Vuelvo a la residencia y leemos. Toca Soria, aunque "El santero de San Saturio" de Gaya Nuño está descatalogado según me dicen los libreros de Lé. Gonzalo me recuerda que dejé a la mitad a la Mayorazga de Bouzas de la Pardo Bazán, está intrigado. ¿Qué pasará con ella, tan imponente, esa mujer de genio y carácter montando a caballo por montes y pueblos? Tendrá que ser el próximo jueves, olvidé ese libro de cuentos, esta vez no lo traje.
La intriga, qué importante. Bien me lo aconsejaba José Julio Perlado, fundamental mantener al lector interesado en la historia, con ganas de más, de leer la siguiente página y otra, y otra, y otra. ¿Qué pasa ahora?, ¿qué va a pasar? No poder dejar la lectura y dan las 2 de la mañana. Claro está que a veces, bien lo vimos en la tertulia los mercuriales hace ya un mes con Azorín, algunos autores son descriptivos y gustan.
Llevo a O’Henry, también recomendado por Jose Julio en su día, el cuento del regalo de los Reyes Magos. Les parece bonito, pero Gonzalo me dice que ya sabía lo que iba a pasar desde las primeras páginas. A mí me ocurre lo mismo con las series de televisión y muchas películas, sé por dónde van a ir y eso me hace interesarme menos o nada.
Angelina cuenta sobre Machado y su estancia en Soria. Hoy han bajado 10 personas, parece que va interesando esto de la lectura vinculada. Lee Angelina y también otra señora, Julia creo que se llama. Resulta que es de Soria y pariente lejana de Leonor. Hablamos.
Leemos “La Chucha”, uno de los cuentos de intriga -así los han editado- de Emilia Pardo Bazán, amor entre un preso y quien de modo invisible le cuida, otra reclusa del presidio de al lado, final impresionante. También algo de mi amado Stevenson, fabulas y pensamientos, original, vividor, alegre hasta en las sombras.
Metí entre las lecturas a Zink, medievalista francés y sus cuentos del Juglar de Nuestra Señora, el que da título al libro y el de Miserere tui. Creo que les han gustado.
El próximo jueves toca Toledo, traeré algo de Marañón, una leyenda de Becquer, buscaré más en casa. Y “Diario de Adán y Eva” de Twain, lo tenía prestado y no me acordaba, pero ya lo he recuperado.
Me quedo pensando en la intriga al escribir. ¿Cómo lograrla?, ¿cómo mantenerla y dosificarla? ¿Qué enseñar y cuándo, qué ocultar y hasta dónde? El iceberg del que me hablaba Perlado, el que escribe sabe pero no muestra todo lo que sabe. Escribir no es solo descubrir, describir y contar, sino ocultar, velar, insinuar. Bendita elipsis y silencio, entreabierta la puerta, los visillos echados. Como esa pausa en un buen blues, una gozada. Chill out siempre, destensar y callar un rato. Creo que en música hay un paralelismo, una cosa es lo descriptivo y otra las repeticiones cansinas que ya no aportan nada. Gran parte de la música actual es así, dos por dos, sabes ya lo que van a contar y cantar.
Cierta dosis de intriga es necesaria. Hace todo más interesante el no saber qué va a pasar, desear ver qué hay en la siguiente página.
PS: Llevé la guía de aves de Peterson. Vimos el abejaruco del que escribía Muñoz Rojas en "Las cosas del campo". Creemos que hay un picapinos en el jardín de Ecoplar en Aravaca. Vamos a intentar verlo, no es tan fácil. Algunos pájaros no se dejan ver así como así ... Es parte de su encanto.
El libro de Gaya Nuño está en: Obras completas. Fundación José Antonio de Castro, Madrid, 2000. ISBN 978-84-89794-29-0.
ResponderEliminarMil gracias, Ángel. Para ser sinceros me dijeron que de Gaya Nuño tenían localizadas las obras completas, aunque la novela que se publicó en Austral por separado (la de San Saturio) ya no se encontraba. Me dijeron que me las podían encargar, pero el precio me pareció demasiado para mí. Voy a ver en la bilbioteca, seguro que las encuentro.
ResponderEliminarCuando era más joven me leía todo de principio a final. Con los años he aprendido a abandonar a mitad de lectura si no me provoca. Pido intriga, sí o sí.
ResponderEliminarSigo pensando que qué proyecto más chulo.
Más besotes!!!