Hablo con mi hermano J. y tenemos la misma sensación al ver las imágenes de Japón, la lengua de agua tragándose tierra, personas, casas. Entre el fin del mundo y la biblia, esas proporciones o dimensiones inabarcables, el Armagedón, el desastre.
Acabo los cuentos de Clarín y me pongo a buscar nuevos textos para las siguientes semanas al hilo de dónde son los residentes y qué les puede interesar. Quizás sea algo de humor lo que necesitamos, Jardiel Poncela, Tono, Mihura, hay una selección en la biblioteca de la residencia que podíamos utilizar. De la de mi padre saco una segunda edición de las obras completas de los hermanos Machado encuadernada en piel roja, páginas de papel biblia, ejemplar 1258 de 3000, año 1951. Me dijo Angelina que para Soria, que es “el tema” de la lectura del próximo jueves (hemos programado para 2 meses aproximadamente), leyéramos naturalmente a Antonio Machado. Coloco los libros que vamos a ir leyendo estas semanas por separado: Soria, Toledo, la Alcarria, Galicia… Desde Gerardo Diego a Machado, "El santero de San Saturio" de Gaya Nuño, Marañón, Cela, Cunqueiro… ¿se puede disfrutar tanto? Al releer te das cuenta: todo vuelve, o quizás nunca se marchó, estaba.
Lo hablé ayer con Angelina y Gonzalo. Quizás vuelva esa España pobre y miserable. Quizás algunos tipos de antes –el poeta o el maestro al que no le alcanza, el cesante- nos vuelvan a visitar remozados. Es posible que nunca se fueran del todo, un velo ligero de progreso que no era tal, solo dinero, nada más que euros inflados, debajo la nada. Poco peso, muy poco, superficial el baño. Pero si fue superficial ¿no éramos también en muchas cosas grandes?
Por un lado Internet y google, el ipad y el móvil, el mundo al alcance de la mano y, de otro, la pobreza que se palpa a poco que una se fije, que repare. Los comedores de Madrid, Martínez Campos y otros, a rebosar, hombres vestidos con una teba ahora pobres vergonzantes, no son ya emigrantes recién llegados. El otro día en Huelva estuve con unos ecuatorianos que quieren volver a su patria, todo problemas, ¿cómo se ganaran la vida? Solo trabajaron en la fresa, y con ese bagaje ¿qué harán? Sus hijos ya jóvenes y también sin trabajo, dos generaciones en paro.
“Es el fin del mundo como lo conocimos” me dice Gonzalo. Ese pequeño mundo de afluencia, de riqueza, de opulencia en muchos casos, se desmorona al menos en España. Nada volverá a ser como antes o pasaran muchos años. No hay trabajo y el fondo todavía no lo hemos tocado, corrupción a mansalva e ineptos gobernando. Simple odio: unos bárbaros, unas bárbaras, entran en una capilla católica en la universidad.
Todo está ya escrito, dicho y desde luego que consumado. El cuento de Clarín “Cambio de luz”, “Si hay Dios, todo está bien. Si no hay Dios, todo está mal” repetía Jorge Arial (¿el propio Clarín quizás? Creo ver al autor en el personaje). Me acuerdo de amigos esta mañana de domingo. No quiero perder la esperanza. No puedo perderla. Y mucho menos estando en contacto con personas jóvenes o mayores: no puedo transmitirles desgana, hastío, negrura de alma.
Cultura, fe y amor. Siempre hay milagros. Lo dice también Antonio Machado. Llega G. a casa.
Los bárbaros están aquí, como bien dices. No hace falta que vengan de fuera. Pero aquí también estamos los salvadores. Estrecho la mano de G.
ResponderEliminarQué triste que estemos yendo hacia atrás de esta manera. Ojalá podamos resurgir de alguna manera.
ResponderEliminarJesús, ¿de dónde viene este odio si no hay obligación de nada? ¿Una capilla en una facultad a quién ofende? De verdad que no lo entiendo. Y G (o sea Gonzalo F. -no el de la residencia, éste es muuuuuucho más joven ;-)) te estrecha la mano también.
ResponderEliminarPues sí, Masteatro, no sólo el tema económico, que es muy grave porque hay muchas personas pasándolo muy mal, es también la barbarie y desde luego que a nivel internacional la cosa pinta fatal.
Tienes mucha razón en eso que dices de la pobreza presentida, y ya palpable por doquiera. Esta opulencia ilusoria se nos va agostando, además en medio de una vulgaridad e incultura descorazonadoras. Al menos G. tiene suerte de estar cerca de personas como tú.
ResponderEliminarUn abrazo para ambos de mí y de L.
Todo es cíclico, y volveremos a revivir la bonanza; lo que no sé es cuándo.
ResponderEliminarSaludos.
Esa misma sensación de fin del mundo tuve cuando vi las imágenes de Japón el viernes. Y cuando leo la prensa y veo Libia, y cuando en el TD dicen que la cifra de parados sigue subiendo...
ResponderEliminarTerrible.
Besotes, sin embargo.
JM, soy yo la que tengo suerte de estar al lado de Gonzalo y otras muchas personas que trabajan y dan ejemplo callado. También al lado de otras que están a la búsqueda de un empleo, que lo pasan fatal y que lo llevan como mejor pueden. A ver si salimos de ésta.
ResponderEliminarJC, pues a ver cuándo salimos, no veo yo una salida fácil.
Polita, y eso que en Madrid hay más trabajo, se nota. Y con todo, comedores a rebosar, gente pidiendo en todas las esquinas, en fin...