Así que pensé en retomar el ofrecimiento
de Pablo y juntar su ayuda con unos pequeños ahorros que tenía en el
banco y que me estaban dando poquísimo, practicamente nada. Pero no fui hábil en cómo se lo planteé,
tenía que haber empezado de otra forma. A él no le gustó la idea o que yo se lo
dijera tan a las claras.
-¿Un centro de estética? … No es momento para montar nada... Y
tú no sabes de negocios, ¿no es muy complicado para ti, cielo?...
Se me olvida a veces que algunos hombres piensan que quienes nos
dedicamos a esto es porque no podemos hacer otra cosa. Prefieren
la historia esa de la pena y una pobre chica metida por las malas artes de
alguien, que la de una mujer con
cabeza que lo decide porque se gana la vida mejor y más rápido, una
profesión que renta si sabes organizarte y no rindes cuentas a nadie. Al final algunos hombres son unos románticos. Les encantan
los cuentos y necesitan creer en ellos, una ilusión que se hacen especialmente cuando
se convierten en fijos de alguien, “clientes fidelizados” como
Juanjo diría.
Es cierto que yo he trabajado en esto más tiempo del que quizás hubiera deseado,
pero no deja de ser una actividad para unos años. Tengo mucho
por delante, y, a diferencia de otras, el dinero para montar algo, sólo me hacía falta dar el paso y lo estoy dando. ¡Estoy tan ilusionada!
A veces pienso que, como yo, mucha gente tampoco sabe cuando empieza
en lo que sea dónde va a acabar con sus huesos, y a menudo están más tiempo donde
no quieren, y muchos machacados. Salvo los políticos como Pablo, o los funcionarios, que están
toda su vida en lo mismo, llueve o truene, el resto de las personas no podemos enfocar
lo del trabajo como ellos hacen, con un empleo fijo en el mismo lugar. Todos, salvo ellos, tenemos que reciclarnos y buscarnos otro modo de
ganarnos la vida cuando, por lo que sea, donde estamos ya no se puede porque te echan las circunstancias, la crisis o la vida al final, los cambios. Con
estos tiempos que corren yo lo veo continuamente: en el mismo sitio y haciendo
lo mismo cada vez estaremos menos, no hay nada estable. (El relato completo "Mandy, Bienestar y Belleza" está aquí si quieres leerlo. Pertenece a la serie Clasificados).
Al final algunos hombres son unos románticos. Genial
ResponderEliminarMandy es una cínica con (su) encanto. Mientras escribía el cuento cada vez me hacía más gracia la puñetera.
ResponderEliminarEso es que pasa, que te hace gracia la niña, cuánta razón. Su planteamiento será lo que sea pero práctico y realista lo es.
ResponderEliminarEs que la veía mientras lo escribía .. (de hecho ir a un gimnasio y observar a la gente da muchas ideas, en fin, Lolo, gracias por leerlo)
ResponderEliminarPues sí, sí que aprovechas bien la gimnasia...mental
ResponderEliminarAnónimo, gracias por leer y comentar. No sé si a ti te pasará, pero a mí de las cosas que más me gustan es escuchar a la gente hablar... en el gimnasio, la peluquería, el mercado, en un bar, en el Corte Inglés, a la salida del cole, a los encargados de la gasolinera... Pegas la oreja y tienes ya un cuento.
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