Cayó una tormenta breve e intensa. Llovió sobre lo ya había regado.
Por la mañana temprano vuelvo a darle a la manguera y descubro un olor nuevo. Es una pequeña mata de hierbabuena que nace tras las piedras y que yo creía desaparecida. Carlos limpió de hiedra parte del jardín y ahora se ve también un laurel tímido y verde.
Empiezo “Escribir” de Thoreau. Contiene pequeños fragmentos de su diario, pensamientos como la hierbabuena de un aroma delicado.
Eso sí que es un gran descubrimiento, un pequeño milagro
ResponderEliminarSiempre nos quedarán los pequeños descubrimientos, su repentino olor a hierbabuena. Esa invasiva esperanza...
ResponderEliminarSí,a ver si tira, Miguel, que luego con el tomate (o el cocido en invierno), la hierbabuena es muy buena, ya lo dice el nombre...
ResponderEliminarDesde luego, Olga, esperanza siempre. Un abrazo.