jueves, 14 de junio de 2012

2. El ruido que hacemos y el que soportamos (La señal de los bárbaros)

Es inevitable casi. Está en las ciudades, pero también en los pueblos. En los restaurantes, porque nadie se ha ocupado de insonorizarlos. En los bares, con la televisión siempre encendida, hay que subir el tono de voz con el resultado de que acabemos a gritos todos. En la calle, donde al ruido de los coches se suma la horterada de llevar a todo trapo la música con las ventanillas bajadas. Porque además hay música –es un decir- en todas partes, habitualmente demasiado alta, otro incordio.

Somos un pueblo ruidoso, de personas que no hemos sido educadas para hablar y,  menos , para hacerlo en un tono de voz razonable, sino para imponernos al otro a menudo interrumpiendo y al final a grito pelado. Es otra señal de los bárbaros que dice mucho de nosotros, de nuestra idea de lo público y de lo privado.

En verano se hace más insoportable. Porque con el buen tiempo quieras o no tienes que tragarte el ruido salvo que tengas aire acondicionado y puedas cerrar las ventanas. Porque además hacemos ruido a todas horas, sea mañana o noche. Hay muchas personas que literalmente no pueden vivir donde tienen su casa porque nadie respeta las ordenanzas municipales. Habitualmente tenemos que celebrar algo o protestar por algo con ruido, con mucho ruido, si no es como si no celebrásemos o no protestásemos.

No quiero pensar que todo tiempo pasado fue mejor, pero no recuerdo tanto ruido en mi infancia. Había menos ruido, o éste no era tan constante. Y había horas sagradas, como la de la siesta, que se respetaban.  Y lugares donde te chistaban si hablabas, y no solo cuando lo hacías en voz alta: en la iglesia, en la clase, cuando asistías a un sitio importante .... Hoy todo esto es agua pasada, la gente habla y lo hace además en voz muy alta. Pero ahora, además, los adelantos tecnológicos,  incluso aunque no impongas su ruido a los demás, suponen un run run interior a veces constante: con ipod o radios conectadas somos como zombies en mitad de la calle. Hay quien no está en silencio ni cuando duerme.

Tener un teléfono móvil es otro ruido al fin y al cabo  si está permanentemente funcionando. Y lo es más si tienes en él el correo electrónico, incluso aunque esté insonorizado. Es un ruido interior que no permite la concentración, que te hace consultar cada poco y no estar donde estás o con quien estás. Creo que sé de lo que hablo, es una adicción que cuesta quitársela.

El ruido es un distintivo claro del bárbaro. El exterior parece evidente, pero el interior creo que es aún más salvaje. Es el mejor modo de impedir que podamos mirar y escuchar lo que pasa, de insensibilizarnos. 

7 comentarios:

  1. Ése y la suciedad exterior (fuera de la casa) son los dos defectos colectivos de los españoles.
    Se ha equiparado el silencio con el aburrimiento y así nos va.

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  2. Hola, Dyhego, tiene razón, y es raro además porque dentro, en nuestras casas, bien que limpiamos, están mucho más limpias y habitualmente ordenadas que las de muchos anglos, que son un auténtico desastre.
    Lo del aburrimiento y el silencio me has dejado pensando...

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  3. Cuánta verdad dictan tus palabras, reflejo del día a día de muchos, porque el ruido va creciendo con el avance y no hay nada más bello que el "ruido del silencio".

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  4. En Barcarrota mucho ruido no habrá... ¿Y en Zimbabwe? Nos vemos antes de que te vayas...

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  5. Este tipo de señal me resulta mucho más insufrible que la de las pintadas anteriores, que me llegan a gustar incluso, en ciertos casos.

    Y desde que vivo en Valladolid... mucho más. Aquí me he acostumbrado al silencio y Madrid me resulta desagradable, con su ruido a todas horas y de todos los decibelios.

    Besotes, parienta!!!

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  6. Mucho ruido, mucho. Por fuera y por dentro. Si te callas en el silencio está todo, casi todo, pero hay que pararse y buscar. Igual no nos gusta lo que encontramos al callar.

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  7. Prima, lo del ruido es lo primero que percibes en cuanto vives fuera de Madrid, aunque en el mismo Madrid depende, hay sitios silenciosos, todavía quedan ;-) ¿Quedamos a mitad de camino, por ejemplo, Arévalo?

    Lolo, ahí le has dado, en fin, un abrazo, sigamos con el trabajo.

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