He estado en Ilustrarte (tienen blog, ahí cuentan mejor lo que ha pasado estos días). Es una pena que los participantes en los talleres no hayan dejado expuestos sus trabajos más tiempo. Comprendo que quizás no haya espacio o no sea el momento, que tengan que llevárselos a casa. También que exponer es exponerse. Cuando se aprende -que es todo el rato, incluso cuando ya se supone que uno sabe- cuesta mostrarse, es arriesgado. No es por mostrarte, es que te pueden hacer daño fácilmente. Quien hace y se pone bajo la mirada ajena es más vulnerable, se hace más vulnerable. Además, exponer teniendo como maestros al lado y "exponiendo", como es el caso de Rébecca Dautremer, en la planta baja del Patio Herreriano, supone una cura de humildad constante.
Yo siento horrores no haber podido mirar con el detenimiento necesario muchas de las obras de quienes han asistido de lunes a viernes a los talleres de Ilustrarte que impartieron Rébecca Dautremer, Delphine Durand e Istvansch. Sólo he podido hacer a toda prisa fotos antes de que los alumnos retiraran sus trabajos. No sé nada de ilustración, pero me parece como lectora y aficionada que había trabajos muy buenos, personales, esforzados, mostrando en algún caso evoluciones interesantes producto del aprendizaje de esos cinco días. Querer aprender es siempre admirable.
La luz acaba de ser vencida a esta hora de la noche y una oropéndola ha cruzado el jardín de mis padres. Hemos cenado hervido. He llamado a uno de mis hermanos. Hay paz y silencio, aunque las tórtolas turcas, con su collar rojo y blanco, insistan en su uh-uh-uh-uh, siempre cuatro uhs seguidos, así todo el rato.
Repaso mentalmente lo que he visto de Rébecca Dautremer aunque hoy volveré a revisarlo. Parte de la belleza de sus ilustraciones, más allá del trazo fino y poético, se encuentra en las sombras que hace. Toi me lo explicó respecto a la fotografía: la sombra es siempre importante. Rébecca pone sombras en los vestidos, en las caras, y luego la sombra de cada personaje en el suelo a menudo. Tienen profundidad sus ilustraciones, crea volúmenes delgados o redondos, nunca pesados, muy ligeros, parece que se sostienen en el aire. En los fondos he descubierto además manchas de acuarelas que son aprovechadas. Ella misma explica en los márgenes de las ilustraciones expuestas en Patio Herreriano cómo lo hace. Y el vídeo que hay es interesante.
Luz y sombras, volúmenes rotundos o flacos que floten en el espacio, la ilustración se parece a la escritura, es otro modo de escritura al fin y al cabo. El trazo fino, rellenar con cuidado, mucha calma, juego de luces, no todo debe ser mostrado.
Tengo que dejar de escribir en el jardín, ya no veo nada. Olimpia, pese a sus cataratas, intenta atrapar a un gato que se ha colado. "Venga, Olimpia, que es un gato cobarde..."
PS: La ilustración es de Rébecca Dautremer, del libro "Cyrano".
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