sabiendo que conoce muchos de tus recovecos y está destinado, como tú, a la vida y a la muerte, por eso sentimos una mezcla de alegría y tristeza.
domingo, 23 de septiembre de 2012
Tan cerca
Primer día de otoño oficial y realmente. Hace mucha falta que llueva.
Este verano que ayer terminó ha sido intenso. La vida familiar pide tiempo. Y el trabajo, cuando lo hay, no espera. Y esas son las razones de mi ausencia.
Tengo una larga lista de pendientes: libros que leer, recetas que hacer y trabajos que terminar y cuadrar en la agenda. También personas que quiero conocer mejor y otras muchas que no quiero perder a pesar de no tenerlas ya tan cerca.
Sigo soñando con la casa. Mi madre soñó con aquel bajo de Antonio Arias durante años. Yo, instalada en el insomnio de nuevo, voy y vengo como en un viaje astral a Padre Damián 29, tercero derecha. El espacio permanece, los muebles, los objetos, y el olor y los colores fresas y verdes. Son visitas nocturnas en las que me paseo y vivo allí como siempre. Luego le pido a Gonzalo entre sueños que me abrace fuerte. Al día siguiente me levanto sin tristeza.
No he salido este verano apenas. Sólo he ido y vuelto muchas veces a visitar lo que sigue siendo nuestro para siempre.